martes, 27 de enero de 2015

¡Bienvenidos a la ciudadela!


¡La cámara de la recompensas ha sido destruida! Pero no os preocupéis, a partir de ahora podréis abasteceros y comprar aquello que hasta ahora obteníais en la cámara en la nueva ciudadela. 
Sí, lo habéis oído bien, la ciudadela de Bajaluna situada en Valle de Sombraluna, (o en su defecto en Ventormenta, Dalaran o cualquier ciudad decente) podréis obtener tanto on rol como imaginariamente vuestras armas, pociones, materiales o incluso aprender los nuevos hechizos y habilidades que deseéis.

¿Qué significa todo esto?

Bien, pues es tan fácil como darle forma y rol a algo que hasta ahora era imaginario. A partir de ahora la nueva pestaña que se implementará y que sustituirá a la actual cámara de las recompensas, representará a la ciudadela tal cual la conocemos. Antes de nada aclarar que no será necesario estar on rol en la ciudadela para aprender o comprar aquello que queramos, porque tanto en el resto de ciudades, fuertes o ya sea por encargo, podremos conseguir aquello que deseemos. Sin embargo on rol tendréis la oportunidad de hacerlo real, desde cambiar vuestra clase, talentos,... en el instructor de la ciudad, hasta comprar un tomo para aprender una habilidad nueva.

¡Los vendedores no aceptan puntos ni tan siquiera abrazos como método de pago!

Dejando de lado el tema de los abrazos, que si no os lo aceptan por algo será,... ¿Puntos? ¿Qué demonios habláis e puntos? Los puntos no existen como método de pago, lo que realmente tenéis en vuestras carteras es oro, oro de verdad. A partir de la creación de la ciudadela, todos vuestros puntos han pasado a convertirse en oro, con lo que no solo podréis comprar, sino también comerciar, vender, o incluso obtenerlos trabajando en los puestos de las ciudadelas, ah! y no solo puedes comerciar con oro y objetos con los vendedores, sino también con tus compañeros. Quizás alguno de tu grupo tengan esos objetos o piezas que tanto deseas y pueda dejártelo a un buen precio.

¿Cómo obtendremos el tan preciado oro?

Pues al igual que como hasta ahora, realizando misiones (capítulos) los ciudadanos, casas nobles, fuerzas de la alianza o aquellos que os contraten os pagaran por oros. Y no solo eso, también podréis vender a los vendedores objetos que no queráis y conseguir algo extra. Otra opción es trabajar en la ciudadela, donde además de unas monedas podréis conseguir restos y algún objeto útil.

El oro al igual que los puntos siguen siendo ligados al jugador y no al personaje, aunque on rol podéis hacer que vuestros personajes no poseen la totalidad de vuestro dinero, sino una parte.

¡Edificios!

En un principio no estarán todos los edificios, aunque con el tiempo se irán añadiendo poco a poco, al igual que no veréis utilidad a muchos de los objetos que conseguiréis hasta que se comiencen a desbloquear los edificios restantes.

Este es el listado inicial de edificios:

  Concejo  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Vida Extra
*Purificar
*Restaurar

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día

  Cuartel  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Habilidades básicas
*Habilidades poderosas
*Mejoras de habilidades
*Combo e intervenir
*Talentos
*Cambio de clase

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día

  Puesto comercial  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Pociones (de vida, invisibilidad,...)
*Materiales de profesión
*Armas épicas
*Cajas sorpresas
*Novedades que se irán incluyendo poco a poco.
Además el puesto comercial cuenta con:
*Subastas periódicas
*Ofertas especiales

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día además de algún objeto útil.

  Bunker  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Restaurar arma
*Mejorar arma
*Reparar arma
*Crear arma
* Y algunas novedades extra

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día además de algún objeto útil.

  Desguace  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Piezas pequeñas de ingeniero (útiles para artefactos y cachivaches)
*Piezas medianas de ingeniero (útiles para armas)
*Piezas grandes de ingeniero (útiles para robots)

5 piezas pequeñas equivalen a 1 mediana, y 5 medianas equivalen a 1 grande y viceversa.
Trabajando en este edificio podréis obtener piezas y restos de materiales de profesión.

  Almacén  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Pedidos de cualquier material de profesión (cuero, hierbas, menas de rocas,...)
*Además en el almacén podréis guardar aquello que no queráis llevar con vosotros en vuestra ventura, sin preocuparos de que os lo roben o lo perdáis.

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día.

  Puesto del escriba  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Mapas de cada zona
*Libros de idiomas
*Certificados de alojamiento y comida en los puestos de la Alianza.
¡Además en este lugar podréis enviar y recibir vuestro correo! 
Tener vuestro buzón particular por unos cuantos oros os proporcionará ayuda de aquellos personajes que se encuentren lejos, o quizás esas ansiadas noticias o información.

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día.

  Huerto  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Hierbas (con las que en el futuro podréis hacer pociones y mejunjes, ademas de vender)
*Fruta
*Abono para Zarzar Mitau o Vainete Yuk.
*En el caso de Joe Garkov, una pala nueva (y quien sabe si legendaria!).

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día y algunas plantas o fruta.

  Mina  

En este edificio podréis obtener las siguientes recompensas:
*Menas (que podréis usar en el bunker)

Trabajando en este edificio podréis conseguir 1 moneda de oro por día y algunas menas.

___________________

Próximamente se añadirán muchos más puestos donde conseguir mejoras y objetos increíbles como:

Taller de ingeniería
Cuadra 
Torre de magos
Y muchos más! 


¡Espero que os haya hecho tanta ilusión como a mi este nuevo proyecto!


domingo, 25 de enero de 2015

Sombras del vacío


Una vez más, como si ya hubiese revivido esa escena un millar de veces antes, Garrett despertó. Su rostro se hallaba junto al frío suelo de piedra, y mientras sus ojos se acostumbraban lentamente a la innata oscuridad de aquel siniestro lugar, tan solo podía oír el fugaz tintineo de las gotas impactando contra la tierra que moldeaba los cimientos de aquel cementerio como única melodía de fondo. 

Se incorporó lentamente, mucho más despacio de lo que debería, ya que la pesadez que sentía en todo su cuerpo junto con un profundo vacío le inundaron por completo. Había perdido la cuenta de cuantas veces había visto aquello mismo, cada paso, cada parte de aquel lugar. Caminó con desgana por los oscuros pasadizos que conformaban aquel caótico y maquiavélico laberinto, que sin embargo, no se trataba más que del lugar donde se encontraba el cementerio del clan Sombraluna. Tan solo algunas escasas antorchas y un sinfín de runas y pinturas luminosas otorgaba lo necesario para seguir avanzando. Cada pasillo, cada parte de aquel lugar le recordaba que no era más que un extraño, un simple humano que no debería estar allí, en tierras orcas... en tierras sembradas por la oscuridad.

El caminante del tiempo continuó el mismo sendero que había recorrido numerosas veces atrás, encontrándose con todo tal cual lo había hecho antes. Orcos, brujos e incluso un sinfín de esqueletos se confinaban en el suelo por el cual caminaba confiadamente. Quizás aquello no era más que un juego producido por su mente, o puede que fuera un hechizo lo que le mantenía ahí atrapado, pero dentro de su ser, Garrett sintió pánico, pánico por no saber la razón por la que todo aquello se repetía sin cesar una vez tras otra.

No tardó mucho en llegar al lugar donde todo terminaba, el lugar bloqueado por barrera de piedra. La gran puerta compuesta de roca estaba custodiada por un sofisticado mecanismo que la mantenía cerrada a cal y canto. Garrett pasó los dedos por los grabados en la robusta piedra, percatándose una vez más de que el círculo tallado poseía cinco huecos. No hizo falta mucho tiempo para que el joven caminante se percatase que esos hundimientos en la piedra habían sido creados para albergar runas, runas que tan solo el pueblo orco o los Sombralunas conociesen. Durante las siguientes horas encontró cada una de las cinco runas, buscando por los lugares que había descubierto en anteriores ocasiones, sintiendo entonces otra vez el pesar de la sensación de que todo aquello no serviría de nada.



Reunió las cinco runas y se dirigió hacia la puerta. La segunda prueba sería más difícil que la anterior si cabía, era hora de colocarlas. Había probado todas las combinaciones posibles, pero siempre fallaba recibiendo una letal descarga que le transportaba de nuevo al inicio, donde despertaba siempre sobre el frío suelo. Sin duda era una trampa, pero ¿Cómo sortear dicho contratiempo?

Antes de colocar las runas y fallar nuevamente, decidió tomarse un tiempo de reflexión. Los minutos en ese lugar no avanzaban, y al parecer estaba atrapado quien sabe hasta cuando, con lo cual no sintió prisa alguna por precipitarse. Observó cada una de las cinco piedras con runas, cada una de un color distinto al resto, cada una con un símbolo diferente. Inconscientemente se llevó una mano al pecho hasta chocar contra su armadura, confirmando así que no estaba allí, el talismán que tanto le había ayudado meses atrás hacía ya tiempo que no estaba junto a él. Posiblemente este hecho hubiese minado la poca moral que conservaba, pero en cambio Garrett optó por no rendirse. No necesitaba el talismán ni siquiera ayuda alguna para salir de aquel confinado lugar.

Mientras recordaba los años de entrenamiento como caminante del tiempo, oyó en su mente una voz. Una aguda y estrafalaria melodía que sería capaz de desquiciar hasta al ser más paciente del universo, la voz de Nizdorni. Rememoró cada una de las advertencias, cada consejo o incluso cada una de las enseñanzas que había aprendido durante aquel momento de su vida. Fue entonces cuando vio esperanzas. El humano se quitó pacientemente unos de sus guantes y acarició con las yemas de sus dedos las piedras con runas grabadas. Cerró los ojos concentrándose mientra que por un momento tan solo se escuchaba el sonido de su respiración. Sus dedos pasaron por cada ramificación que componía el símbolo de la roca, y en su mente cruzó fugazmente el lugar donde debía colocarla. Confiando en sus instintos, Garrett depositó la runa en el hueco, y vislumbró como una linea de color cían iluminaba la runa y avanzaba por el circulo hasta llegar a otro de los vacíos. Se concentró nuevamente para ordenar así el resto de las piedras mientras se iban iluminando lineas y símbolos de diferentes tonalidades.

La puerta siguió cerrada. Aunque todas las runas parecían encajar a la perfección, la gran piedra que bloqueaba el camino parecía no tener la intención de que se fuera a abrir. Extrañado, Garrett observó cuidadosamente el mecanismo mientras analizaba cada una de las piedras. Centró sus pocas energías en procurar tener otra de las intuiciones o quizás visiones que había tenido segundos antes. Depositó su mano sobre el centro iluminado de la puerta, y rápidamente se reflejó dentro de su cabeza como la mano de un orco ocupaba el lugar donde ahora se encontraba la suya. La mano de color marrón con trazas de pintura blanquecina se apoyó con fuerzas mientras giraba sobre si mismo el circulo central del mecanismo. Tras dibujar una medialuna con el giro, el centro de la puerta de desplegó dando lugar a una sexta piedra y el lugar donde colocarla.

Garrett sonrió para sus adentros mientras realizaba los mismos movimientos que había presenciado, y en efecto apareció la ultima runa. Tras colocarla en el lugar indicado, la puerta comenzó a temblar desmesuradamente. Sin poder evitar retroceder algunos pasos, el joven humano permanecía ensimismado mientras se preguntaba que habría al otro lado de la misma. Avanzó lentamente mientras la compuerta terminaba de abrirse y vio entonce algo que le dejó sin palabras. Un escalofrío recorrió su espalda junto a un frío sudor que le impedía seguir avanzando.
Todo aquello cuanto se veía era vacío, un oscuro lugar entre negro y purpura en el cual no había nada, absolutamente nada.

Mientras caminaba lentamente con cuidado de no dar siquiera un paso en falso, observó el camino de peldaños traslucidos que se hallaban bajos sus pies, aproximándose hasta una especie de plataforma circular formada con piedras que parecía estar suspendida en mitad de aquel vacío. Su pie abandonó el ultimo escalón para tocar la solida piedra. Garrett observó mientras sostenía con su mano la maza que había llevado en su cintura, que había una figura en el otro extremo, un orco. Sus ojos parecían blancos, y las pinturas de rituales o de guerra recorrían su rostro y su cuerpo cubierto por una túnica azulada y violeta.

-Al fin has logrado llegar hasta a mí...-dijo el orco con una profunda y grave voz que parecía taladrar la mente de aquel que lo escuchaba.
-¿Quién eres?-preguntó Garrett mientras avanzaba con cautela.
-¿Qué importa eso ahora? ¿Qué importa eso cuando estás muerto?
Garrett miró a su alrededor mientras escuchaba atentamente las palabras hirientes que desprendía el orco.
-¿Estoy muerto?-preguntó desconfiadamente.
-Aún no.-dijo el orco mientras plasmaba una sonrisa en su rostro.- Pero vas a estarlo... yo voy a encargarme de ello.

Garrett frunció el ceño cambiando por completo su expresión mientras mantenía la maza de gran tamaño entre sus manos.

-Si crees que eres capaz de vencerme...entonces es que no me conoces...-dijo el humano con total convicción.

De repente un rayo cayó junto al paladín haciendo que saliera despedido por los aires. Rodó por el suelo mientras lograba esquivar un segundo rayo. Avanzó rápidamente hacia el orco mientras evitaba ágilmente los numerosos ataques que salían proyectados desde sus manos, hasta que uno de ellos golpeó su arma obligándole a deshacerse de ella. El orco hizo un movimiento con el brazo mientras que un haz purpura recorrió la distancia entre la que se encontraban. La luz serpenteo hasta impactar contra el humano, siendo entonces cuando comenzó a sentir un agónico dolor alrededor del cuello. Aquello, fuese lo que fuese lo estaba estrangulando, y aunque el joven se retorcía intentando zafarse del ataque del enemigo, le resultó totalmente imposible. Cayó de rodillas mientras intentaba agarrar aquel látigo inmaterial, cuando de repente un nuevo rayo cayó de aquel oscuro cielo de vacío.

El rayo pareció atravesar esta vez al orco, que desconcertado por lo ocurrido recorrió el lugar con la mirada hasta encontrarlos. Un numeroso grupo bajaba con presteza los peldaños traslucidos hasta llegar a la plataforma. Frunció el ceño mientra su iracunda mirada se posaba en aquellos intrusos. Cireni lanzó otro rayo, pero esta vez el orco fue más ágil, contraatacando rápidamente. El duelo entre la draenei y el orco no parecía tener fin, cada cual intentaba derribar al contrario, pero ambos permanecían indemnes ante la ráfaga de ataques que se asestaban el uno al otro.

-¡Esta vez no te saldrrás con la tuya Ner'zhul!, no destruirrrás nuestra tierrra...
-Eso habrá que verlo...-susurró el orco casi inaudible.

Marther aprovechó la distracción de la draenei para acercarse hasta Garrett. Observó como el yugo maléfico del orco asfixiaba a su compañero, y sin detenerse siquiera un segundo, golpeó con su maza el lugar donde se encontraba deshaciendo por completo el control que ejercía el orco.

Uno de los rayos de Ner'zhul logro impactar en la draenei, haciendo que cayera por el suelo. Fue entonces cuando una especie de energía oscura colisionó contra el mismo provocando que las rocas de desmoronaran. Alice observó como el suelo bajo la draenei se desplomaba junto a ella hacia el vacío. Corrió hacia Cireni pero no pudo hacer nada por ayudarla. Mientras retrocedía se percató de como bajo si misma todo comenzaba a temblar. Una especie de vórtice apareció repentinamente frente a la bruja. Varios esqueletos cruzaron esa especie de portal purpura mientras se acercaban lentamente hacia la humana. Entre los esqueletos tan solo había una nube oscura que cubría el camino por el que se acercaban.

-Chicos... mirad eso... no tiene buena pinta.-dijo Alice señalando los esqueletos.
-¡Encargaos de ellos, yo iré a por el orco!-gritó Marther.

James miró hacia el cielo, uno de sus cuervos se acercó hasta la nube oscura con la intención de cruzarla y cayó fulminado. La ira le recorrió por completo en esos momentos al ver la escena, y comenzó a disparar con todas sus fuerzas a los esqueletos. Pronto observó que las balas no parecían hacer mella en el enemigo. Miró hacia su lado y observó a Alice lanzando bolas de fuego que tampoco parecían destruirlos.

-¡Alice, centrémonos en ese!-indicó James.

Ambos comenzaron a atacar sin descanso a uno de los enemigos mientras avanzaban hacia su posición. El esqueleto cayó al poco tiempo y la conexión entre algunos de los mismos desapareció.
James y Alice agarraron a Garrett que se encontraba gravemente debilitado. Entre ambos observaron la grieta que acababan de crear en aquella muralla sombras. Alice se giró en el ultimo momento para ver como Marther se enzarzaba en una lucha sin descanso contra Ner'zhul.

-Marther...- susurró Alice pasa si misma.
-Alice, debemos continuar.-dijo James mientras observaba la mirada de la bruja.-O de lo contrario caeremos también...
Cruzaron rápidamente el camino despejado hasta el otro lado de la barrera sintiendo en más de una ocasión el ardor que provocaban los roces de esa oscuridad en sus cuerpos. Marther intentó golpear repetidamente al orco. Sabía que no podría hacer nada para matarlo, no en esos momentos, pero pensó que si el resto de sus compañeros podían huir, entonces el sacrificio hubiese merecido la pena. En un descuido por parte del paladín, el orco logró agarrar del cuello al humano mientras la nube de sombras se acercaba paulatinamente hacia ellos.

-Donde está tu luz ahora... humano...-susurró Ner'zhul mientras lanzaba a Marther hacia las sombras.

El resto del grupo se giró al oír el grito de dolor del cruzado, y seguidamente solo oyeron silencio. ''No...'', pensaron... pero sabían que ya no había vuelta a atrás. James observó cada uno de los peldaños que llevaban hasta la puerta por la que habían entrado. Garrett siguió el camino con la mirada mientras permanecía apoyado en el hombro del cazador y descubrió que aquel camino no era el mismo por el que había entrado, quizás se trataba de otro pasadizo o incluso de la salida de aquella pesadilla en la que se encontraba.

-¡El orco!-dijo Alice mientras señalaba hacia atrás.

James miró a su enemigo caminando lentamente hacia ellos y desvió rápidamente la mirada hacia la salida.

-Alice, tienes que sacarlo de aquí... yo lo entretendré.
-¡No, iremos los dos!
-¡No hay tiempo, salid de aquí, rápido!-ordenó el cazador.

Alice asintió apesadumbrada mientras avanzaba con Garrett escaleras arriba. Mientras las lágrimas empañaban sus ojos y alguna que otra descendía por el rostro de la human, oyó los disparos de James uno tras otro sin descanso alguno, hasta que de pronto no se oyó ninguno más.

-Garrett, necesito que sigas tu solo...-dijo Alice mientras se detenía y observaba el delicado estado en el que se encontraba. Observó que alrededor de su cuello poseía una franja morada del ataque que le había hecho el orco minutos antes.

Alice miró fijamente a su compañero mientras sostenía el rostro de éste entre sus manos.

-Tan solo unos pasos más..., ¿Podrás hacerlo?
-No te... dejaré sola...-susurró Garrett convaleciente.
-Garrett, eres tú el que tienes que salir de aquí,... tienes que escapar de todo esto... nosotros estamos fuera esperándote.

Garrett no entendió el significado de las palabras de la bruja, pero su tono parecía sincero. Avanzó lentamente los pocos escalones que quedaban mientras sentía una gran punzada en todo su cuerpo con cada movimiento que ejercía. Los ataques de Alice al igual que los de sus compañeros no lograron frenar al orco, que avanzó sin piedad deshaciéndose de la bruja.

Garrett se apoyó en el lateral de la puerta y miró hacia el interior. Sin duda no era por aquella que había entrado, al otro lado no había oscuridad, ni pasadizos, ni siquiera runas. Tan solo había luz y una sensación que reconfortó los ánimos del humano. Miró hacia atrás antes de cruzar y posó su mirada en los ojos completamente blancos del orco. El orco se detuvo de repente mientras cambiaba su semblante.

-Podrás huir hoy... pero sabes que no lograrás acabar conmigo. Mis ojos vigilan todo el Valle Sombraluna,... mis súbditos terminarán con vosotros por mi...

Garrett observó como Ner'zhul cambiaba de forma y lo que antes fue un robusto y grueso cuerpo de orco ahora se transformaba en un humano, un humano de piel morena y pelo grisáceo que vestía ropas típicas de un mago. El caminante del tiempo reconoció rápidamente al mago como uno de los que había ayudado días atrás. Entonces entendió las palabras del orco y sintió como su cuerpo se estremecía.

-Tus amigos ya están muertos...



sábado, 24 de enero de 2015

Gronbel Tuercanegra - Un pueblo dividido

El cuerpo inerte yacía sobre las losas de la sala del trono imperial, el silencio y la tensión dominaban el ambiente de la amplia sala. Todos los presentes se miraban entre sí, nerviosos e inquietos, mientras la esposa del finado observaba a éste en silencio acariciando su ya fría piel. El emperador, Dagran Thaurissan, había sido abatido por un grupo de intrusos. Habían acabado con una gran parte de las instalaciones y ciudadanos de la capital Forjatiniebla.

  Gronbel Tuercanegra recorría los largos y amplios pasillos de la ciudad a la mayor velocidad que le conferían sus piernas. No podía dar crédito a lo que había acontecido en la ciudad. Tenía que ir saltando y esquivando cuerpos. Se desconocía si los intrusos se habían marchado. Cuando llegó a la sala del trono y comprobó con sus propios ojos que todo era cierto. Grimkrut Tuercanegra, su hermano, había llegado antes que él y lo esperaba totalmente desolado. Sobraban las palabras, había caído su emperador y ahora todas las miradas recaían sobre Moira y su hijo, heredero al trono.

 Todos los hierro negro acudieron al funeral de Thaurissan, en el que volvería a ser uno con la montaña. El féretro con el que sería arrojado estaba hecho con la piedra del corazón de la montaña, algo con lo que solo podían contar los grandes cargos. Antes de ser arrojado a la lava Moira dejó algo sobre el cuerpo aunque nadie llegó a ver lo que era. Para ellos era un gran emperador pese a las diversas opiniones sobre sus últimos tratos con los embajadores crepusculares. Se arrojó el cuerpo, viendo como era engullido por la lava. Todos se tomaron una jarra en recuerdo al emperador y para brindar por que el próximo sea igual o mejor que su padre. Moira sería la regente de la ciudad hasta que su hijo alcanzase la edad suficiente para gobernar. Era increíble que siendo de origen barbabronce fuese tan bien acogida como la regente, muchos la seguían sin dudarlo.

 Los días pasaban con una gran lentitud, se retiraron los cuerpos y se realizaron los actos fúnebres de despedida. El taller en el que trabajaba Gronbel estaba totalmente destrozado y aún quedaban manchas de la sangre de su maestro, el famoso Señor Gólem Argelmach. Junto al resto de los aprendices trabajó día y noche para devolverlo a su antiguo estado y recopilar todos los esquemas y libros que quedasen en buen estado.

 Por suerte los moldes de los golems seguían intactos, podrían reemplazar todos los que habían perdido. Gronbel quería aprovechar la situación para proponer el crear golems más novedosos y más defensas en la ciudad, pero la mayoría con su mente conservadora se oponía a ello. Lo primero en reconstruirse fue el Tragapenas. Estaba muy cerca del taller y así Gronbel podía tomarse con facilidad varias jarras de cerveza negra con su hermano.


Durante uno de estos días apareció Grimkrut en el taller buscando a Gronbel, parecía muy preocupado por lo que se alejaron a una sala contigua. La sala era un almacén lleno de cajas con todo tipo de trastos y piezas de los golems. Como la mayoría de las habitaciones de Forjatiniebla la estancia era lúgubre y la decoración brillaba por su ausencia.

-  Está ocurriendo lo que me temía, vigila tu espalda Gronbel… -dijo Grimkrut bastante nervioso mientras no paraba de mesarse su espesa barba.
-  ¿Por qué? ¿Qué ha ocurrido? -le preguntó Gronbel mientras intentaba calmarlo.
- Son esos hijos de ogra crepusculares. –escupió estas palabras mientras cambiaba su nerviosismo por pura rabia- Están convenciendo a la mayoría de los nuestros y estoy seguro de que dentro de poco querrán deshacerse de Moira.
- Antes dudaba de tus sospechas pero… -dijo pensativo mientras se colocaba bien sus gafas de ingeniería, lo cual suele hacer muchas veces- Ya he visto que incluso mis compañeros del taller se están uniendo a ellos… -suspiró y echó un trago a una jarra con un contenido tan oscuro que parecía aceite más que cerveza- No me gusta esto nada.
- Somos muchos en esta situación… no tengo ni idea de lo que ocurrirá, pero yo que tú haría copias de lo que fuese necesario y lo prepararía para el momento en el que tengamos que huir de aquí. –comentó dolorido, no podía soportar la idea de tener que abandonar la ciudad en la que lleva toda su vida.
- ¿Realmente crees que podrán echarnos de la ciudad? –preguntó Gronbel aún incrédulo.
- ¿Aún no lo ves? Si matan a Moira lo siguiente que harán es matar a todos los que somos fieles a ella. *dijo tajante, quedando bien claras sus palabras para su hermano*
- Estaré atento y preparado, si ocurre cualquier cosa cogeré lo que pueda e iré donde vaya Moira. *los hermanos se dieron un abrazo y se despidieron*



 La tensión en la ciudad aumentaba por momentos. Se rumoreaba la desaparición de algunos enanos y otros aparecían muertos en mitad de la calle sin que nadie supiese algo. Gronbel aprovechaba cualquier momento para copiar los documentos que podía sin ser visto. Solía ver a su hermano de un lado para otro de la ciudad pero nunca ha querido decirle lo que estaba haciendo.

 Un día Gronbel se percató de que muchos enanos se dirigían hacia el Círculo de la Ley, rodeaban a alguien pero no alcanzaba a verlo. Gronbel con gran curiosidad no dudó en ir a las gradas del círculo, y no se esperaba lo que ocurría. Estaban juzgando a un enano algo más bajo y escuálido de lo normal. Había gritado a varios embajadores del culto crepuscular diciendo que se fuesen de la ciudad y que dejasen de corromper a nuestro pueblo. La mayoría de los hierro negro le estaban arrojando todo tipo de objetos. Abrieron las jaulas y dejaron que las bestias lo despedazasen.
 ¿Dónde estaba Moira? No la veía en la sala, al igual que su hermano no aparecía por ninguna parte. Los hierro negro convencidos por los crepusculares estaban tomando el control de la ciudad y poco podía hacer. Gronbel abandonó la grada y regresó al taller, donde sin perder el tiempo recogió todos los documentos que había copiado y algunas piezas importantes. Cuando estaba saliendo del taller, mientras pensaba en que hacer a continuación, aparecieron varios de sus compañeros del taller. Gritaban su nombre, le señalaban y empezaban a perseguirle varios soldados a los que habían alertado.

 Nunca había corrido a tal velocidad, ni siquiera cuando murió el emperador. Su respiración estaba muy acelerada, no estaba acostumbrado a ese tipo de ejercicio físico y no conseguiría escapar durante mucho tiempo. No le habían cogido aún porque se conocía la ciudad como la palma de su mano, colándose por todo tipo de túneles y cornisas. Mientras cruzaba un pasadizo una mano emergió de la oscuridad y le agarró, tirándole a un recoveco antes de pronunciar palabra y le tapó la boca.

 Sus perseguidores pasaron de largo sin verle a él ni a su captor, el cuál para alegría de Gronbel era su hermano. 
-  No hagas ruido y sígueme, tenemos una máquina topo lista para escapar. –dijo Grimkrut entre susurros mientras se metía tumbado por un hueco que ni Gronbel conocía.
 Los hermanos recorrieron varios pasadizos y túneles que eran rara vez transitados, su estado era más que deficiente pero perfectos para su huida. Tras lo que le pareció a Gronbel una eternidad llegaron hasta una maquina topo muy bien escondida, en la que les esperaban varios hierro negro leales a Moira. Cuando entraron se cerraron las puertas de la máquina, pronto dejarían lo que había sido hasta entonces su vida atrás.


Escrito por Marther



viernes, 23 de enero de 2015

Brandon McAllan - Negocios a medianoche

Ventormenta, 23 del primer mes del año actual

Es pasada la medianoche en la capital del reino y no hay un alma en las calles de la ciudad. A diferencia de los meses de verano, cuando los ciudadanos vagan por las calles hasta la madrugada bebiendo y armando jaleo, en pleno invierno ni las ratas salen a los callejones ni los asesinos a los tejados.

El aire helado azotaba las ventanas de la vieja casa del barrio de los enanos, la única que no había cerrado los postigos para dejar que la luz de la luna entrara en la sala. Dentro, de espaldas a la ventana que daba a la calle, había un hombre grueso y rechoncho que trabajaba en su escritorio lleno de pergaminos, tinta y bolsas de oro. La bien amueblada sala estaba iluminada por la acogedora luz de las velas y se impregnaba del calor del hogar encendido.

El ruido de alguien llamando a la puerta le sacó de su estado de concentración.

- Adelante - dijo sin levantar la vista del escritorio. Supuso que Henry le avisaba de que se iba a dormir. - ¿Te retiras ya, Henry?
- Aún no, Milord. - Contestó el mayordomo desde la puerta. - Lord McAllan ha venido a verle.
- ¿McAllan? ¿El pequeño? - levantó la vista del pergamino que sostenía. - ¿Ha dicho que quiere? Hazle pasar.
- No lo ha dicho Milord. Enseguida Milord. -se apresuró a decir mientras desaparecía tras la puerta con una reverencia.

Quincy Thaulberg se echó para atrás en su enorme sillón de cuero rojo mientras se rascaba los mal afeitados pelos que asomaban por su papada. El bastardo de McAllan se había retrasado en el envío de pagos anteriormente pero nunca tanto como esta vez. De hecho no tenía noticias suyas desde hacía semanas. El muy malnacido ya podía buscarse una buena excusa o tendría que recordarle que les pasa a los que le hacen enfadar.

La puerta se abrió de golpe y Brandon McAllan entró a paso vivo hasta pararse frente el escritorio.

- Tienes que hacer que el mayordomo deje de llamarme "Lord", Quincy. Dado nuestro oficio, que nos llame así es un poco... irónico. - Empezó el bandido.
- Déjale. Él quería servir a un gran señor y a mí no me disgusta. - Dijo Quincy acariciándose la enorme barriga. - Por lo bien que cocina le permito caprichos como esos. Pero dime, McAllan, ¿qué me traes?

El bandido arrojó sobre el escritorio una bolsa llena de monedas que al impactar se abrió y desparramó algunas sobre la superficie de madera. El jefe de los bandidos miró con una mueca la bolsa y su contenido.

- ¿Eso es todo? ¿Te retrasas en la entrega de los pagos y además me traes una miseria como ésta? - Dijo alzando la voz y golpeando la mesa de madera con la palma de la mano. 
Habría impuesto más respeto de pie, pensó Brandon, pero seguramente ya no podía levantarse del sillón. Y con la "miseria" que le traía podía comer una familia durante al menos un invierno. - ¿Tengo que recordarte el destino de Fred Piesligeros?

Brandon entrecerró los ojos, mirándole a la cara. El pobre Fred acabó en el fondo del puerto con una piedra atada a los tobillos por quedarse con parte de lo que debía entregarle al jefe.

- No. Lo recuerdo bien. El resto del cargamento viene de camino. Pero te entrego esto - hizo un ademán con la cabeza hacia las monedas sobre la mesa - porque con esto se alcanza la cifra que acordamos en nuestro contrato.

El Jefe de los bandidos se quedó un momento en silencio, con cara de haberse encontrado un zapato en su sopa de zanahorias. Tras un momento de incomodidad estalló a reír. Brandon esperó pacientemente a que se tranquilizara viendo como la masa de carne, a la que su jefe llamaba panza, rebotaba sin parar como si fuera a reventar en cualquier momento.

- Ay, Brandon. Me matas de la risa. El contrato, je! - la enorme foca tosió sonoramente, arrancando las mucosidades de su garganta para esculpirlas en un pañuelo de seda amarillo que se guardó en el bolsillo. - ¿Sabes que eres el primero que alcanza la cifra de su contrato? Ni siquiera tus hermanos lo han conseguido aún.

Una vez al año Quincy Thaulberg recorría la ciudad de Ventormenta y alrededores en busca de niños sin hogar. Les invitaba a comer y les proponía un contrato: una cifra exorbitante de oro a cambio de techo y comida. Los niños hambrientos y desamparados aceptaban sin dudarlo y entonces eran entregados a los hombres de Quincy para que los entrenaran en el oficio del bandido y el ladrón. Los débiles, los que se negaban o los que trataban de huir de la vida que se les ofrecía eran asesinados. Aún así era muy probable que acabaran muertos o en prisión a causa de los delitos que cometerían. Brandon y sus hermanos mayores habían aprendido a sobrevivir en la dura vida del bandido cuando el homólogo de Quincy en Gilneas les propuso el mismo trato. Al evacuar el reino de Gilneas, la banda de su jefe fue absorbida por la de Quincy, y su contrato fue a parar a sus sebosas manos. Cuando se acercaba a la mitad de su contrato, Brandon fue destinado al grupo del pantano de los Humedales, una región peligrosa donde los viajeros rara vez viajaban sin escolta y por lo tanto eran más difíciles de robar. Aún así Brandon sobrevivió, alcanzando el puesto de mando dentro del grupo.

- ¡Henry! Tráenos vino. - dijo al asomar la cabeza del mayordomo por la puerta. Al poco rato volvía con dos copas y una botella en una bandeja. - ¿Y qué vas a hacer ahora, McAllan? Déjanos Henry, ya nos sirvo yo.

El mayordomo salió y cerró la puerta tras él. Brandon dejó escapar un largo suspiro, sentado en el sillón frente al escritorio, puso las manos tras la cabeza y los pies encima de la mesa mientras cogía la copa que le ofrecía su jefe.

- ¿Qué sabes de ese nuevo mundo que dicen que hay tras el portal? - Dijo el bandido esbozando una sonrisa.
- No mucho, la verdad. He enviado a algunos hombre allí pero aun no he recibido ningún informe. ¿Estás pensando en ampliar territorios?
- Quizá...
- ¿Quieres llevarte hombres de tu grupo? Dime cuales, pero también quiero una recomendación para quien dejar al cargo ahí.
Brandon miró a los ojos a su antiguo jefe.
-¿Llevarme hombres del grupo? Quincy, - hizo una pausa mientras dejaba la copa aun intacta sobre la mesa y bajaba los pies de la mesa. - Están todos muertos.

Quincy escupió el vino que se estaba tragando.

-¿Muertos? ¿Todos? ¿Cómo ha pasado eso?
- Tiempos difíciles, ha aumentado la seguridad en las caravanas. Luego tuvimos una plaga de una enfermedad que se llevó a más de la mitad. A otros se los tragó el pantano. Los nuevos que eran los últimos que quedaban cayeron frente un grupo de viajeros hace unos días. - relató Brandon, mientras enumeraba con los dedos.
-¿Por qué no pediste refuerzos? - Su tono se había elevado casi hasta el grito.
- Pronto alcanzaría la cifra del contrato y el territorio no valía la pena. Ahora dime. ¿Dónde están mis hermanos?
- ¿Tus hermanos? ¡Je! Buena suerte buscándolos. - La masa sebosa rió espasmódicamente hasta que un ataque de tos le obligó a recurrir al pañuelo de seda amarillo otra vez.

Brandon se quedó mirándole muy fijamente.

-Dime que no es verdad... - Quincy seguía tosiendo, cada vez más fuerte.- Los hombres que enviaste tras el portal... Malnacido...

Brandon se levantó y rodeó el escritorio. Quincy, aun sujetando el pañuelo frente a su boca, trató de empuñar un estilete con sus regordetas manos pero Brandon le sujeto el brazo con fuerza.

-¿Sabes? Quería que fuera por veneno, - dijo Brandon sobreponiendo su voz a los tosidos- por eso de que sería más limpio. Pero creo que serás más fácil de transportar si se te llevan por piezas.

En un rápido movimiento, el bandido sacó una daga y le rajó el cuello a su antiguo jefe. La sangre salpicó la ventana por la que la luna filtraba su luz y las monedas esparcidas por el escritorio.  El cuerpo del finado se desparramó como si le cortaran los hilos a una marioneta y la sangre brotó a borbotones de la herida de su cuello mientras agonizaba en los últimos espasmos de su grasienta vida ahogado en mocos y sangre.

Brandon se apartó mientras limpiaba la daga con su propio pañuelo. Al momento apareció el mayordomo en la puerta, atraído por los ruidos, y con un rápido vistazo a la sangre que asomaba por debajo del escritorio supo lo que había pasado.

- ¿Ordena algo el señor?- Preguntó dirigiéndose a Brandon.
- Si, Henry. Haz que limpien este estropicio. Necesitaré una moqueta nueva también.
- Bien, Milord. ¿Algo más?
- Si. ¿Cuánto hace que se fueron mis hermanos?
- Hará unas semanas, Milord.

Brandon medito un momento frente a las llamas del hogar mientras el cuerpo de Quincy iba palideciendo.

- ¿Richard sigue en la zona de Villa Oscura? - El mayordomo asintió ante la pregunta de su nuevo jefe. - Hazle llamar. Que se ponga al cargo hasta que vuelva. Dile que nada de empresas agresivas, que mantenga el territorio y tenga los ojos abiertos a los negocios con antigüedades. Son los que más beneficios sacan últimamente. Volveré en cuanto dé con mis hermanos, y si puedo con algunos beneficios extras. Y Henry... No me llames Milord.

- Si, Mil... Señor. - Brandon hizo ademán de irse pero cuando pasaba por la puerta el mayordomo le detuvo - Señor...
-¿Sí, Henry?
- ¿No lleva normalmente el parche del ojo en el otro ojo?



Escrito por Vandante



Nathan Vallenorte - Que la luz te bendiga



Y allí estaba Nathan, paladín de la catedral, arrodillado ante el altar de la misma,
dispuesto a recibir el discurso de la suma sacerdotisa hacia su persona. Con una
sonrisa tras la mención de su nombre por parte de la suma sacerdotisa alzó la
cabeza hacia la misma. Sus ojos irradiaban orgullo, alegría, valor y energía. Recibió
la bendición de la suma sacerdotisa tras la que se puso en pie con la vista al frente.
Todos los demás miembros de la catedral aplaudieron orgullosos a su hermano
paladín tanto sacerdotes como los demás paladines de la misma. Nathan hizo una
leve reverencia hacia sus hermanos en signo de agradecimiento y volvió la mirada
hacia la humana.

-Nathan, uno de los campeones de la luz de esta catedral – dijo mostrando una sonrisa que reflejaba orgullo y simpatía.-Has sido uno de los más hábiles y leales dentro de esta catedral, por ello me enorgullece concederte este presente.

La sacerdotisa se apartó levemente dejando ver a varios jóvenes paladines portando una maza. El arma poseía un tenue brillo parecido al sol que tan solo con una fugaz mirada era capaz de reconfortar a cualquiera de los allí presentes, incluido al mismo paladín al que se le hacía ofrenda.
- Porta con orgullo este arma mi campeón, lleva la luz allá donde more la oscuridad. Ahora tómala.
- La portaré con orgullo mi señora.-dijo el paladín mientras agarraba la empuñadura de la maza que hasta entonces sujetaban los dos aprendices.

Una vez la empuñó sintió como un agradable escalofrío le recorrió todo el cuerpo,
esa maza estaba bendecida con la luz, lo cual le hizo mirar hacia la suma
sacerdotisa con una sonrisa de agradecimiento

Nathan alzó el obsequio por encima de su cabeza mientras se sorprendía de lo ligera que podía resultar la aparentemente robusta maza.

-Muchas gracias hermanos por este presente. Lo mantendré a salvo y gracias a él
recordare todos mis buenos momentos junto a vosotros, os llevare en mi corazón

Al terminar esas palabras la suma sacerdotisa asintió con una sonrisa al paladín. Al
poco todos los miembros que rodeaban al paladín se esparcieron y volvieron a sus
labores en la catedral.

- Suma sacerdotisa… gracias por este presente... y gracias por la bendición que me has dado para
viajar a Draenor. He de encontrar a mi hermano a toda costa.
- No tienes nada que agradecer Nathan.- respondió a la vez que le daba un cálido beso en la frente al joven paladín.- que la luz te guie.
-Muchas gracias... volveré, la luz me protegerá y me guiará.- dijo tras arrodillarse y besar levemente la mano de la Suma sacerotisa.
La humana sonrió y tras ese espectáculo de lealtad y cariño hacia ella marcho a despedirse de sus hermanos uno por uno
Después de despedirse de cada uno de ellos recogió sus cosas de utilidad y posible necesidad una vez llegase a Draenor.
Una vez lo recogió todo marcho hacia el castillo de Ventormenta, le presento sus
respetos a su majestad y prosiguió su marcha hacia el portal.
Allí los vio a dos magos humanos concentrados manteniendo el portal activo y supuso
que no podría demorarse mucho ya que no aparentaba que fuese a durar abierto
mucho más tiempo. Tras recitar una rápida oda a la luz en su cabeza entro decidido en el portal.

Allí le esperan cosas que ni se imagina.



Relato escrito por Akuo