(Atención:
Esta serie de relatos no guardan influencia ni predicen nada con
respecto a la trama de ''La Orden Eterna'', han sido creados
simplemente para divertimento de sus miembros.)
Año
2050 aproximadamente, planeta tierra.
La
humanidad se sumerge en un mundo de gran avance tecnológico donde
las enfermedades y preocupaciones de años atrás carecen de
sentido. El cáncer, el sida, o cualquier enfermedad que otrora
causaba estragos, ahora son curadas fácilmente con una
simple inyección.
El
sistema de gobierno es único y abarca el planeta
en prácticamente su totalidad, donde una persona
lidera todos los países desarrollados, y donde
los países subdesarrollados son explotados con el fin
de crear o expandir las numerosas metrópolis que conforman
el 80% de la tierra firme, cayendo así bajo el liderazgo del mismo
gobierno que los países de mayor riqueza.
Sin
embargo, el avance no ha podido solventar una nueva enfermedad que
asola a la población de esta éra. Las personas que contraen dicha
enfermedad mueren en pocos días tras una grave afección al sistema
nervioso. Se desconoce la razón por la que se produce, y no existe
cura. Excepto una.
Una
persona de cada millón es capaz de curar dicha enfermedad.
Estas personas poseen el poder de la luz, desgraciadamente
aunque ésta sería una razón de esperanza, está lejos de ser así.
Las personas tocadas por la luz son capaces de sanar no solo esa
enfermedad, sino cualquier otra, además de contagiar su don a
aquellos a los que sanan. En cambio la clase alta y los
destacamentos políticos ven esto como una amenaza en toda
regla, en un mundo sin enfermedades, sus ganancias y poder a
base de la venta de fármacos agonizaría en pocos años. Razón por
la cual el gobierno se guarda de encontrar, perseguir y eliminar a
estas personas especiales, aprovechando que la mayoría de la
población desconoce de la existencia de éstos.
Son
muy pocos los que sobreviven al incesable acoso que reciben por parte
de asociaciones dedicadas a su aniquilación, y menos aún los que
logran salvarse. Un grupo compuesto por varias personas entre las que
se encuentran algunos de los ''tocados por la luz'', forman la
resistencia. Reciben el nombre de la Orden, y son liderados por una
criatura de origen y época desconocida cuya finalidad
es la de evitar que esta guerra comience, una guerra que no se libra
en las calles, sino en las sombras.
El
sonido del pisar en los charcos de las cloacas era lo único que se
oía mientras el grupo avanzaba rápidamente por los
oscuros túneles subterráneos. Garrett se detuvo unos
segundos mientras analizaba un mapa con forma de gráfico
azul eléctrico proyectado desde su dispositivo móvil.
-A
la derecha hay una salida, lleva hasta un callejón aislado.- susurró
a sus acompañantes
El
grupo continuó por el camino indicado hasta encontrarse con la
escalerilla que ascendía hasta la apertura de la alcantarilla que
conectaba el túnel con el exterior.
Garrett subió rápidamente abriendo con fuerza el
resistente mecanismo a presión que la mantenía anclada al
suelo.
Mientras
tanto en el exterior la lluvia arreciaba, la ciudad se sumergía en
la ruidosa e incansable actividad nocturna de la metrópolis. Se
encontraban en el oscuro y sucio callejón que había predicho
momentos antes. Garrett ayudó a Nizdorni a subir, mientras que Caleb
aún permanecía en el túnel.
-No
tenemos mucho tiempo... siento que están
cerca...-dijo Nizdorni con la mirada perdida en el
horizonte.
Garrett
descendió nuevamente en busca de su compañero, una vez abajo
observó como éste permanecía inmóvil, con el brazo extendido
hacia el lugar por el que habían avanzado. Alrededor del brazo de
Caleb se había creado una barrera luminosa que amenazaba con impedir
el avance de aquellos que les perseguían.
-Caleb
debemos irnos, no nos queda mucho tiempo.
-Debéis marcharos,
lograré entretenerlos lo suficiente para que podáis escapar.
-Caleb
no seas estúpido...
-Sabes
que es la única forma de que consigáis salir de
ésta,-interrumpió- para que... todo vuelva al principio.
Caleb
miró seriamente a Garrett, ambos sabían que no había más opción,
pero a estas alturas ya habían tenido que presenciar la muerte de
todos sus compañeros. Cada vez que algo así ocurría, Garrett sentía
como si una parte de él, de su humanidad, desapareciera con
ellos. Eran incontables las veces que sus compañeros se habían
sacrificados por ellos, por la esperanza de que alguna vez
consiguiesen su objetivo final.
Garrett
selló la alcantarilla tras de sí. Su triste mirada se cruzó con la
de Nizdorni y sintió como si ya hubiese vivido
esta situación años atrás, de hecho así había
sido en numerosas ocasiones.
Nizdorni
no podía pensar en otra cosa que en las últimas palabras de
aquellos que habían sido sus compañeros, dolorosas palabras que les
habían dedicado segundos antes de sacrificarse. Una lágrima
recorrió su rostro para caer en la oscuridad de la noche que
inundaba aquel lugar. La joven despejó de su mente
todos aquellos recuerdos mientras corría junto a Garrett por
un sinfín de sombríos y desolados callejones. Ahora
no podía distraerse, debían lograr escapar como fuera, solo
contaban con una oportunidad para lograrlo.
Mientras
avanzaban podía escuchar sus voces acercarse a lo lejos, sus piernas
comenzaban a flaquear aunque su mente se negaba a rendirse. Habían
logrado sacar un poco de ventaja a sus perseguidores pero aún podían
sentirlos tras de sí, esperando darles caza en cualquier momento.
Ambos deberían valerse de su astucia y poder si
pretendía salir de allí con vida. Su cuerpo similar al de una niña
de doce años aparentaba debilidad y torpeza, pero en sus ojos podía
verse la sabiduría y el poder que se escondían en su
interior, ya que a veces las cosas no eran lo que realmente
parecen, y esa ''niña'' había vivido ya cientos de años.
De
pronto se oyó una clara explosión entre los numerosos ruidos que
componían la sinfonía característica de la noche urbana.
Garrett
se detuvo girándose rápidamente hacia el lugar que habían dejado atrás
Caleb...
pensó.
-Garrett
debemos continuar.- dijo la pequeña Nizdoni mientras tiraba inútilmente del robusto y pesado cuerpo de su compañero.- Si no continuamos,
sus muertes habrán sido en vano.
Garrett
miró a Nizdorni de forma apesadumbrada y ambos continuaron corriendo
por aquel laberinto de callejuelas.
Nizdorni
siguió corriendo mientras vislumbraba a lo lejos lo que parecía ser un
gran muro que bloqueaba el camino. Lo
que faltaba... sin salida, pensó.
Mientras sus piernas corrían automáticamente, la joven cerró los
ojos para canalizar energía arcana hacia sus manos. Nizdorni realizó
unos gestos extraños mientras susurraba palabras sin sentido para
cualquier persona corriente. Sus manos comenzaron a iluminarse con un
aura cristalina. La joven abrió los ojos cuando se encontraba a
escasos metros del muro, extendió su brazo hasta posar su mano
derecha en éste mientras que con la izquierda tomó la mano de su
compañero. El tiempo pareció ralentizarse, varias ondas de energía
pasaron desde su mano hacia el muro y segundos después la mano de la
joven se hundió entre la fría piedra que formaba la barrera. Ambos
se imbuyeron completamente en el muro apareciendo al otro lado de
éste. En cuestión de segundos lo habían atravesado completamente dejándolo intacto.
Una
vez al otro lado, tendrían el tiempo suficiente para desaparecer
definitivamente de aquel lugar.
Antes
de realizar el ritual que la devolvería a su hogar, dedicó unos
segundos para recordar todo lo que habían vivido en los últimos años, intentando alcanzar la razón por la que habían vuelto a fallar. Por su mente recorrían recuerdos de esperanza que rápidamente quedaban eclipsados por otros de dolor y muerte.
La
orden había sido aniquilada de nuevo, pero otra vez renacería de
sus cenizas, como tantas veces antes...
-Garrett,
necesito tan solo diez minutos...- dicho esto la joven de cabellos
blancos como la nieve comenzó a concentrarse creando a su alrededor
numerosas auras de energía que giraban de forma milimétrica creando
una secuencia armónica alrededor de su menudo cuerpo.
Garrett
miró su reloj, había pasado una hora desde la media noche. Activó
el cronómetro con un par de minutos más del tiempo que su compañera
le había indicado mientras miraba a su alrededor. Se encontraban al
final de un callejón sin salida, sabía que habían logrado
despistar a sus enemigos atravesando el muro que separaba ambas
calles, pero era solo cuestión de tiempo que lograran encontrarlos, y
diez minutos era mucho tiempo en ese preciso instante.
El
fornido joven de cabellos oscuros se colocó con decisión delante de
Nizdorni, la única desembocadura del lugar donde se encontraban
estaba frente a él, era sin duda el único modo de acceder hasta
ellos.
Cerró
los ojos mientras extendía la mano hacia el frente. Debía hacer
acopio de todas sus energías, de todo su poder, ya que esta era su única oportunidad.
En
la palma de su mano se creó una pequeña esfera de luz, que poco a
poco fue creciendo. La esfera fue aumentando de tamaño, expandiéndose hasta
conseguir abarcar el tamaño de una manzana, de un escudo, e incluso
tras un par de minutos de una cúpula de color ámbar que cubría a ambos protegiéndolos de la amenaza que se cernía en el exterior.
Garrett
continuó fortaleciendo la cúpula mientras Nizdorni permanecía
intacta en el mismo lugar concentrada. El joven ojeó rápidamente su
reloj, quedaban cuatro minutos para que Nizdorni terminara el portal.
De
pronto varias personas se arremolinaron junto a la cúpula, la textura
rugosa y amarillenta de ésta no permitía ver más que sombras, pero
no hacía falta saber más, eran ellos.
Una
bala impactó contra el escudo de luz, y después muchas más continuaron el mismo destino. Cada una de ellas creaba una pequeña
grieta en la pared protectora, haciendo que la barrera se fuese agrietando gradualmente.
-Nizdorni...
no resistiré mucho más...
Garrett
se mantuvo firme con los brazos extendidos mientras canalizaba todo
su poder hacia las pequeñas aperturas que los disparos estaban
causando. Una bala logró cruzar la pared de luz rozando el brazo del
joven rasgando la ropa y piel que se interponían en su camino.
Garrett aguantó el grito. Apoyó durante un instante una de sus
manos en la herida, acelerando la cicatrización de ésta en cuestión
de segundos.
Nizdorni
abrió los ojos, se acercó rápidamente hasta su compañero y tocó
su brazo. En ese preciso momento la cúpula se quebró en pedazos,
las balas surcaron la distancia entre ellos y sus enemigos, pero de
repente todo se paralizó. Todo a su alrededor comenzó a deshacerse, las
paredes de los edificios parecían fragmentarse mientras caían a su
alrededor, sus enemigos desaparecieron sin dejar rastro, el suelo que
pisaban cambió por un nuevo pavimento y todo el ruido de aquel lugar
enmudeció.
Todo
lo que tenían antes sus ojos desapareció dando lugar a un nuevo paisaje. Un nuevo entorno que surgía a su alrededor de manera progresiva como si se tratara de un lienzo el cual el pintor va dando
vida y color.
Garrett
respiró aliviado mientras examinaba el lugar en el que se
encontraban. Estaban bajo la oscuridad que les otorgaba un pequeño
puente, la vegetación crecía más allá del suelo que pisaba, el
suave olor del ambiente les embriagó dando lugar a una serie de
recuerdos que hacía tiempo que habían dejado ocultos en algún
lejano rincón de sus mentes.
Era
la sexta vez que habían viajado en el tiempo para obtener su propósito, al menos la sexta vez para Garrett, ya que nadie había averiguado nunca el tiempo que la pequeña Nizdorni llevaba
recorriendo mundos y épocas.
Un
sentimiento exaltó al joven, era el mismo de siempre. ''Esta vez
saldrá bien'' pensó.
La
alarma del reloj llamó la atención de ambos con un pitido
intermitente, el marcador había llegado a cero.
-Garrett,
el cambio...-Nizdorni decidió avanzar unos pasos en sentido opuesto alejándose de su compañero, con el fin de hacer que la situación
fuera menos embarazosa de lo que ya era de por sí, dejándole así
algo de intimidad.
Garrett
se giró dándole la espalda a Nizdorni mientras se desvestía rápidamente. Dejó con presteza a un lado toda su ropa y accesorios,
quedando totalmente desnudo mientras esperaba pudorosamente a que
sucediese ''el cambio''.
Comenzó
a sentir como su cuerpo cambiaba, no era una sensación dolorosa,
pero sí molesta. Su cuerpo se adaptaba sin su consentimiento a las características de la época y lugar al que habían viajado, cambiando por completo todo lo
que provenía de una fecha ajena a la actual, incluido él mismo.
Garrett
cerró los ojos y respiro profundamente, sintió dentro de sí mismo
como si su cuerpo se contrajese y expandiera rápidamente. Su cabello
extremadamente corto de color azabache creció hasta la altura de la mandíbula aclarándose hasta alcanzar un tono rubio al igual que sus
cejas e incipiente vello facial. Sus iris comenzaron a teñirse de
azul sobreponiéndose al color marrón que hasta entonces poseían. Su
anchos brazos y piernas, su robusta espalda y su corpulento torso dio
lugar a un atlético y marcado cuerpo, menos fornido que el anterior
pero mucho más ligero. El color de su piel se aclaró levemente al
mismo tiempo que sus cicatrices desaparecían del lugar donde se
habían encontrado los últimos años. Las facciones de su rostro se
transformaron tomando unas lineas menos exageradas pero que
continuaban con un contorno marcado.
Tomó
su ropa con cuidado percatándose de que al igual que él, también había cambiado. La prendas de tejido elástico que se adhería a su
cuerpo como una segunda piel habían dado lugar a un tejido incomodo
y muy poco flexible. Garrett se puso los pantalones vaqueros
sintiendo como se ceñían a sus piernas para dificultar sus movimientos.
Se puso también su nueva camiseta negra de algodón y la chaqueta
compuesta por un tejido que en rara vez había vestido, se trataba de
cuero, incluso las pesadas nuevas botas parecían pesar más de lo
que sus nuevos pies pudiesen soportar. Su dispositivo móvil cambió de un sofisticado y avanzado modelo a un compacto aparato negro de
forma cuadricular que poseía un tamaño inferior a la palma de su
mano, y su avanzada pistola había dado lugar a una 9mm.Intentó
mirar su nuevo aspecto en el reflejo de la pantalla de anticuado
aparato, pero la oscuridad de la noche impidió su propósito.
Mientras
acariciaba sus cabellos intentando acostumbrarse a su presencia,
pensó en la de veces que había cambiado de aspecto. A diferencia de
Nizdorni, cada viaje en el tiempo le había proporcionado un físico distinto durante los años que permaneciera en esa época. Hacían ya
tantos años que había comenzado sus andaduras junto a su compañera
que a estas alturas no recordaba como era su propio rostro de antes
que todo esto comenzara.
Terminó de atarse las botas mientras
intentaba descifrar el año exacto en el que se hallaban sin lograr siquiera aproximarse. Caminó
pausadamente hasta el lugar donde se encontraba Nizdorni, que
observaba absorta el paisaje a su alrededor.
-Gracias
por...-Garrett se detuvo al oír su nueva voz, que junto con todo su
nuevo cuerpo había dejado de ser tan robusta como la anterior.-
Gracias por hacer esto mas fácil.
Nizdorni
soltó una risita. La pequeña observo cautelosamente a su compañero.
-Vaya,
no estás nada mal...-animó sinceramente las dudas que yacían en el
interior de Garrett.
-¿Lo
dices en serio?
-¡Por
supuesto!-respondió rotundamente.- Has tenido mucha suerte esta vez,
recuerdas aquella ocasión en la que...
-Por
favor no sigas, ya casi había logrado olvidarme de aquello.-
interrumpió mientras observaba en el rostro de la joven que todo
esto le causaba una gran diversión.
Garrett
estiró los brazos mientras sentía como la chaqueta tiraba de sus
hombros hacia atrás.
-Creo
que la ropa ha encogido... o se ha endurecido.
-Mmm..., creo que es así.
-¿Estás
segura?-preguntó mientras la miraba incrédulo por el comentario.
-Sí,
aquí todo es muy distinto a la época de la que venimos.
Ambos
continuaron caminando hasta encontrarse en un sendero que cruzaba el
parque donde habían ido a parar.
-¿Sabes
ya donde nos encontramos?
-Estamos
en Central Park, en Nueva york, exactamente en el año 2015.
El
joven permaneció perplejo mientras miraba a su alrededor, nunca
antes habían retrocedido tan atrás en el tiempo, no sabía que
tenía planeado Nizdorni, pero ninguno de sus compañeros de la Orden
habían nacido aún. Solucionar un problema que aún no había tenido
lugar iba a ser extremadamente complicado, además del periodo de
adaptación que iba a sufrir irremediablemente. Anteriormente había leído acerca de principios del siglo XXI, pero nunca lo había visto
ni vivido tan de cerca.
-Nizdorni...
¿Por qué hemos retrocedido tanto en el tiempo? aquí aún no existe
la resistencia, ni siquiera la amenaza que desea destruirnos.
Nizdorni
se tomó unos segundo antes de responder, sus palabras se hacían
esperar pero a cambio nunca daba una respuesta errónea o abierta a dudas.
-Siempre
que hemos intentado poner fin a esta guerra, hemos retrocedido algunos
años para reunir a los miembros de la Orden. Pero el problema ya
existía, el peligro ya andaba sobre las calles. Quizás sea hora de
poner fin antes de que todo empiece.
-¿Cómo
lo haremos si ellos aún no han nacido?
-Reuniremos
a sus padres...
Garrett
enarcó una ceja ante la respuesta de Nizdorni. Nunca antes habían
probado algo semejante, en las numerosas ocasiones en la que habían
sido derrotados, siempre terminaban retrocediendo algunos años para
volver a reunirlos a todos, y una vez conseguido tal propósito,
intentar acabar con el sistema Sigma. Desgraciadamente nunca lo
conseguían, el sistema Sigma poseía la tecnología e influencias
necesarias para encontrarlos, y como habían demostrado en cada una
de las ocasiones que habían vivido, siempre terminaban eliminándolos uno a uno.
Caminaron
en silencio durante algunas horas. Garrett necesitaba adaptarse tanto
a su nuevo cuerpo y época en la que se encontraba, como a
las pérdidas de sus compañeros. Nizdorni decidió no romper la armonía del momento, hacía ya décadas que había conocido a Garrett,
y sin duda alguna había sido el mejor de sus caminantes. Sabía que
podía confiar en él, sabía que era intrépido y poderoso, pero
había un aspecto que le preocupaba enormemente. En cada viaje, tras
cada pérdida, Garrett se volvía más frío, más duro.
Ambos
salieron del parque por la esquina noreste, para adentrarse en la
5th avenue. Nizdorni rara vez se sorprendía de los
cambios que acontecían en el planeta entre cada uno de sus viajes,
sin embargo en esta ocasión observaba con curiosidad la fascinación con la que su compañero disfrutaba de esos cambios.
-¿Podrás cuidarte solo?
-Claro...en
cuanto me acostumbre a ello.-sonrió a su interlocutora mientras permanecía absorto en el decorado que daba lugar a la ciudad de Nueva York.- Estaré
bien, te lo prometo.
-Garrett, aquí la humanidad es bastante hostil... no creas que porque el
sistema Sigma no exista, no habrá peligro alguno. Intenta pasar
desapercibido.
-Tendré
cuidado...
-Ambos
nos hemos enfrentado a mucho, por favor no quiero que actúes con
venganzas personales de ningún tipo, ¿Entendido?
Garrett
se detuvo arrodillándose ante la pequeña Nizdorni. Sus ojos azules
se cruzaron con los ojos color bronce de la extraña criatura con
forma de niña que tenía frente a él.
-Te
prometo que estaré bien.- el joven dedicó una cordial sonrisa a su
confidente mientras acariciaba su mejilla.
-En
pocos días tendré que partir.-dijo Nizdorni mientras ambos
continuaban paseando por la gran avenida abarrotada de coches y
gentío incluso a las horas en las que se encontraban.- Viajaré a
Japón, buscaré al anciano.
-¿Qué
quieres que haga mientras tanto?
-Deberás
viajar a Francia.-Nizdorni cruzó la mirada con la del joven, ambos
sabían a quien se refería.
-Entendido.
Garrett
aceptó su misión, aunque dentro de su mente sabía que esta vez
todo sería muy distinto, no tendrían que convencer a sus amigos, a
aquellos que conocían desde hacía años, sino a sus antecesores, unos
completos desconocidos sumidos en un mundo de desconfianza y temor,
donde cosas como su don era algo totalmente desconocido para ellos.