domingo, 22 de marzo de 2015

Las reglas del protocolo delincuente.

     Era noche cerrada en Dun Morogh. Aunque en la ciudad de Forjaz no se divisaba el cielo, las horas tardías se notaban en lo desiertas que se volvían las calles y en la mudez de la canción de los yunques una vez la luna había salido.

Brandon McAllan caminaba solo por esas mismas calles. Alerta en todo momento por los seres que tomaban las calles por la noche y podían acecharlo desde los callejones. De vez en cuando se frotaba la cabeza. Aún le dolía del golpe recibido.
Junto con el golpe había sido obsequiado con una visión de su futuro. El mago, Khaden, había usado esas arenas mágicas sobre él. Gracias a eso había podido recordar un fragmento de su pasado, así como ver un fragmento de lo que estaba por devenir. Ignoraba si la visión había sido real, una artimaña del mago o solo un sueño pero le había dado en que pensar...

Sacudió la cabeza despejando esos pensamientos. Necesitaba la cabeza fría. Tener contactos en el submundo era un deporte peligroso. Nunca se sabía si el siguiente encuentro podía ser el último. Siempre se seguían unos protocolos no escritos para los encuentros entre delincuentes, establecidos para tratar de poner un poco de orden en los agentes del caos.

[Primera regla del protocolo delincuente: La persona que solicita el encuentro, o con un mayor rango dentro de la banda, debe llegar antes.]

Esta regla era de las más frecuentemente incumplidas, pero si el otro individuo llegaba antes tenía la picardía de esconderse, ya fuera por decoro o para planear una emboscada.

Brandon se colocó en la esquina acordada en la hora acordada. Había visto su contacto, un enano de barba oscura y cráneo rapado, escondido entre unas cajas y barriles bajo la ventana de una casa. Sin embargo siguió el protocolo y le ignoró.

[Segunda regla del protocolo delincuente: Las armas siempre visibles, peno nunca en la mano]

Era cuestión de marcar una línea entre la ostentación de poder y una posible agresión.

El pelirrojo llevaba sus armas al cinto, bien visibles. Aún así se cruzó de brazos para apartar sus manos de ellas. En caso de un ataque siempre podría recurrir a sus armas ocultas.

[Tercera regla del protocolo delincuente: Para iniciar el encuentro, el que había sido convocado hablaba primero.]

Brandon dejó que el enano se escabullera por un callejón para aparecer luego como si acabara de llegar. El pelirrojo no dijo nada, ni dio a entender que le había visto y que sabía que llevaba rato observándolo. Dejó que fuera él quien hablara primero.

- ¿Porqué es roja la serpiente? - sobrevino el enano cuando se hallaba a pocos metros de distancia.

- Porque está empapada en vino. - Respondió Brandon, completando así el santo y seña ideado por su antiguo jefe, Quincy Thaulberg, con su chiste sin gracia- Tengo que hacer que cambien eso. Siempre me ha parecido una bufonada.

- Han cogido a Ormyr. - siguió en enano. Parecía nervioso y obviamente cansado.- Ha habido... revuelo entre los miembros de la banda aquí.

- ¿Quién se ha erigido jefe?

- Pasoroca. Se estuvo debatiendo entre él y Ceñoumbrío. Pero al final se decantó la balanza.

Brandon se rió interiormente. Era irónico que, pese al turbio propósito con el que se creó su banda, rara vez había asesinatos internos. Incluso cuando había que decidir un jefe regional sustituto, mientras el jefe seleccionaba a otro, se decidía por debate entre los que tendrían que ser sus hombres. Establecer un orden dentro de la banda fue una de las pocas cosas que hizo bien Quincy.

- Ormyr era un canalla. Siempre lamiéndole el culo a Quincy...

- Entonces... ¿Es cierto? - El enano se había acercado y bajado el tono de su ronca voz-  ¿Has... has matado al jefe? Han llegado los rumores pero ningún comunicado oficial.

- Todo lo que queda del jefe debe estar en las barrigas de los peces del puerto de Ventormenta. - Le aclaró Brandon.- Que Pasoroca esté atento. Pronto le llegarán las ordenes de Richard. Él está al mando por ahora. De momento infórmale a tu jefe que os tomáis un descanso. No conviene llamar la atención.

-¿Ricardo? - se extrañó el enano. -¿Entonces... Qué vas a hacer tú?

- ¿Yo? - Brandon se detuvo un instante antes de responder. Su intención había sido ir a Draenor, a buscar a sus hermanos. Pero ahora, por un giro de los acontecimientos, no iba a poder ir tan pronto como desearía. Sin embargo le sorprendió darse cuenta de que no estaba preocupado. En la visión estaban a su lado, sanos y salvos. Pensó sin embargo en esos chavales y en el viaje que el mago les prometía... En las oportunidades que significaba formar parte de ello. - Yo voy a viajar un tiempo. Quiero repasar que todas las zonas que controlamos siguen operativas y en buen estado y quizá abrir nuevas zonas dónde establecernos.... No.-Sacudió la cabeza ante el enano que iba anotando mentalmente su respuesta. - Eso habría dicho antes. Voy a viajar por un tiempo y veré como está la banda si me viene de paso pero no es ese mi objetivo. Por ahora Richard está al mando.

- ¿Y ya está? ¿Eso es todo lo que debemos hacer? - El enano parecía un poco ofendido.- ¿Quedarnos quietos y esperar a que vuelvas?
Brandon se detuvo cuando ya se estaba empezando el camino de vuelta.

-Entrenad. Preparaos para luchar.

-¿Se avecina una guerra de bandas? -Preguntó el enano animado.

- No exactamente. Tan sólo estad en buena forma. Cuando vuelva os diré más. Y espero no ver ninguna tripa cervecera para entonces.

[Cuarta regla del protocolo delincuente: Deja siempre tu huella]

Brandon se marchó de la esquina oscura dejando a su contacto intrigado pero con la certeza de que grandes cambios estaban por llegar.


***************************La visión*********************************

Brandon miró los ojos de ese hombre. Eran unos ojos experimentados. Se notaba que habían visto muchas cosas. Las cicatrices  en el rostro y cuerpo del hombre lo corroboraban. Sentado en una roca bajo una noche estrellada y frente a una cálida hoguera. Una botella de brandy Gilneano pendía en su mano. Su sonrisa parecía no perecer nunca.

El hombre no estaba solo. Todo a su alrededor estaba repleto de hombres y mujeres cantando, bebiendo, riendo. Sus tiendas abarrotaban el claro en el que estaban y seguían bajando la colina. Todos armados, pues eran mercenarios.
La ardiente compañía militarizada parecía estar acampada ya desde hacía unos días, quizá tras realizar un buen trabajo y haber recibido su pago.

Brandon se volvió a fijar en el hombre que parecía su líder. Todos lo miraban con respeto, con admiración, orgullosos de que fuera su líder. Era un hombre que les había llevado a la victoria en más de una ocasión. Un hombre que los había levantado del barro, de los escombros de la sociedad para dirigirlos con éxito a un futuro que, pese a peligroso, les prometía riquezas y prosperidad. Todos esos hombres eran hermanos y hermanas, compañeros en un viaje a la fortuna.

Brandon observó los hombres que más cerca estaban del líder y se dio cuenta de que eran sus hermanos. Un mensajero llegó entonces con una carta para el líder. Este la cogió con una mano, sin soltar la botella.  Soltó una risotada y arrojó la carta al fuego. Entonces se levantó y habló con una voz ronca:

-Recoged. Partimos al alba. Los chavales nos necesitan.

Brandon se acercó mucho al rostro del líder, que seguía mirando a través de él como si fuera un fantasma. Y se dio cuenta. Ese hombre era él.


                                                                                    Escrito por Vandante

sábado, 21 de marzo de 2015

Malos Sueños

Hacía ya al menos un par de horas que un manto de estrellas cubría Arak. La tranquila eternidad de la noche se había convertido, para el espíritu de Azurin, en un campo de pruebas, en un salón de estudios y un terreno de aprendizaje donde, en las últimas semanas, había estado descubriendo los entresijos de su nuevo estado. Pero esta noche era distinta, el espíritu de la veterana druida reposaba a las afueras del bastión en ruinas observando el sueño de sus  “hijos”, como ella llamaba en secreto a sus compañeros de viaje. Esta noche la preocupación y la impotencia se palpaban en las auras de los acampados debido a la repentina desaparición de Alice. Azurin miro al Maestro Monlee que siempre dormía a pierna suelta, y percibió agitación  en su espíritu. La druida desvió la mirada hacia Garret, cuya aura volvía a alterarse bruscamente por  quinta vez esa noche.  Se detuvo unos instantes en  analizar es estado emocional de su joven amigo que mal dormía como las últimas noches, pero esta vez, quizás zarandeado por la preocupación, la responsabilidad y la culpa, lo estaba pasando bastante peor.  Como ya había hecho con anterioridad, el espíritu de la druida levito hasta recostarse cerca del humano, y susurrando palabras en su idioma natal consiguió apaciguar su alma.  “Nuestras heridas no sanan como antes, pero el dolor desaparece, nos das paz para seguir luchando” Aquellas palabras resonaban en su interior cada vez que la druida relajaba el sueño a su amigo. Ella era consciente que por ahora, era todo lo que podía hacer.  Se alzó y levito paseando como un alma en pena por el campamento. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro al ver  tienda del matrimonio Strang, las únicas almas del campamento que tenían un buen motivo para no estar tristes pese a lo ocurrido. Pero esa alegría le duro poco al ver la silueta del maestro de cuervos en la lejanía.  El espíritu decido acercarse hasta él.
James Vandante estaba sentado un  roquedal mirando al cielo esperando alguna  esperanza de alas negras que le trajera noticias de Alice. Al ver llegar al espíritu de la druida, hizo un ligero gesto de saludo con la mano y siguió mirando hacia las estrellas.

-Deberías descansar –dijo la druida modulando su voz para intentar darle el toque dulce que tenía en vida-
-No podría dormir aunque quisiera,  y no querré hasta localizar a Alice.- dijo el humano con tono desafiante.
-Pero tienes que estar agotado. La batalla fue muy dura, tus heridas aún no han sanado. Dale un respiro a tu cuerpo. –Añadió intentando convencerle con razonamientos-
-No puedo dejar de buscar, no puedo.-insistió el humano-
-Pero ¿qué será de ti mañana?. Cuando tus ojos cansados no consigan fijar un blanco, o cuando tu mente carente de sueño tome malas decisiones que te pongan en peligro a ti, a ellos-señalando al grupo- o a tus queridas aves. ¿Qué pasara entonces?
-Vandante frunció el ceño indignado por la bofetada de realidad que le acababa de dar la druida y contesto firmemente - ¡Entonces tendré que encontrarla esta noche¡.- James se puso en pie y comenzó a preparar su petate para salir a buscar a Alice.
Azurin miro al humano, y se lanzó contra él, introduciéndose en su cuerpo. Un instante después el joven se caía lentamente contra el suelo mientras la druida salia de su huésped.
-Duerme, hijo mío, duerme. Mama velara por vosotros esta noche.

                                                                                                                                Escrito por Azurin


martes, 17 de marzo de 2015

Una jarra de tristeza y rabia - Joe Garkov

El viento soplaba levemente, haciendo que las briznas de hierba temblaran en un baile nocturno. La ciudadela entera estaba en silencio, como si una burbuja la hubiera atrapado en el tiempo. Cada habitante del fuerte seguía con sus rutinas: los guardias patrullaban por las murallas, los obreros volvían cansados tras un duro día de trabajo, el perro Pippers buscaba nuevos sitios donde esconder huesos, suministros del puesto comercial y las botas que robaba de los soldados incautos. Los viajeros recién llegados se equipaban para un nuevo viaje a las tierras del sur. Sólo Joe estaba fuera de lugar.

Joe Garkov estaba sentado en el suelo, dejando que el frío viento le erizara la piel y le revolviera su lacio y largo cabello, sucio tras el viaje. Habían vuelto ese mismo día de las salvajes espesuras de Gorgrond. Donde tras apostar sus vidas en numerosas ocasiones y luchar contra hordas de criaturas vegetales habían sido recompensados con un estrepitoso fracaso. No solo no habían encontrado lo que buscaban allí sí no que además habían perdido compañeros en el intento. La frustración se había adueñado del grupo.

Joe había partido con el grupo en primer lugar para vivir aventuras. Le habían contratado como guardia, como escolta y protección en caso de problemas, pues al sitio al que iban era peligroso. Pero su verdadero motivo para ir era el de demostrarle a Simon que podía vivir una vida emocionante, como la de los héroes de los que se reían a menudo en la taberna, y volver con vida. Simon había sido su compañero desde hacía años. Juntos habían recorrido la mitad de tabernas de Azeroth, formando un dúo genuino de matón y timador. Simon era bueno con las cartas, pero aún mejor haciendo trampas. Y lo que hacía aún mejor era beber. Entre los dos habían montado competiciones de beber cerveza en las que solo se ganaba cuando el otro caía enfermo al suelo.

Juntos habían cruzado el portal cuando se solicitaron fuerzas para el nuevo mundo. "Ha llegado el momento de ver nuevos horizontes , Simon" le dijo. Pese a no estar convencido, Simon le siguió. Él era más hombre de una sola taberna, si por él fuera seguirían en el León Dorado timando a los granjeros. Era Joe el que le llevaba arriba y abajo, buscando nuevas tabernas en las que establecerse un tiempo, antes de que los trucos de Simon fueran descubiertos y se vieran obligados a huir de nuevo. A veces no tenían otra opción que dormir al raso, en la intemperie. En esas noches era Joe el que los resguardaba, era él el que los calentaba y conseguía comida. Y mirando a Joe  era como conseguía dormirse Simon, con esa sonrisa deslumbrante.

Aún recordaba la cara que puso cuando le dijo que se marchaba de expedición. Al principio no le creyó. Se rió pensando que era otra de sus bromas. Luego se asustó. Era la primera vez que se separaban en años. Joe pensaba que estaba teniendo miedo por su vida pero por la que temía era por la de él. Pese a no saber luchar, Simon conocía remedios naturales y primeros auxilios. Básicamente si Joe seguía entero era gracias a las curas de Simon. Y si Simon seguía vivo era por la protección de Joe. Y ahora esa comunión se iba a romper. Simon le pidió que no fuera, no tenía nada que demostrar, que se quedara con él bebiendo en la taberna. Pero sus palabras solo hicieron decidirse más a Joe. Pese a saber que Simon no podía seguirle, pese a saber que podía no volver a verle. Estaba decidido a enseñarle que se podía vivir del modo que uno quisiera. Joe marchó y Simon se quedó.

Y ahora Joe estaba vivo y era Simon el que había muerto.

El matón de taberna abrió los ojos, aún sentado en el suelo en el cementerio. A su lado, una jarra de cerveza, aún intacta. Miró fijamente a la lápida frente suyo, la lápida de Simon. Era una piedra lisa, algo sencillo con algunos relieves predefinidos y el nombre del difunto. Las palabras "Muerto en combate" aparecían bajo el nombre. Qué ironía, pensó Joe, Simon no había sabido empuñar un arma en su vida. Aún así, le pusieron la inscripción, al igual que todos los que morían más allá del portal.

Simon no había muerto en combate porque Simon no sabía luchar. Según le habían contado, quedó atrapado en un incendio cuando unos seres alados asaltaron la ciudadela. Los destrozos de este ataque aún estaban presentes allí donde mirara Joe: árboles y estructuras parcialmente quemadas, las piedras ennegrecidas por el humo, plumas entre los matojos y la fuente de la plaza completamente destruida.

Cerró los puños con fuerza, evitando que se le escaparan las lágrimas de los ojos. No pudo evitar, sin embargo, que su visión se empañara con cada recuerdo de Simon que le afloraba en la mente. No podía dejar de imaginarle. Sólo, rodeado entre las llamas, con la angustia y el miedo reflejados en su rostro. Su carne ardiendo mientras desde el cielo llegaban las carcajadas de los pajarracos lanza fuego.

De repente un resorte se disparó en la cabeza de Joe. Los pajarracos, arrakoa los llamaban... Joe notó como toda su pena y tristeza se transformaban en ira y rabia. Ira y rabia que en origen apuntaban hacia él, por haber dejado solo a Simon, pero que pronto adquirieron un nuevo objetivo: Los arrakoa. Esas malditas criaturas pagarían por lo que le habían hecho, por lo que le habían hecho a Simon. Por cada sonrisa que Simon ya no podría ofrecerle Joe enterraría diez calaveras de los pajarracos. Su pala se abriría camino entre sus carnes emplumadas y los haría arder como ardió su amigo.

Joe se levantó con la jarra de cerveza en la mano. Se dispuso a beber pero paró en el último instante y vertió su contenido sobre la tumba de Simon.

- Toma un último trago, compañero. - Él no volvería a tener otro hasta haber completado su venganza.

Arrojó la jarra lejos y recogió su pala. Tenía mucho que preparar y poco tiempo antes de partir.




viernes, 13 de marzo de 2015

Batalla entre colosos


Sus dedos se aferraron con fuerza a la cubierta de aquel misterioso y siniestro libro abarrotado de extraños símbolos y oscuros secretos. Pensó tan solo por unos segundos en deshacerse de él, evitando así aquella trágica burla que el destino le había preparado, sin embargo, la curiosidad de Azrhael crecía por momentos. Puede que la temeridad o la locura fuera la palabra que cualquiera usaría para describirlo como persona, pero él veía más un reto, un desafío, un acertijo que debía ser desenmascarado sin importar las pérdidas, ya que quizás solo así llegaría a conseguir sus más profundos anhelos.

Kyle recogió los últimos papeles que el brujo había dejado en el escritorio de su casa. Se detuvo antes de partir mientras examinaba en silencio al encargado de la casa Leproux. Los ojos verdosos que contrastaban con la piel morena de Azrhael no se separaban ni un momento del libro.

-¿Llevarás ese libro con vos, señor Darkhollow, o querrá que lo guarde con el resto de pergaminos y libros?
-Gracias Kyle.-respondió levantando la vista un instante.- Este lo llevaré conmigo.
-Entendido, una pregunta señor Darkhollow. Si vos y la señorita Licaia partís, ¿Quién se encargará de todas las cuentas de la casa Leproux en vuestra ausencia?
Azrhael enarcó una ceja mientras miraba al joven de arriba a abajo antes de responder.
-¿Para qué demonios crees que te estoy pagando acaso?-respondió finalmente el brujo frunciendo el ceño.
-Pero señor... aún no he recibido ni una sola moneda de...
-¡Y con esa actitud no la recibirás nunca!
-Pero señor, yo...
-Ya has oído bien Kyle, no hay más que hablar de este asunto.
El joven empujó sus anteojos con el dedo indice mientras bajaba los hombros apesadumbrado.
-Vamos Kyle, no te pongas así. Tienes que pensar que es un orgullo trabajar para la casa Leproux... y lo que es mejor, trabajar para mi.-Azrhael sonrió ante el joven que ahora parecía más desilusionado si cabía. El brujo se percató de las cualidades del joven y decidió probar suerte por una última vez antes de partir. En silencio extendió los brazos y le entregó el libro.
-¿Ves esto? Es imposible de abrir... ya lo han intentado una veintena de personas. Si de verdad quieres aumentar... o bueno,... comenzar a conseguir alguna ganancia, encuentra la forma de abrirlo.

Kyle cogió el libro entusiasmado mientras lo examinaba de arriba a abajo. Su amplia experiencia y su amor por los libros serían más que suficiente para desentrañar el secreto que guardaba ese extraño tomo. Mientras Azrhael terminaba de recoger sus cosas y preparar su talega, Kyle en cambio se dedicó a buscar la forma de demostrarle a su superior que su labor era más importante de lo que se podría haber imaginado.

-Jefe..., disculpadme, entiendo que os hayáis esforzado mucho en mantener a salvo el... truco, pero este tipo de rompecabezas no desafía la inteligencia de nadie...-respondió el joven escriba mientras analizaba con unas pinzas una de las hojas del libro.
-¿A qué te refieres?
-Es sencillo, mirad, el broche que finge cerrar el libro, está unido a ambas cubiertas. Esto significa que... esta unión nunca se abrirá, por mucho que se fuerce. Está pegado por así decirlo.-dijo Kyle mientras tiraba del enganche que unía ambas tapas del susodicho libro.
-Ese libro lo ha abierto más gente, joven. Es absurdo que digas que no es posible que se pueda abrir.
-No he dicho eso. El broche está unido potentemente, pero mirad.-Kyle usó sus pinzas para atrapar una de las hojas que podían verse entre las dos cubiertas del libro. El escriba tiró de la hoja rasgando una larga tira delgada compuesta del blanquecino papiro.- Si lo que se ve fueran hojas de verdad... no hubiese arrancado una tira uniforme, sino un trozo más redondeado o media pagina... aquello que la pinza y mi fuerza hubiese podido separar del resto.
-Al grano Kyle, ¿Qué demonios quieres decir?
-Fácil jefe, la apertura del libro no es esta... sino esta...
Kyle giró el libro, y cogiendo un punzón de su bolsa hizo palanca en el lomo del libro. Un trozo del mismo cayó al suelo dejando entrever un sin fin de páginas que ahora aguardaban esperando ser leídas.
-Estás diciendo que... ¿Lo hemos estado intentando abrir por el lomo todo este tiempo?-preguntó Azrhael incrédulo mientras se sentía la persona más estúpida del firmamento en aquellos momentos.
-Si bueno... estaba muy bien hecho. No era culpa vuestra, yo he pasado mucho tiempo entre libros y sé cómo están hechos. Aquel que haya hecho esto, ha puesto todo su empeño en que nadie lo descubriese tan fácilmente.

Kyle abrió el libro al terminar de hablar. De repente un haz de luz verdosa salió desprendida por la habitación. Azrhael retrocedió varios pasos, ni siquiera había tenido tiempo de avisar al escriba cuando un grotesco y robusto brazo cubierto de humo y sombras de color verde oscuro salió del libro agarrando al joven del cuello. La bestia sacó otro brazo y apoyándose en el suelo salió a flote desde el misterioso objeto mostrando así su demoníaco rostro. El brujo retrocedió al ver lo ocurrido hasta sentir que su espalda entraba en contacto con la pared. El demonio estrangulaba al joven que agitaba los pies en el aire mientras intentaba aferrarse a los grandes dedos del monstruo que rodeaban su cuello.
-¿Eres tú el que ha encerrado parte de mi alma en este maldito y mundano objeto?-preguntó el demonio en un excelente idioma común.
-No... yo...-balbuceó el escriba.
-Lo suponía....

El rostro y el cuerpo del joven comenzó a consumirse poco a poco hasta terminar convertido en una montaña de ceniza en el suelo de la habitación. Azrhael permaneció impactado al ver la escena. El demonio giró sobre si mismo mientras parte del torso junto con sus brazos y cabeza permanecía fuera del libro.
-Vamos... acércate... no tengas miedo...-susurró el demonio al ver a Azrhael en un extremo de la habitación.- ¿Acaso eres tú el que me ha encerrado aquí?...

Los ojos viles del demonio se clavaron en los del brujo, que intentaba acelerar el ritmo de sus pensamientos de manera que pudiera salir de esa situación con vida. Azrhael reconoció algo en sus palabras... quizás hubiese pasado desapercibido pero la forma de ese demonio, su voz, su lenguaje... le recordó a cuando un brujo usa el poder de los demonios para realizar una metamorfosis para tomar momentáneamente la forma de estos. Entonces todo encajó en su mente, debía ser listo y jugarse todo a cara o cruz si quería sobrevivir.

-No puedes hacerme nada demonio... o debería decir...Kanrethad.-dijo el brujo seguro de sus palabras.-O al menos.. parte de lo que en su día fuiste...

Azrhael remangó la manga de su toga y mostró el brazo donde se dibujaron un sinfín de líneas púrpuras que terminaron en un circulo con un pentagrama en la palma de su mano.

-¿Crees que no puedo matar a un brujo? Estás equivocado....

El espejismo de Kanrethad alzó su brazo para golpear al brujo pero sin preverlo su mano impactó con un escudo mágico que brilló en forma de reflejo tras el golpe.

-Sabes que eso no me detendrá...-susurró el demonio.
-Lo sé, pero deberías saber que si buscas salir de ahí... no estás siendo inteligente matando a aquellos que descubren tu presencia.- Azrhael analizó el rostro del demonio tras estas palabras, sonriendo al ver la angustia reflejada en el mismo.- Soy un brujo, un pactista... y creo que si quieres podrías matarme, pero no vas a encontrarte con muchos más como yo... así que, si eres algo... sagaz, deberías confiar en mi.
-Me sacarás de aquí... o de lo contrarío consumiré tu alma... como he hecho con muchos antes...
-Hasta ahí estamos de acuerdo, pero necesitaré tiempo...
-Tendrás diez días...
-Un año.-contradijo el brujo observando como el demonio fruncía el oscuro ceño apenas visible.
-Seis meses...
-Trato hecho, como contraparte... queda decidir que ganaré yo a cambio por ayudarte.
-¿Qué quieres brujo? No me hagas perder más el tiempo...
-Me enseñarás el secreto del fuego vil.
-Ja ja ja.- el demonio rió ante la propuesta del humano.- Que así sea... aunque no te servirá de nada, cuando haya destruido Azeroth...

El demonio desapareció en un remolino de luces encerrándose de nuevo en el libro, que se cerró tras de sí. Azrhael avanzó lentamente y cogió el pesado libro del suelo, mientras acariciaba la cubierta sonrió murmurando.
-No tienes secretos para mi Kanrethad... tu aprendiz fue mi maestro. Sé como piensas y sé como detenerte.

Un sonido en la puerta alertó al brujo que introdujo rápidamente el libro en su talega y la cargó al hombro.
-Azrhael venía a ver si ya estabas listo para...-Licaia entró en la habitación y observó extrañada el decorado que había dejado todo lo ocurrido tras de si-Azrhael... -Licaia miró al brujo, el libro y por ultimo el montón de ceniza del suelo.
-Nos vamos.-respondió mientras agarraba a la huargen del brazo y tiraba de ella.

Ambos caminaron rápidamente por las calles de Forjaz que parecían más desiertas que nunca.
-Azrhael... ¿Qué es lo que ha ocurrido? No será...
-Es el libro sí, y lo que has visto eran... los restos de Kyle.
-Azrhael, creo que tienes un problema con los libros... ¿Es algo genético? ¿Has pensado en buscar.. no sé, otra afición? ¿Algo más seguro tal vez?
-La lectura está sobrevalorada si...lo intentaré para la próxima vez, ahora date prisa.
-¿Cuanto tiempo tenemos esta vez?-preguntó la huargen arqueando una ceja
-No mucho Licaia, no mucho.
-¿A dónde vamos? ¿Qué pasa con los críos?
-Maldita sea... los críos...-dijo deteniéndose en seco mientras se masajeaba la frente con la mano.-está bien, tu ve a buscarlos, yo me adelantaré, os esperaré en el anden del tranvía. Licaia, date prisa.
-Entendido.

Azrhael caminó a paso ligero hasta que se adentró en los túneles donde se situaban los andenes para tomar el tranvía, no sin antes esquivar un par de ratas que plagaban la zona campando a sus anchas por aquel sucio lugar. Suspiró mientras se aseguraba de que el próximo tren llegaría tan solo en unos pocos minutos, mientras que imploraba para el grupo regresara a tiempo y no tener que esperar más de lo necesario. Fue entonces cuando sintió que alguien había golpeado levemente su hombro en un par de ocasiones con el fin de atraer su atención.

El brujo se giró casi agradecido de la celeridad que se habían dado los críos cuando sintió un duro golpe en la mandíbula que le obligó a trastabillar cayendo de espaldas al suelo. Khaden sacudió su dolorida mano tras el puñetazo que le había propinado al brujo.

-¿Pero qué demonios...?-murmuró Azrhael mientras se llevaba las manos a la boca y limpiaba con sus dedos un hilo de sangre que descendía de su labio. El brujo tornó su expresión mientras se incorporaba.
-Espero que el aviso haya quedado bastante claro.-dijo el mago mientras permanecía en una postura de superioridad.
-Lo que ha quedado claro... es que no sabes quien soy...

Los ojos de Azrhael se tornaron oscuros mientras las líneas de la piel de su brazo brillaban más que nunca en ese tono púrpura característico de su maldición. Una especie de látigo mágico cruzó rápidamente la distancia entre él y su oponente para rodear el cuello del mago. Khaden intentó deshacerse el yugo maléfico pero fue demasiado lento, antes de que pudiera reaccionar, Azrhael había logrado atraparlo y con ello había conseguido tenerle en el punto que necesitaba para acabar con él. El brujo no tuvo contemplaciones en asfixiar poco a poco a su adversario mientras este comenzaba a elevarse en el aire sujeto por el oscuro látigo. Ni siquiera se detuvo cuando el resto del grupo llegó al anden, ni tras oír los gritos de Ireli que era sujetada por el resto de sus compañeros para que no interfiriera en la batalla.

Khaden intentaba liberarse de aquella fuerza pero sentía cada vez más la falta de aire. En su último aliento el mago aprovechó para liberar su mente de las ataduras demoníacas y realizando un ligero gesto con la mano el mago desapareció de repente. Azrhael miró a su alrededor anonadado, preguntándose como había logrado evitar su ataque. Bastaron unas milésimas de segundo para que la traslación mostrara de nuevo al mago. Su mirada fulminó al brujo que permaneció alerta a cualquier movimiento por parte del mago.
-Así que quieres jugar duro... yo también puedo ser duro...-amenazó Khaden realizando un hechizo que invocó un gran bastón cristalino de color azulado en su mano derecha.
-¡No! ¡Deteneos! ¡Parad!-gritó Ireli que forcejeaba con el resto de sus compañeros.
Lynnette y Jace agarraron a la joven por los brazo mientras que Brandon se colocó delante de ella para evitar que saliera perjudicada.
-Esta no es tu guerra Ireli...-susurró el mercenario mientras se giraba para tranquilizar a la paladina.

Khaden invocó varió misiles arcanos que de dirigieron rápidamente hacia el brujo. Azrhael cogió su bastón colocándolo frente a él en posición vertical. Los misiles chocaron con un escudo mágico que protegía al brujo. Tras parar cada uno de los ataques, lanzó varias descargas de las sombras que giraban en el aire con la intención de neutralizar al mago. Khaden esquivó los ataques mientras avanzaba rápidamente hasta la posición de su enemigo. Sus manos se movieron al mismo tiempo para lanzar una gran tromba a escasos metros del brujo, pero Azrhael se apartó a tiempo. Aprovechando la falta de energía del mago y por lo tanto su escasa potencia de fuego, el brujo golpeó con el bastón al mago en el pecho y acto seguido atravesó con la punta afilada situada al extremo inferior del mismo, el pecho de su enemigo.

El mago cayó de rodillas con la cara desencajada mientras una gran mancha de sangre roja cubría su camisa, que aumentó de tamaño cuando el brujo extrajo en un rápido movimiento la punta de su arma. Los gritos de asombro del grupo cesaron ante los oídos de Khaden, que miró el suelo desorientado mientras se precipitaba de rodillas. Los ojos del humano se fijaron en sus manos que comenzaron a brillar, y poco a poco ese extraño brillo azulado se convertía en nada. Desapareciendo completamente de aquel lugar sin dejar rastro alguno tal cual haría un mero reflejo.

Azrhael bajó su arma relajado preguntándose que diantres había pasado. Fue entonces cuando sintió un sólido dolor en el cuello que golpeaba su garganta impidiéndole respirar.
-Te has metido con el mago equivocado...-dijo Khaden que sujetaba fuertemente el bastón con el que intentaba asfixiar a su adversario.
Azrhael cayó lentamente de rodillas mientras agarraba el arma de su enemigo que apretaba su cuello con la intención de liberarse. Khaden empujó al brujo hasta que quedó tumbado en el suelo y clavó su rodilla en la espalda de su enemigo sin detener su ataque.

Un estruendo desvió la atención del mago que se percató de que el tranvía se aproximaba a la zona.
-Estas de suerte brujo, vamos a jugar a un juego.-le susurró Khaden al oído.

El mago propinó varias patadas en el costado al brujo y lo arrastró hasta el borde del anden. Khaden pisó el cuello del brujo mientras se aseguraba que la cabeza sobresaliera del límite de piedra donde se sobrevenía el hueco por el que transitaban los vagones.

-Te quedan pocos segundos para rendirte... y alejarte de los muchachos. De lo contrario, los enanos recogerán tu cabeza de entre los hierros del tranvía. Tu decides.

Azrhael se sintió demasiado débil como para resistirse o repeler a su enemigo nuevamente. Su cuerpo estaba totalmente dolorido y el poco aire que absorbía era lo que le separaba de una muerte segura.

-¡No lo hagas Khaden! ¡Tu no eres así!- gritó Ireli desde la entrada del túnel donde estaba situado el resto del grupo.

El mago ignoró las palabras de la joven
-Se acaba tu tiempo brujo...-amenazó.

Khaden permaneció inmerso en sus actos hasta que sintió un profundo dolor en la espalda provocando que saliera despedido por los aires hasta caer de bruces en el anden contiguo. El mago sacudió la cabeza mientras se recomponía, apoyó una rodilla en el suelo descargando el peso de su cansado y dolorido cuerpo en ella. Khaden recorrió la zona con la mirada y vislumbró como Licaia bajaba su mano cubierta de un aura cárdena. El ceño del mago se frunció cuando la huargen se acercó hasta Azrhael para ayudarlo.

-Él no está solo...-respondió Licaia ante la fulminante mirada del mago mientras ayudaba a su compañero a ponerse en pie.

Los vagones se detuvieron entre ambos enemigos, separándolos momentáneamente. Azrhael subió lentamente ayudado por la huargen y se giró hacia el grupo. Extendió su mano ante Ireli y el resto para que se unieran a ellos, y segundos después el grupo ocupó cada uno de los vagones.

Ireli miró a Khaden con sus ojos empañados en lágrimas mientras éste permanecía arrodillado en el robusto suelo de piedra.

-Lo siento Khaden... espero que lo entiendas...

El tranvía se puso en movimiento poniendo distancia entre ambos bandos, y alejando así a Ireli y al resto del que había sido hasta entonces su maestro, sin saber si volverían a reencontrarse algún día.

_________________________________

(Final alternativo)

El brujo se giró casi agradecido de la celeridad que se habían dado los críos cuando sintió un duro golpe en la mandíbula que le obligó a trastabillar cayendo de espaldas al suelo. Khaden sacudió su dolorida mano tras el puñetazo que le había propinado al brujo.

-¿Pero qué demonios...?-murmuró Azrhael mientras se llevaba las manos a la boca y limpiaba con sus dedos un hilo de sangre que descendía de su labio. El brujo tornó su expresión mientras se incorporaba.
-Espero que el aviso haya quedado bastante claro.-dijo el mago mientras permanecía en una postura de superioridad.
-Lo que ha quedado claro... es que no sabes quien soy...

Los ojos de Azrhael se tornaron oscuros mientras las líneas de la piel de su brazo brillaban más que nunca en ese tono púrpura característico de su maldición. Una especie de látigo mágico cruzó rápidamente la distancia entre él y su oponente para rodear el cuello del mago. Khaden intentó deshacerse el yugo maléfico pero fue demasiado lento, antes de que pudiera reaccionar, Azrhael había logrado atraparlo y con ello había conseguido tenerle en el punto que necesitaba para acabar con él. El brujo no tuvo contemplaciones en asfixiar poco a poco a su adversario mientras este comenzaba a elevarse en el aire sujeto por el oscuro látigo. Ni siquiera se detuvo cuando el resto del grupo llegó al anden, ni tras oír los gritos de Ireli que era sujetada por el resto de sus compañeros para que no interfiriera en la batalla.

Khaden intentaba liberarse de aquella fuerza pero sentía cada vez más la falta de aire. En su último aliento el mago aprovechó para liberar su mente de las ataduras demoníacas y realizando un ligero gesto con la mano el mago desapareció de repente. Azrhael miró a su alrededor anonadado, preguntándose como había logrado evitar su ataque. Bastaron unas milésimas de segundo para que la traslación mostrara de nuevo al mago. Su mirada fulminó al brujo que permaneció alerta a cualquier movimiento por parte del mago.
-Así que quieres jugar duro... yo también puedo ser duro...-amenazó Khaden realizando un hechizo que invocó un gran bastón cristalino de color azulado en su mano derecha.
-¡No! ¡Deteneos! ¡Parad!-gritó Ireli que forcejeaba con el resto de sus compañeros.
Lynnette y Jace agarraron a la joven por los brazo mientras que Brandon se colocó delante de ella para evitar que saliera perjudicada.
-Esta no es tu guerra Ireli...-susurró el mercenario mientras se giraba para tranquilizar a la paladina.

Khaden invocó varió misiles arcanos que de dirigieron rápidamente hacia el brujo. Azrhael cogió su bastón colocándolo frente a él en posición vertical. Los misiles chocaron con un escudo mágico que protegía al brujo. Tras parar cada uno de los ataques, lanzó varias descargas de las sombras que giraban en el aire con la intención de neutralizar al mago. Khaden esquivó los ataques mientras avanzaba rápidamente hasta la posición de su enemigo. Sus manos se movieron al mismo tiempo para lanzar una gran tromba a escasos metros del brujo, pero Azrhael se apartó a tiempo. Aprovechando la falta de energía del mago y por lo tanto su escasa potencia de fuego, el brujo golpeó con el bastón al mago en el pecho y acto seguido atravesó con la punta afilada situada al extremo inferior del mismo, el pecho de su enemigo.

El mago cayó de rodillas con la cara desencajada mientras una gran mancha de sangre roja cubría su camisa, que aumentó de tamaño cuando el brujo extrajo en un rápido movimiento la punta de su arma. Los gritos de asombro del grupo cesaron ante los oídos de Khaden, que miró el suelo desorientado mientras se precipitaba de rodillas. Los ojos del humano se fijaron en sus manos que comenzaron a brillar, y poco a poco ese extraño brillo azulado se convertía en nada. Desapareciendo completamente de aquel lugar sin dejar rastro alguno tal cual haría un mero reflejo.

Azrhael bajó su arma relajado preguntándose que diantres había pasado. Fue entonces cuando sintió un sólido dolor en el cuello que golpeaba su garganta impidiéndole respirar.
-Te has metido con el mago equivocado...-dijo Khaden que sujetaba fuertemente el bastón con el que intentaba asfixiar a su adversario.
Azrhael cayó lentamente de rodillas mientras agarraba el arma de su enemigo que apretaba su cuello con la intención de liberarse. El brujo arrastró lentamente sus manos hasta agarrar las muñecas del mago y comenzó a desprender calor quemando la piel de su enemigo.

Khaden soltó el bastón rápidamente desprendiendo un grito de dolor. El brujo aprovechó la situación y alcanzó el arma de su enemigo con la que segundos después le golpeó en el costado rompiendo la vara en varios trozos.

El mago se abalanzó hacia el brujo y forcejearon inmersos en una despiadada pelea mientras rodaban por el suelo del anden. Azrhael golpeó la cabeza del mago contra el suelo haciendo que Khaden quedara algo aturdido. La manos del brujo se aferraron al cuello del mago que no pudo hacer nada por defenderse.

-Llegó tu hora mago... despídete de una vez por todas...

Un estruendo desvió la atención del brujo que se percató de que el tranvía se aproximaba a la zona y volvió a centrarse nuevamente.

-¡No lo hagas Azrhael! ¡No lo mates!- gritó Ireli desde la entrada del túnel donde estaba situado el resto del grupo.

El brujo ignoró las palabras de la joven

Ireli miró impotente la escena mientras veía como su maestro moría lentamente bajo las manos del brujo. De repente sintió como una brisa acarició un mechón de cabello que descansaba junto a su rostro, mas que una brisa pareció un susurro, un silbido. La joven no tuvo tiempo de desviar la mirada cuando la flecha ya había atravesado la distancia y había logrado perforar el hombro del brujo.

Azrhael soltó un alarido de dolor ante el disparo.

-La próxima no fallaré.-amenazó Isnalar que se acercaba con paso decidido hasta el brujo.

Los vagones se detuvieron en el pasillo subterráneo situado frente a ellos. Azrhael subió lentamente ayudado por la huargen y se giró hacia el grupo. Miró a Ireli y extendió el brazo donde no tenía clavada la flecha mientras Licaia se encarga de evitar que perdiera más sangre de la necesaria.


Ireli miró a Azrhael con sus ojos empañados en lágrimas mientras éste permanecía expectante en el vagón.

-Lo siento Azrhael... no puedo hacerlo...-dijo Ireli mientras corría hasta el cuerpo del mago que yacía inconsciente en el suelo.


El tranvía se puso en movimiento poniendo distancia entre ambos bandos, y alejando así a Ireli y al resto del que había sido hasta entonces su protector, sin saber si volverían a reencontrarse algún día.

_________________________________

Para la trama del grupo de Ireli & Cia, el grupo deberá elegir entre uno de los dos finales existentes.

Si el grupo decide quedarse con Azrhael...




Viajaran a través de Azeroth para ayudar a desentrañar el misterio del libro y vencer los resquicios del alma de Kanrethad. El grupo estará dirigido por Azrhael Darkhollow.

Si el grupo decide quedarse con Khaden...



Volverán a cavernas del tiempo donde descubrirán las intenciones que tenía el traidor Kairoz, y se prepararán para la futura batalla con el poderoso dragón en Draenor. El grupo estará dirigido por Khaden Green.

martes, 3 de marzo de 2015

Prólogo Cap II - El imperio del sol


Hacía ya horas que la noche había arropado aquellas tierras, sin embargo, en aquel sombrío bosque la oscuridad permanecía indemne sin albergar siquiera un atisbo de luz en todo el día. Las hojas de los arboles se agitaban por la calurosa brisa, que acompañaba el aire con el característico tintineo que producían los numerosos artefactos y objetos que aquella majestuosa raza de pájaros humanoides colgaban entre las ramas de los mismos. Ruuan el vidente no dejaba de dibujar círculos en la tierra, círculos que para otro ser quizás no tendría significado alguno, pero para él era su futuro, el futuro de toda su raza. Faltaban pocos minutos para la medianoche, y aunque los preparativos ya estaban listos, el resto del consejo no había llegado. El arakkoa agitó la cabeza nervioso mientras se apresuraba a terminar el principio de lo que conllevaría el ritual.

Las frondosas ramas se agitaron compulsivamente mientras eran apartadas por el resto del grupo de arakkoas que componían el consejo. Los tres arakkoas se reunieron en silencio alrededor del círculo, esperando que Ruuan terminara de ultimar los detalles del conjuro.

-El ritual está....listo ¡Gruuak!- susurró el vidente alterado e impaciente por los hechos que ocurrirían a continuación.
-¿Qué has visto esta vez vidente?-preguntó con un profundo tono Kurekk, el guardia de la garra.

Ruuan se tomó unos segundos antes de responder. Paseó tranquilamente alrededor del círculo observando con orgullo la perfección de los símbolos que contenían el ritual. Los arakkoas, o al menos muchos de su raza habían sido antes seres poseedores de una gran fe por su mayor deidad, la diosa Rukhmar, o lo que ellos creían, la encarnación del sol. Durante años, décadas o quien sabe si siglos, habían basado sus costumbres y creencias en ella, sin embargo, esa era había quedado eclipsada tiempo atrás, como la oscuridad de la noche apagaba lentamente la radiante luz de un soleado día. El vidente prefería no pensar en ello, ni tampoco en las consecuencias que tuvieron los actos de su gente, su nueva gente, los arakkoas desterrados. Ahora las sombras era su nueva creencia, y el dios Anzu avivaba la esperanza de que algún día llegaran a sobreponerse contra sus antecesores. Ruuan suspiró al ver el círculo plagado de los numerosos símbolos y runas, y pensó que aún debían de sufrir mucho hasta llegar a ese ansiado momento.

El vidente encrespó su plumaje verdoso y azulado mientras la profundidad de su mirada recorría los rostros de cada uno de los presentes, aquellos que eran sus hermanos.
-He visto... nuestro... fin... ¡Gruuak!- confesó el vidente con la voz entrecortada.

El grupo permaneció en silencio unos segundos mientras movían sus cabezas involuntariamente de manera agitada.
-Vidente, no es la primera vez que ves nuestro fin...-dijo un sacerdote de las sombras.
-Ishaal tiene razón... ¡Gruuaak!, ya viste nuestro fin cuando los orcos construyeron el portal en la selva...- dijo Raastok el arúspice oscuro.- Entonces dijiste que...
-¡Pero los forasteros se interpusieron!-interrumpió el vidente mientras encrespaba su colorido plumaje.-Los forasteros evitaron que eso sucediese ¡Gruuak!
-También aseguraste que el vacío creado en Sombraluna absorbería todo el mundo... destruyéndolo...-afirmó Ishaal
-¡Así es, Gruaaak! ¡Pero una vez más los forasteros lo evitaron!
-¿Y qué ocurrió con el templo de los Draenei? El templo de las almas debía explotar... aseguraste que muchos de los nuestros morirían con ello ¡Gruaak!-dijo el guardia de la garra Kurekk.
-¡También es cierto, Gruaak! Pero los forasteros...
Kurekk abofeteó al vidente, que aunque no fue un doloroso golpe se vio sorprendido por el impetuoso acto del guardia.
-¡Estoy cansado de oír de esos forasteros, Gruaak!-gritó Kurekk- Cada uno de ellos que mis ojos han conocido estaban muertos... ¿Cómo es posible que sean tan poderosos entonces, Gruaak? ¿Por qué ellos son capaces de evitar el futuro y nosotros no?
Ruuan permaneció en silencio mientras se acariciaba con su garra la zona donde había recibido la bofetada. El vidente sabía que no le creerían de nuevo, no una cuarta vez... al igual que conocía a cada uno de ellos y la paciencia no era algo que predominase en su gente.
-No conozco todas las respuestas hermanos... yo solo veo lo que ocurrirá a nuestra gente... os he mantenido seguros y protegidos todo este tiempo... Gruuaak...
-Lo sabemos vidente, pero nuestra paciencia tiene un límite, la batalla contra nuestros hermanos del aire ha comenzado...
-¡Esos ya no son nuestros hermanos Ishaal, cuida tus palabras Gruaak!-dijo Raastok alzando la voz.
-Aún así, la batalla se avecina... y Terokk... ya no está aquí para protegernos... para guiarnos y mantenernos unidos...Gruaak...

Los cuatro arakkoas allí presentes desprendieron un suspiro mientras agachaban sus cabezas apesadumbrados. Ruuan arrancó un colgante que llevaba al cuello con sus manos. El objeto de color oscuro azabache con vetas púrpuras poseía un gran poder, ya que estaba en parte compuesto por unos poderosos cristales que toda su raza conocían bien y de los cuales sus enemigos se estaban adueñando para crear una tecnología altamente destructiva.

-Si no queréis creerme... Gruuaak... al menos miradlo con vuestros propios ojos...

El vidente susurró unas extrañas palabras mientras agitaba el colgante a modo de péndulo sobre los círculos dibujados en la arenosa y polvorienta tierra. De repente Ruuan dejó caer el objeto, que descendió con gran celeridad, pero antes de tocar el suelo se detuvo flotando en el aire. La arena comenzó a girar alrededor de la brillante reliquia mientras permanecía contenida en los límites del círculo tallado. El grupo observaba atónito aquella columna de tierra que se alzaba frente a sus ojos.

-¡Mostradnos el devenir de nuestra raza Gruuak!-gritó el vidente.

Repentinamente el remolino de arena dejó de girar, y toda la tierra que se había elevado cayó al suelo. Dentro del círculo, varios picos de tierra comenzaron a crecer, uno tras otro iban apareciendo lentamente sin dejar de aumentar su tamaño. Los arakkoas miraban ensimismados como dentro del gran círculo se forjaba el paisaje donde se encontraban, las cumbres de Arakk. Cada montaña, cada bosque, cada ínfimo pedazo de aquel lugar aparecía representado en esa maqueta de arena. Ruuan permanecía concentrado en el conjuro, mientras el paisaje crecía y crecía aventurándose y cubriendo parte del suelo situado al exterior del círculo. El valle Sombraluna, Talador o incluso parte de Nagrand crecieron ante ellos como si de un dibujo que cobraba vida lentamente se tratara.

Tras varios minutos el paisaje dejó de crecer, todo pareció paralizarse por unos instantes, hasta que en lo alto de una de las montañas más altas se creó el Trecho celestial.

-Es el trecho...-susurró el arúspice oscuro.

Una luz brilló en lo alto de aquella montaña de arena, el brillo era como el mismo sol, igual de imponente y cegador. Fue entonces cuando la luz situada en lo alto de aquel poblado habitado por los adeptos de Rukhmar, se convirtió en una línea luminosa que descendió rápidamente hasta el suelo. La ardiente luz arrasaba allá por donde pasara, destruyendo poblados tanto de los desterrados como de cualquier otra raza. Sin embargo algo desconcertó al grupo. El rayo resquebrajó parte de Arakk, y toda la tierra de aquel mundo en miniatura comenzó a temblar. El temblor continuó durante minutos, hasta que cumbres de Arrak se partió en dos. La parte sur comenzó a separarse del resto mientras se hundía bajo el agua, todo parecía ser engullido por el mar, incapaz de mantenerse a flote. A pesar de que aunque el Trecho celestial iba hundiéndose junto al resto, el rayo siguió perforando sin descanso todo lo que hallaba a su paso, creando un gran grieta en Sombraluna o aniquilando por completo partes de Talador o Nagrand.



El amuleto del vidente dejó de brillar y todo el paisaje desapareció.

-Los adeptos... Gruuak... destruirán todo....-dijo Ishaal atreviéndose a cortar el silencio que había provocado entre ellos la visión que acababan de presenciar.
-Debe haber algo que podamos hacer... Gruuak... debemos preparar a los nuestros, prepararlos para luchar... para acabar con los seguidores de Rukhmar como debimos hacer tiempo atrás...
-Nada de eso nos salvará hermano Raastok-afirmó el vidente.- En la visión...Gruuaak... ya se presupone que nosotros intentaremos impedirlo... y así termina nuestro final.
-¡Imposible vidente! ¡Debe de haber alguna forma! ¡Gruuaak! ¡Debe detenerse como las veces anteriores!- gritó Kurekk mientras se agitaba entre nervioso y asustado.
-Nosotros nunca lo detuvimos Gruuak, fueron los forasteros... ellos son los que hicieron que las visiones no se cumplieran.
-¡Pues hagamos que ellos solucionen esto vidente!-propuso Raastok
-Pero los forasteros de estas tierras... están... Gruuak... muertos..., los espíritus de ellos vagan por los bosques... poco podrán hacer para ayudarnos ya...
-Entonces buscaremos más forasteros... forasteros nuevos y más fuertes que nos ayuden.- dijo Kurekk convencido de sus palabras.
-¿Cómo haremos tal cosa?...¡Gruuaak!
-Nos separemos y encontraremos forasteros que quieran Gruuak, salvar el mundo.-ordenó Kurekk- Ishaal, tu irás hacia el Este...donde la brisa siempre es fresca y la noche cubre los azules bosques llenos de cuervos..Gruuaak. Raastok, tu viajarás hacia el Norte, donde la luz del templo de las almas ilumina a su alrededor y los arboles y pájaros son como el bronce...Gruuak. Y yo viajaré hacia el Noroeste, donde el viento es frío y los vastos prados de nieve cubren todo lo que alcanza la vista Gruuaak.
-¿Qué ocurrirá... Gruuaak... si no lo conseguimos?- preguntó Ishaal
-Si tan solo uno lo consigue... quizás logremos salvar a los nuestros... Gruuaak.- respondió el vidente mientras recorría con la mirada a cada uno de los presentes.
-Rezad para que Anzu nos ayude...Gruuaak.


________________________________________________


Un nuevo mal amenaza con destruir el nuevo mundo en el que los miembros de la Orden se encuentran. Tras haber derrotado al clan Sombraluna y haber salvado el templo Auchindoun, nuestros héroes se enfrentarán a un reto aún mayor: Los Adeptos de Rukhmar. Estos seres que antaño gobernaron Draenor están tan desesperados que desatarán un terrible poder capaz de poner en peligro todo su mundo.

Los miembros de la Orden deberán luchar contra estos nuevos enemigos, criaturas salvajes, orcos de la horda de hierro y un sinfín de adversarios que intentarán acabar con su principal objetivo, acceder al lugar donde se encuentra el foco de poder: El Trecho Celestial. 

Sin embargo esta vez el grupo actual de la orden no jugará solo en esta partida. Poco a poco se unirán nuevos grupos que intentarán alcanzar el mismo objetivo que ellos con igual o diferentes intenciones, convirtiendo este capitulo de la trama en una trepidante competición donde solo los mejores accederán a la ciudad de los seguidores de Rukhmar y desentrañarán el secreto que ahí les aguarda.

Con cientos de victorias a sus espaldas, el primer grupo compuesto por los salvadores de Sombraluna y Auchindoun viajarán hasta Cumbres de Arakk para encontrarse un gran misterio de luz y oscuridad que envuelve a la mistica raza conocida como los Arakkoas. ¿Serán capaces de alzarse victoriosos una vez más frente a sus contrincantes?


Tras sus fracaso en Gorgrond, este nuevo grupo formado por algunos de los miembros de la Orden partirán hacia Arakk con el fin de encontrarse con sus amigos, sin embargo una vez allí se verán inmersos en una gran prueba que les llevará más allá de lo que podian imaginarse. ¿Serán esta vez capaz de demostrar que ellos también merecen su lugar en la Orden?


Sedientos de venganza, los Filos de las Sombras descubrirán dentro de poco que sus archienemigos, los miembros de la Orden, no están tan lejos como esperaban. Será entonces cuando este grupo compuesto por razas de la Horda tendrá que decidir si enfrentarse a ellos o esperar pacientemente a que llegue su momento. ¿Podrán los Filos de las Sombras vencer las adversidades de Arakk para sobreponerse a la Orden, o caerán a manos de los peligros que esconde esa oscura tierra?


Próximamente en Capítulo II - El imperio del sol...