
El resto del grupo, los que habían
sido encomendados para proteger a la Guardiana allí en el
monasterio, se reunían cada noche para debatir cordialmente sobre el
devenir de su cometido. Todos los que allí permanecían sabían que
las acciones de Nizdorni no dejaban lugar a cabos sueltos, es por
ello que el grupo concebía la idea de que pronto ocurriría algo que
hasta ahora desconocían. El sentimiento de nerviosismo y preocupación
calaba en todos ellos, provocando que cada indagación aumentara
dichos sentimientos.
Ni siquiera el apuesto aprendiz de
Nizdorni hacía que Karin dejara de preocuparse por el destino de La
Orden. Se sentía tremendamente culpable de no haberse despedido de
Zephiel, la última discusión había mellado la relación de amistad
que habían mantenido durante los últimos meses. Quizás no volviera
a verlo nunca más, si algo le ocurriera... Karin decidió no pensar
en ello, no quería que el resto siguiera pensando que era una niña
débil a la que debían proteger. Ella había demostrado ser muy
poderosa, incluso los héroes más valientes se hubiesen rendido ante
la dureza de las experiencia que había vivido hasta entonces.
Karin miraba de reojo a Garrett
mientras hablaba con la Guardiana. Hasta ahora era el hombre que
mejor se había portado con ella, independientemente de que sirviera
como caballero en la casa noble de su padre, Karin sabía que su
nuevo compañero era el único que no la había visto como una cría.
A su lado Zephiel era un patán idiota, pero aún así, un idiota al
que echaba de menos.
Garret había propuesto al grupo
utilizar el talismán de la niebla, custodiado hasta hacía días por
el maestro Monlee, para observar la situación en la que se
encontraba el resto de sus compañeros. Iridi recalcó en varias
ocasiones la importancia de los talismanes, dejando claras las
ultimas palabras del pandaren sobre el uso irresponsable de su
talismán. Si bien el talismán de la niebla no era tan peligroso o
complejo como el talismán del destino, tampoco se trataba de un
juguete para usar al antojo de cualquiera. Decidieron, tras declinar
el amable pero a la vez sospechoso ofrecimiento de las brujas a
usarlo, que Karin fuera la elegida para presenciar la visión. Con la
reciente ausencia de Tahlean, Karin era junto al elfo los que más
tiempo pasaban junto al maestro pandaren, eso hacía que ella fuera
la más indicada. Además Garrett intentó hacer entender a la
Guardiana que la joven maga podría valerse por si misma.
Sus ojos se clavaron en el talismán.
Levantó la mirada nuevamente para confirmar la decisión que habían
tomado tras el diverso conflicto de opiniones que había acontecido.
Tanto la guardiana como los allí presentes miraron a Karin con
aprobación, mientras ésta asentía convencida de que merecía
demostrar su valía. Pero en su fuero interno, Karin se
encontraba dubitativa. Hubiera preferido no utilizar el talismán en
ausencia del maestro Monlee, su venerado maestro, pero el grupo había
decidido que debían ser precavidos y estar atentos a lo que pudiera
suceder.
El artefacto mostraría a su portador
el pasado, ese valioso momento que conectaría a la joven maga con
sus compañeros. Dentro de su mente rezó por que el talismán le
ayudara, se concentró en viajar efímeramente a un tiempo que ya
había ocurrido, a un pasado al que pocos podían ya tener acceso, a
un punto exacto de un tiempo que ya había tenido lugar.
Karin se percató de que el talismán
había comenzado a resplandecer. Una extraña niebla se acumulaba a
su alrededor, ocultando todo y a todos los que se encontraban en la
estancia. La joven comenzó a respirar agitadamente, intentaba
controlarse pero el temor a lo desconocido hacía que Karin se
alterara por momentos. En cuestión de segundos la niebla
desapareció, dando lugar a un nuevo escenario, un oscuro y sombrío
lugar. Karin miró detenidamente a su alrededor escrutando cada
pequeño resquicio que pudiera mostrarle aquello que le fuera útil.
El paisaje era desolador, cubierto por
tierra oscurecida y un cielo grisáceo. El olor que la acompañaba
denotaba un fuerte aroma quemado, se preguntó si lo que aguardaba bajo sus
pies no era arena sino ceniza.
Caminó varios pasos hasta que a lo
lejos vislumbró algo que irradiaba una luz dorada. Karin se acercó
lentamente mientras sostenía el bastón en una de sus manos y el
talismán en la otra. Fue entonces cuando se percató de que tan solo
era una visión, no debía temer, no debía preocuparse, aquella
visión ya había ocurrido, nada podía cambiar ese hecho, tan solo
sería una espectadora de algo que no tenía conocimiento.

Su ágil mente conectó los cabos que no
comprendía. El artefacto parecía ser una especie de portal,
seguramente un portal que conectaría nuestro tiempo con cualquier
otro. Mientras se percataba de que el portal parecía ir perdiendo su
poder, decidió observar a la pequeña gnoma. La había visto antes,
de hecho tan solo habían pasado unas semanas desde su encuentro con
La Orden en el monasterio.
-Es Nizdorni...- susurró mientras
intentaba entender qué hacía la dragona con aquel extraño artefacto.
De repente ésta se giró hacia Karin
como si hubiese sido capaz de escuchar su voz. Su rostro cambió de
expresión rápidamente cuando descubrió a la joven observándola en
silencio.
-Tú...-dijo mientras miraba fijamente
a Karin.
Karin se quedó paralizada, no podía
haberla visto, ella tan solo formaba parte de una visión, no era
posible interactuar con ellas, las visiones no funcionaban así. La
maga se percató de que se tratara del talismán de la niebla, y en
efecto, así era.
-Debéis de tener valor para aparecer
aquí... sucia mortal...
-¿Pu.. puedes... verme?- preguntó
Karin mientras sentía como su voz se quebraba. Un escalofrío
recorrió su débil cuerpo mientras intentaba asimilar lo que estaba
ocurriendo.
-Ese artefacto...- dijo mientras señalaba el talismán que sostenía Karin.- forma parte de mi
vuelo... el vuelo infinito...ahora estás en mis dominios...
Karin sintió una punzada en el pecho.
Observó atemorizada el rostro de Nizdorni, sus ojos se habían
oscurecido.
La Nizdorni que allí se encontraba fue
transformándose lentamente. Sus brazos y piernas se fueron estirando
lentamente para dar lugar a unas largas extremidades cubiertas de
escamas ónice. Su torso parecía romperse por momentos mientras dos
grandes alas arrancaban lo que parecía ser la piel de la gnoma, a la
vez que su rostro se alargaba dando lugar a la cabeza de un dragón.
Un dragón inmenso de color azabache que parecía desprender un
siniestro aura a su alrededor.
Karin negó con la cabeza repetidamente
mientras retrocedía varios pasos. El dragón soltó un terrorífico
rugido que hizo que la joven cayera arrodillada. El cuerpo de Karin
se negaba a reaccionar, sentía que había perdido la batalla, ni siquiera sería
capaz de intentarlo.
Un rayo oscuro invocado por el dragón
derribó a la maga haciendo que saliera despedida por los aires. Su
cuerpo impactó con el duro y frío suelo varios metros atrás. Karin
abrió los ojos lentamente. Su vista estaba borrosa, su cabeza parecía
que iba a estallar de un momento a otro. Una gran sombra la cubría,
sintió el hedor que desprendía la gran criatura que acercaba su
cabeza hacia ella.
Karin abrió su mano donde se
encontraba el talismán. Decidió poner fin a la visión, imploró a
la luz que la niebla se llevara aquello consigo, pero su alma se
quebró en ese instante, cuando el talismán se deshizo en sus manos
convirtiéndose en añicos. Las lágrimas cubrieron los ojos de la
joven mientras temía que hubiera llegado su fin al oír al oscuro
dragón a escasos metros de ella.
-El portal que debía traer a tus
amigos de vuelta... ha sido destruido... es tan solo cuestión de
tiempo que les logre dar caza... y después, iré a por vosotros...
La dragona levantó la zarpa dejando
ver sus afiladas garras que combinaban a la perfección con la
oscuridad de ese temible ser. Karin cerró los ojos, esperando tener
una rápida muerte ante el ataque del dragón, pero al cabo de unos
segundos se percató de que el ataque no había tenido lugar. Abrió
los ojos rápidamente mientras tan solo podía ver niebla a su
alrededor, ocultándola al completo.
Cuando ésta se esfumó, Karin se
encontraba sentada en la estancia del monasterio, respirando
agitadamente con su rostro cubierto de lágrimas. Sus compañeros la
observaban perplejos preguntándose que debía haber visto en la
visión para dejarla en tal estado, tan solo una visión antes
había sido capaz de enloquecer a alguien.
Karin abrazó a Iridi mientras lloraba desconsoladamente. Sus palabras no eran capaces de
tomar forma, su cuerpo no dejaba de temblar, incluso las brujas se
sentían algo consternadas al ver el estado de su compañera.
Tras unos minutos Karin se percató de
que aun guardaba algo en su mano, su mirada se detuvo en el talismán,
cuando sin previo aviso el artefacto se deshizo nuevamente tal cual
había ocurrido en la visión.
¿Cómo sería capaz de decirles que sus
compañeros estaban atrapados sin poder volver...?¿Cómo... iban a
saber el destino que les deparaba sin el talismán de la niebla...?
Karin no pudo resistirlo y se desplomó
superada por los acontecimientos ocurridos.