El guerrero despertó de madrugada cuando el sol empezaba a
aparecer en el horizonte sin saber muy bien en donde se encontraba. Rápidamente
lanzó una mirada por toda la habitación y a su lado se encontraba con los ojos
cerrados y su rostro dirigido hacia el guerrero la elfa noble que conoció la
tarde del día anterior. Su presentación y conversación no fue muy larga, solo
se había dirigido a ella para obtener información respecto a las cloacas de la
ciudad, y si sabía alguno de los asesinos y mercenarios que la poblaban. Resultó
ser que la elfa no era de la ciudad, estaba de viaje recordando lo que había
pasado en los baldíos helados de Rasganorte, luchando por venganza contra la
plaga por lo sucedido en su tierra natal mientras ella se encontraba en el
ejercito de invasión que se atrevió a cruzar el portal oscuro para mantener a
salvo su tierra a como diese lugar.
El guerrero sonrió tras recordar todo lo que había sabido de
ella en tan solo una tarde. Por lo visto estaba sola en el mundo, ya que toda
su familia fue masacrada en la incursión de la muerte en su amada ciudad. Todo
eso lo supo tras encontrarse con ella de nuevo en la taberna, antes de acabar
pasando la noche a su lado mientras la conocía mejor. Ella estaba dispuesta a
contar lo que había pasado sin ningún reparo y Akuo supo que era una aliada
potencial y al mismo tiempo quiso darle un hogar y una familia a tan amable
elfa.
Tras pasarle eso por la cabeza el guerrero se levantó
suavemente de la cama, intentando no despertarla, y tras ponerse el pantalón se
dirigió a la ventana que daba a la ciudad. Desde donde estaba podía verse la
aurora del norte en los últimos momentos de oscuridad antes de la salida del
alba.
-Sí que te levantas temprano -. Dijo la elfa que se
incorporó sobre la cama sujetando las sábanas para cubrir su cuerpo.
-No te creas, solo ha sido hoy. Tenía mucho en lo que pensar
-. Dirigió una sonrisa sincera a la elfa mientras retornaba a mirar hacia la
aurora.
- ¿Y que es, si puede saberse? -. Dijo la elfa en tono de
preocupación.
-¿Dijiste que te llamabas Dariness, no? -. Dijo tras lanzar
un pequeño suspiro por el tono que puso la elfa, pues captó el por qué del
mismo.
-Sí, así es. Dariness Cantoazur -. Sonrió la elfa simpática,
aunque se esperaba una despedida la cual no tenía ganas de escuchar.
-Pues tendré que ser yo sincero contigo, me llamo Akuo. No
me llamo Edain, solo utilizo ese nombre actualmente porque estoy llevando a
cabo una misión en la que pueden reconocerme por mi pasado -. Asintió el
guerrero.
La elfa puso una expresión de sorpresa y duda al mismo
tiempo, no se esperaba que le hubiese mentido antes incluso de conocerse.
-Sé lo que estás pensando ahoral, y tienes todo el derecho a
enfurecerte y alejarte de mí o atacarme en el caso de que te sientas muy herida
-. Dijo el humano nuevamente
Dariness se mantuvo en silencio mientras el guerrero
explicaba la situación. Sus orejas puntiagudas se habían flexionado
dirigiéndose hacia el suelo, más que furia parecía decepción por algún motivo.
-Pero me gustaría contar contigo. Por todo lo que me has
contado deduzco que no tienes a nadie más. Me pareces una hermosa, amable y
cariñosa mujer -. Dijo el guerrero mientras se acercaba.
La elfa alzó las orejas de golpe y clavó sus ojos azules en
los de Akuo nada más escuchar esas palabras pero acto seguido las agachó de
nuevo apartando la mirada hacia el suelo.
-Supongo que siempre hablo de más, has llegado a la
conclusión correcta -. Dijo la Dariness mientras forzaba una sonrisa aun con
sus orejas bajadas.
-Te propongo que te unas a mí y a mis compañeros. Estaremos
juntos, lucharemos juntos. Nos protegeremos los unos a los otros y estaré
contigo hasta que te canses de mí. Dijo el guerrero sonriendo y soltando una
pequeña carcajadas al final de la propuesta.
La elfa alzó las orejas de nuevo, miró al humano sorprendida
por tal propuesta y sus ojos comenzaban a humedecerse por las lágrimas que
estaba a punto de soltar.
-Te daré una familia, nosotros te protegeremos y te
protegeremos, si tu nos proteges a nosotros -. Afirmó el guerrero de nuevo,
clavando una rodilla sobre la cama donde la Dariness se encontraba sentada
animándola a que aceptase.
La elfa respondió a eso acercando la cara hacia el guerrero
y besándolo mientras aun sostenía las sabanas entre sus manos cubriéndose, al
mismo tiempo que le resbalaban lágrimas cuando cerró los ojos para besar al
humano.
-¿Supongo que eso es un sí? -. Preguntó con un tono firme,
dando a entender que ya daba por sentado que sí y la elfa sonrió, agachando la
cabeza y alzándola de nuevo afirmando con ese movimiento mientras lloraba de
alegría.
El guerrero gateó y acabo poniéndose sobre ella una vez
llegó a su altura, besándola de nuevo y deslizándose al cabo de un rato entre
las sábanas de la cama junto a Dariness.
Unas horas después tanto el humano como la elfa estaban
observando el cielo azul claro del amanecer de Rasganorte, sentados en la cama
de la habitación mientras se conocían más profundamente el uno al otro.
Esa misma mañana apareció Kaleb informando al grupo que
tenían que volver a Forjaz ya que habían encontrado algo, a lo que respondieron
los del grupo que ellos también habían encontrado lo que fueron a buscar.