martes, 28 de enero de 2014

La torre de cristal

Qué pensaríais si supierais de la existencia de un recóndito lugar donde nuestros peores enemigos acechan tras imponentes muros de cristal, donde nuestras pesadillas reviven y nuestros recuerdos afloran nuevamente.
Ese lugar es La torre de cristal.



¿Qué es la torre de cristal?

Es un lugar que obviamente no existe en el wow pero lo hemos creado off rol para disfrute propio de los miembros de La Orden Eterna.
La torre es un edificio mágico dividido por pisos y salas, donde en cada una nos espera un duro desafío ya que en ellas nos tendremos que enfrentar en un intrépido combate contra nuevos enemigos y algunos no tan nuevos. En la torre reviviremos algunos de los combates que marcaron un antes y un después en la trama.

¿Cual es su funcionamiento?

Existirán torneos cada equis tiempo con enemigos predefinidos con fichas de dados propias. El grupo al completo se enfrentará a cada uno de los desafíos en orden, ya que no podremos acceder a la segunda sala hasta haber derrotado al enemigo anterior. 
Cada enemigo nos otorgará una serie de puntos, los personajes que caigan en un combate no podrán continuar y no conseguirán los puntos de ese combate, pero conservarán los conseguidos hasta entonces. Mientras que los jugadores que sobrevivan obtendrán los puntos de ese boss y podrán acceder a la siguiente sala.

Los puntos se canjearán por numerosas mejoras para nuestras fichas: vidas extra, mejorar un ataque, adquirir un ataque extra...

¿Por qué deberíamos participar?

Aparte de para perfeccionar el manejo de la ficha de vuestro personaje, con los puntos podréis convertir vuestras fichas en una versión mas poderosa. Además este sistema proporcionará datos suficientes para poder hacer un balance de las fichas actuales, averiguando si hay alguna que no este al nivel del resto de fichas.

Combates en la torre

En este nuevo lugar nos enfrentaremos a numerosos enemigos, desde Ivy o Lionell  hasta enemigos que desconocemos. Lo que suceda en la torre no afectará al rol, ya que aunque podemos rolear el encuentro, no deja de ser algo off rol, una simulación. Con esto me refiero a que si un personaje muere en la torre no le ocurrirá nada a ese personaje.

Los combates en la torre no son una competición, se lucha en equipo, se trazan estrategias y se intenta que todo el grupo sobreviva ya que los puntos se adjudican individualmente. Además si el grupo al completo sobrevive al encuentro cada personaje obtendrá puntos extra.

Habrá salas en las que se realicen combates especiales y otras en las que el escenario pueda afectar al desarrollo del combate tal y como ha ocurrido en combates de la trama. Todos estos datos lo podréis ver en el anuncio donde se expondrá la información de cada torneo.

Cada torneo estará enfocado en una temática especial, un torneo consta de cuatro encuentros de dificultad media y un enemigo de dificultad alta.

Una vez que todos los miembros hayan sido derrotados el combate y torneo se dará por finalizado.

Puntuaciones

Cada enemigo otorgará un número de puntos a cada personaje que sobreviva al encuentro. Los puntos pueden acumularse o canjearse por mejoras en las fichas de cualquier personaje, haya participado en el encuentro o no, ya que los puntos se otorgarán al jugador no al personaje.

Próximamente se añadirá un nuevo apartado a las fichas de dados donde podréis ver: Ataques básicos, defensa, combos... y Puntos.

Estos puntos podréis canjearlos por numerosos beneficios:
-Vida extra
-Ataque básico o poderoso extra
-Mejora de ataque básico o poderoso
-Afinidad extra (fuego, hielo, sombra...)
-Aumento del número mínimo de combo o intervenir
-Posibilidad de usar pociones
-Conseguir artefactos especiales (como los conseguidos en terrallende)
- Y un largo etc.

Obviamente dependiendo de la mejora deberéis gastar más o menos puntos.

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Espero que vayáis perfeccionando vuestro estilo de lucha ya que muy pronto tendrá lugar el primer torneo de 
La torre de cristal




miércoles, 22 de enero de 2014

Buenas noches Azeroth


Música








Bajo la luz de la luna llena, Ventormenta sigue con sus bullicios, sus taberneros, mercaderes, herreros y un largo etcétera. Presas del calor veraniego algunos huyen al frescor de los canales, otros abren sus ventanas de par en par, mostrando la intimidad de sus viviendas a los vecinos más curiosos que sin ningún disimulo se asoman. Las terrazas, repletas, son el alivio de los más acalorados y la pesadilla de los residentes.

El sonido de los abanicos a la salida de la ópera era habitual, gran amigo de flirteos y coqueteos entre cortesanas y galanes. Tras uno de estos abanicos, Chantalle coquetea con dos jóvenes apuestos mientras las damas la miran, unas celosas, las más mayores escandalizadas. Su escote nada protocolario causaba estragos entre los varones jóvenes y no tan jóvenes, llevándose éstos últimos una reprimenda por parte de sus señoras.

No muy lejos de allí, en el barrio de Mercaderes, Beatrice escribe a la luz de las velas una carta a su querida hija. No hay mayor amor que el que una madre puede mostrar en sus palabras; Con cada una acaricia el rostro de su hija. Parece que puediera abrazarla y besarla. Hace cierto calor en la estancia; decide abrir la ventana desde donde puede ver el bullicio de la calle.

Bajo un árbol en el prestigioso Barrio de los magos, Kendra y Elesirt juntan sus manos, separándolas rápido cuando pasos de terceros se acercaban. La luz tililante de la farola resaltaba los pómulos de la muchacha, algo que a Elesirt le acelera el corazón. ¡Cuánto calor hacía aquella noche!

En el barrio de la Catedral Iridi lee un cuento a los pequeños del orfanato. Narra historias de una Orden de valientes que protegían artefactos increíbles y salvaban amigos de toda clase de peligros y malhechores. La preferida de todas las historias era en la que un gato parlante aparecía. El pequeño Lou dormía abrazado a un gato de trapo, igualito al de los relatos de la anacoreta. Iridi no puede más que sonreir al ver aquella escena.

El reflejo de la luna ondea en el lago central de la ciudad; allí Tahlean medita y reza a su diosa Elune en silencio. Desde la otra orilla dos niños lo miran curiosos. El grito de su madre anunciando la cena les hace desistir de cualquier travesura. Abre un ojo y sonríe por un momento. Los humanos no son tan distintos al fin y al cabo.

No importa si hace calor o frío, la vida continúa para todos los ventormentinos. Pero aquella noche era especialmente hermosa, o así le pareció a Nizdorni, que sentada en lo alto de un tejado observaba curiosa todo aquel trajín a la luz de las estrellas. Tanto tiempo ha pasado que estaba cogiendo cariño a quien no debía. Las razas mortales todavía tienen cosas que enseñarnos.
Se hace tarde, es hora de regresar. Con gran pesar puso en pie su menudo cuerpo sobre el tejado de pizarra de aquella señorial casa. Un grácil salto bastaría para coger la corriente deseada.
Sobrevolar la ciudad es algo que todos deberían poder hacer en noches como ésta. Por algo así merece la pena seguir luchando.

Bajo la luz de la luna, la ciudad de Ventormenta sigue bulliendo de vida, sus taberneros, mercaderes, herreros, sus héroes del día a día...


Buenas noches Azeroth.

Prólogo Cap XII - El señor del fuego



<<De nuevo las dudasss assolan vuestra mente mortal...>>

Una llama se iluminó en en centro de la estancia. Las paredes eran de roca, el aire parecía denso y el oxígeno se agotaba por momentos. Al fondo de la sala donde se encontraba, unos ojos rojos impregnados en llamas acechaban desde la oscuridad como ya lo habían hecho numerosas veces antes.

<<Vuesstra arrogancia, mortaless, terminará con vosssotross>>

La voz sonaba dentro de su mente, poseía un tono siseante y cortado. Frederic no se atrevía a decir palabra, el simple hecho de estar encerrado en aquel pequeño habitáculo con un ser desconocido le cohibía.

<<El fuego del antiguo sseñor elemental pronto arderá en las entrañas de un nuevo ssser...>>

Eran cuatro las veces que Frederic había tenido esta visión, la criatura desconocida tan sólo se limitaba a dar pistas sobre un nuevo artefacto relacionado con el fuego pero no especificaba nada sobre el mismo. La situación terminaba por superar a Frederic obligándose a abandonar la visión repetidas veces, pero esta vez no sería así.

-¿Quién sois? ¿Qué queréis de mí?- se atrevió a preguntar el mago.
<<Soisss voss quien oss adentraiss en miss dominioss...>>
-Tan... tan solo he aparecido aquí...
<<Ssi ess assí... quizáss seaiss el proximo sseñor del fuego...>>
-¿Señor del fuego?...Ragnaros murió hace años... fue derrotado..
<<¡Ssilencio!.. el sseñor del fuego nunca muere... el fuego es inmortal... tan sssolo ha de sser sustituido...>>
-¿Sustituido?- preguntó Frederic incrédulo.

La criatura se acercó hasta la luz de las llamas dejando verse al completo. Frederic retrocedió varios pasos perplejo. El cuerpo de la criatura era similar al de un naga, pero con cambios visibles. El ser era de un color rojizo anaranjado, tenía escamas y parte del cuerpo se deslizaba serpenteando por el suelo. Sus ojos eran de color ámbar con un brillo peculiar, sus manos poseían unas largas y afiladas uñas. Frederic tan solo había leído acerca de esta raza, y de su devoción y servidumbre hacia el señor del fuego tanto en Rocanegra como en su plano elemental, Las Tierras del Fuego.

-Eres un... caminallamas...

El ser se arrastró ágilmente por la sala esquivando los pocos obstáculos que encontraba en el camino. Su velocidad de movimiento era inimaginable, en cuestión de segundos se encontraba a escasos centímetros del mago. Con una de sus cortantes uñas rozó el rostro de Frederic mientras este permanecía petrificado.
El caminallamas miró detenidamente el rostro del humano.

<<No soiss quien mereceiss el poder del fuego...>>

Tras decir esto, la criatura se alejó de Frederic

-¿Qué... qué hago aquí.. entonces?- tartamudeó el humano.
<<Todo sseñor del fuego... necessita un ssiervo que ssea capaz de desspertarlo... un mayordomo...>>
-¿Insi... insinuáis que yo debo encontrar la... la manera de despertarlo?
<<Debéis encontrar la reliquia... >>
-¿Donde la encontraré?
<<Ya lo sabéisss...>>

Frederic reflexionó unos segundos acerca de las visiones de los últimos días en la que había oído la voz de la criatura repetidas veces.
-Montañas Rocanegra...

Roca negra era un lugar peligroso allá donde los haya. El clan hierro negro y la horda oscura se habían apoderado por separados de aquel lugar, donde al servicio de Ragnaros o de Nefarian se enfraguaron en una batalla por conquistar el volcán en su totalidad.
Viajar a ese lugar era exponer a toda La Orden, encontrar o destruir la reliquia quizás acarrearía consecuencias nefastas y Frederic no estaba dispuesto a aceptar tal elevado coste.

-¿Qué ocurriría si encuentro la reliquia?- indagó el humano.
<<No puedo daross todass las ressspuestas...>>

Frederic entendió la situación de la criatura, puede que decidiera no aventurarse o puede que no deseara revelar la verdad, pero aún así Frederic tan solo tenía que desearlo para saber que ocurriría si la reliquia llegase a las manos de La Orden.

El talismán brilló, todo a su alrededor se volvió oscuro desapareciendo antes sus ojos para dar lugar a la respuesta que ya se había pronunciado.

Frederic abrió los ojos. El ambiente del nuevo lugar era infinitamente más asfixiante que el anterior. La lava corría por grietas como si de ríos se tratase, los enormes peñascos de roca marrón se elevaban como agujas, mientras la elevada temperatura era capaz de debilitar incluso al guerrero más temible.
A lo lejos se percató de una especie de estructura que le sobrecogió, La Aguja de Sulfuron. El que había sido el imponente trono de Ragnaros en las Tierras del fuego.





Caminó varios metros hasta que vislumbró entre el humo de las llamas un cuerpo inerte en el suelo. Frederic corrió hasta éste para descubrir que era alguien a quien conocía. Se arrodilló intentando reanimarla pero ya era demasiado tarde para Karin. Su rígido cuerpo sufría quemaduras y la sangre manaba por las numerosas heridas que poseía. Sus ojos se empañaron dejando escapar más de una lágrima antes la dureza de la escena que tenía frente a sus ojos.

Frederic recapacitó recordando que se trataba de una mera visión, una visión que no tenía por qué llegar a cumplirse. Se reincorporó con el fin de encontrar a algun otro miembro. Una explosión llamó su atención para encontrar a escasos metros lo que parecía una lucha a muerte.

Chantalle y Alice se enfrascaban en una batalla sin sentido entre ellas. Ambas brujas parecían querer asesinar a la que hasta ahora había sido su compañera, su amiga. Llamas de fuego verde y rojo creaban un espectaculo sin igual, donde solamente la más hábil entre ambas sobreviviría. Las brujas parecían exhaustas, comos si llevasen horas luchando sin cesar.

Varias bolas de fuego vil volaron hasta Alice, que logró esquivarlas rápidamente mientras una llamarada salía de sus manos. Chantalle confiada igualó el hechizo con otra llamarada de color verde intenso. Las dos llamas chocaron enfrentándose la una a la otra como si de un pulso entre las brujas se tratase. El fuego de Alice presionó el hechizo de Chantalle obligándola a retroceder, intentando crear una especie de escudo para protegerse pero no fue suficiente. Los ojos de Alice brillaban de un tono ámbar, su ansia parecía cegarla por completo. El cuerpo de la Kultirense salió despedido por los aires tras un fogonazo.

Frederic no pudo contenerse, debía saber que ocurría, debía averiguar si era culpa de la reliquia que había nombrado el caminallamas.

-¡Detente Alice!- gritó el mago mientras conjuraba un hechizo de escarcha sigilosamente.

Alice miró a Frederic desafiante.

-¡Nadie logrará arrebatarme el poder del fuego!- gritó mientras lanzaba una llamarada hacia el humano.

Frederic creó una barrera de escarcha a su alrededor, sin embargo la habilidad de la bruja no se trataba de un hechizo común, su poder era imparable.

El fuego atravesó la barrera de escarcha impactando en el torso del mago. Frederic cayó de rodillas. Su pecho se ensangrentó rápidamente mientras todo se tornaba oscuro. El paisaje desparecía para dar lugar a su cálida habitación dentro del monasterio.

Aún se hallaba de rodillas en el robusto suelo de madera caoba. Si hubiese tenido al menos unos segundos hubiese destruido los pergaminos de la mesa con toda la información que había averiguado hasta el momento, hubiese avisado al grupo de lo que ocurriría. Si hubiese podido... se hubiese despedido de los miembros de la orden, pero tal y como anunció el caminallamas, ''la arrogancia terminará con vosotros''.

La herida de su pecho no dejaba de sangrar, podía palpar como su tiempo se esfumaba, quizás le quedasen minutos o incluso segundos, pero ese tiempo le bastó para reflexionar y darse cuenta de que enseñaría una lección a los miembros de la orden. El poder del talismán nunca ha de tomarse a la ligera.

Sus ojos se cerraron lentamente para siempre recordando mientras recordaba tan solo una frase...

<<Muy pronto El Señor del Fuego se alzará>>


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La Orden Eterna se verá afectada por la muerte de Frederic Kheerne, su actual guardián. Mientras tanto un extraño artefacto oculto en lo más profundo de la Montaña Rocanegra, amenaza con poner todo Azeroth patas arriba si un nuevo señor del fuego llegase a proclamarse.

La Orden deberá decidir si aventurarse hasta ese peligroso lugar o abandonar la expedición sin mirar atrás. Lo sabremos en el Capítulo XII - El señor del fuego


lunes, 20 de enero de 2014

Secretos en el fuego

Habían pasado horas desde la reunión. La noche cubría todo aquel frondoso paisaje al que llamaban Bosque de jade.
El monasterio se hallaba en silencio a esas horas, si bien no estaba entrada la madrugada, los pandaren eran bastantes estrictos con las horas de sueño, sobretodo en invierno haciendo que todo quedara en sumo silencio cuando el sol se ocultaba tras las altas laderas de aquellas exóticas tierras.

Frederic se mantenía ocupado redactando los datos para la siguiente expedición cuando varios golpes en la puerta interrumpieron sus estudios. Éste abrió la puerta lentamente mientras fumaba de la pipa que sostenía. El joven Zephiel Daroudji se encontraba al otro lado de la misma.

-¿Puedo hablar con vos?- preguntó el joven con el ceño fruncido

Frederic suspiró mientras abría la puerta implorando a la luz que no le hiciera malgastar mucho más tiempo del necesario. Zephiel se adentró en estancia fijándose en la gran chimenea que mantenía el calor en su interior.

-Estoy ocupado, ¿Hay algo que te preocupe?- dijo Frederic impacientándose.
-¿Por qué no se lo has contado?- preguntó el joven mientras toqueteaba algunos de los libros del guardián.
-¿Contar qué?- Preguntó el guardián sin muchos ánimos de mantener una larga conversación con su interlocutor.
-Contar lo que vi, que Lionell tan solo pretendía ayudarnos.- respondió Zephiel mientras mantenía un pulso con la mirada.
-Porque no es cierto. Zephiel, se que has pasado por un mal trago, puede que estés confundido aún, pero lo que dices no es así. Lionell ha matado a muchas personas inocentes, entra ellas Thedya Hurley, la que fue guardiana de La Orden.
-¡Yo se lo que vi y oí, puede que asesinara a gente pero intentaba hacernos más poderosos!- gritó Zephiel acaloradamente.
-Zephiel, tus compañeros han pasado por mucho, no puedes hacerles cargar con una muerte a sus espaldas.-respondió Frederic intentando hacer que el joven entrara en razón.
-Tarde o temprano lo sabrán, mantenerlos engañados no soluciona nada.- se detuvo uno segundos antes de continuar.- Si no lo haces tú seré yo quien lo haga.
Frederic cambió su semblante a un tono más serio.
-Pensaba comunicároslo mañana, pero no me dejáis más remedio. Se ha decidido que formalices tu entrenamiento como guerrero bajo el mandato de Lord Cross Nesai Doe. Hemos decidido que tienes potencial y he acordado que sirváis a su casa hasta que estéis listos para...
Zephiel cogió a Frederic del cuello apretando con fuerza.
-¿¡Habéis decidido!? ¿¡Quienes!?, ¡Todo esto es tan solo una artimaña tuya!
Frederic forcejeó. El mago posó sus manos sobre el brazo de Zephiel hasta que el calor del fuego que desprendían éstas obligó al humano a retirarlas.
Frederic tosió varias veces cogiendo aire.
-¿Que demonios os pasa a todos, no sabéis hacer otra cosa que cogerme del cuello?- Preguntó retóricamente mientras recordaba el incidente con Karin.
Zephiel dio la espalda al mago mientras se apoyaba en una mesa. Entonces se fijó inintencionadamente en los pergaminos que aguardaban frente a él. El joven cogió varios de ellos en los que aparecía un lugar reconocido por la mayoría de los humanos y enanos que habitaban en los reinos del este, la montaña Roca negra.
-¿Qué demonios es esto?- Zephiel se giró hacia el guardián mientras arrugaba uno de los pergaminos.- ¿Intentas enviarlos a Roca negra?
-No es asunto vuestro.- dijo seriamente Frederic
Zephiel abandonó la habitación dando lugar a un gran estruendo tras de sí al cerrar la puerta.

El humano entro en su habitación y comenzó a guardar algunas de sus pertenencias en su talega. Su enfado e impotencia aumentaba mientras recordaba la conversación que había tenido con el guardián.

Varios pasos llamaron la atención del humano. Zephiel se giró para encontrarse con el enigmático Monlee.
-Siento si os he despertado.- dijo mientras continuaba guardando sus bienes.
-No os preocupéis, no es eso lo que me ha traído hasta aquí. ¿Vais a algún lugar?- preguntó el pandaren mientras aguardaba con paciencia la respuesta del joven.
-Me marcho, lejos de aquí, reharé mi vida en Ventormenta, como antes, antes de que todo esto comenzase.- afirmó Zephiel con tono decidido.
-¿Es vuestra decisión?- preguntó dudosamente Monlee.
-La decisión del guardián era aún peor para mí, claro está.
-Zephiel...-dijo el pandaren mientas se ponía en pie. Se acercó lentamente al joven y depositó sus grandes zarpas en los hombros de éste.- El guardián no es aquel que porta un talismán... sino el que siente en lo más profundo de su corazón que sería capaz de sacrificarse por el bien de los suyos.

Las palabras del pandaren calaron en el interior del humano, provocando un sincero abrazo hacia éste.

-Os haré la pregunta de nuevo...¿Vais a algún lugar?...-Preguntó el pandaren
Zephiel afirmó con la cabeza mientras se limpiaba las lagrimas.
-Bien... ¿hacia donde hago el portal?-dijo el pandaren sonriendo.
-Hacia la montaña Roca negra.




domingo, 19 de enero de 2014

Fin del Capítulo XI - El fin de un ciclo

     Aún podía oír los desesperados gritos de la elfa retumbando repetidamente en su cabeza incluso cuando el portal ya se había cerrado.

Zephiel sostenía temblorosamente aquel poderoso arma. Sus manos se aferraban a su empuñadura mientras su mirada recorría la larga y delicada hoja de metal. Un brillo extraño la cubría. No podía decir de que color era exactamente ese brillo pero sabía que era a causa del cristal, aquel artefacto superior con el que se había hecho tanto bien y tanto mal durante pasado.

El joven guerrero desvió la mirada hacia su enemigo. El brujo se hallaba postrado a escasa distancia de él. Podía afirmar que tras meses intentando acabar con éste, en ciertas ocasiones había deseado que aquel momento jamás hubiese llegado. La hoja de luz, como la habían bautizado, era tan letal que podría destruir a cualquiera que le hiciese frente, solo que a un gran coste, la vida de su portador.


Puede que las palabras de Kendra tuvieran algo de cierto, aunque solo fuera un atisbo que hacía mella en la mente del joven guerrero. Él no era un héroe, ni tampoco un mártir, nunca lo había sido, entonces... ¿Por qué debía serlo ahora?

Zephiel encontró la respuesta dentro de si mismo. Su sacrificio los salvaría a ellos. No podía fallarles, no después de todo lo que habían sufrido. ¿Es eso a lo que llaman honor o lealtad? Puede que sí, y puede que nunca fuera un héroe, pero la razón por la que se sacrificaba era por salvarlos a todos ellos. Sacrificarse por aquello que dicen de ''por un bien mayor''. Quizás en otra época hubiese huido ante tal situación, pero las cosas habían cambiado.


Zephiel levantó lentamente la pesada espada mientras sus brazos y piernas seguían temblando. El momento había llegado, tan solo esperaba en lo más profundo de su ser que aquellos a los que había considerado amigos y familia le recordasen para siempre, que Kendra le amase siempre. El guerrero hizo un rápido movimiento vertical con el fin de herir a Lionell a ras del hombro.

De repente, antes de que la hoja entrara en contacto con el cuerpo de su enemigo, ésta se detuvo.

Zephiel se sobresaltó cuando otro arma se interpuso en la trayectoria. El humano recorrió con la mirada el bastón para encontrarse con su portador, que era un joven humano de cabellos rubios y ojos claros.

- Caleb... - dijo Lionell mientras apretaba con fuerza la mandíbula, sin apartar ni un solo momento las manos que intentaban frenar la abundante perdida de sangre que manaba por su torso.

Zephiel retrocedió varios pasos sin dar crédito a lo que veía. Ese humano que seguramente sería incluso más joven que él, desbordaba poder a su alrededor. Jamás antes había sentido nada parecido, pudiendo incluso ver una especie de aura arcana que se acumulaba alrededor de su cuerpo.

Caleb se acercó hasta Zephiel y tomó la espada de las manos de éste.

- No ha llegado tu momento Zephiel...- dijo mientras una leve sonrisa se dibujaba en su angelical rostro.- Vuelve con la orden, te necesitan.

Zephiel retrocedió varios pasos mientras asentía sin poder decir palabra. El guerrero corrió varios metros hasta el final de la sala, donde se detuvo tras la entrada una vez fuera de la habitación. Se mantuvo en silencio aguardando lo que iba a ocurrir mientras recuperaba el aliento y la compostura.

Lionell miró a su enemigo con los ojos inyectados en sangre.


- ¿Qué demonios haces tu aquí?
- He venido a cambiar el curso del tiempo...
- No has hecho otra cosa desde que llegarste... no ere tú quien deberia sostener esa espada...- Lionell se detuvo para tomar aire mientras escupía sangre.
- Pero tampoco era Zephiel.
- Parece que sabes lo que ocurrió...

- No voy a dejar que esto vuelva a ocurrir, el pequeño Lionell se criará como no pudiste hacerlo tu.- dijo Caleb convencido de sus razones.
-No entiendes nada... si hubieras logrado cambiar algo... ahora no estariamos aquí... nada cambiará, mi yo de esta epoca averiguará que ocurrió, y aceptará su destino...


Caleb se mantuvo serio mientras esperaba la explicación del brujo, dudando por momentos de si lo que decía sería cierto o no.


- Sabías que serias derrotado... ¿Por qué has venido entonces?
- Porque era mi destino... debía enfrentarme a la orden, arrebatarles el talismán.
- Eres un demente...- dijo Caleb mientras sus manos sostenían con fuerza la empuñadura de la espada.
- La orden debía enfrentarse a alguien tan poderoso que lograra remover sus cimientos, tan solo así... sería capaces de hacerse poderosos, de luchar... como un grupo... o de lo contrario jamás lograrán derrotar a aquellos que están por venir.
- ¿Esa es tu excusa para hacer todo esto? ¡Por la luz Lionell, has matado a personas inocentes!
- Los débiles no tenían cabida en la orden... he visto el futuro y lo que ocurrirá... la era de oscuridad se avecina ahora...
- Aún así, ninguno de nosotros llegaremos a verlo.


Caleb levantó la espada y atravesó el pecho de Lionell con ella. Ambos se miraron durante unos segundos, expectantes y aterrados a la vez.

La espada comenzó a emitir un luminoso brillo que recorrió al brujo por completo. Lionell se miró las manos y vio como sus dedos se iban desmaterializando, convirtiéndose en arena dorada que flotaba sobre el aire formando una especie de torbellino.

Caleb observó impactado la escena mientras se percataba de que en su cuerpo ocurría exactamente lo mismo. Sus manos, sus brazos... todo iba desapareciendo para dar lugar a esa brillante arena dorada.

- Volvemos a casa...- dijo Lionell al mago.

Caleb decidió creer las palabras del brujo y una sensación de esperanza recorrió su cuerpo mientras se desvanecía en aquel remolino.



Zephiel permanecía paralizado mientras observaba lo que tenía lugar desde una distancia considerable.

Cuando todo terminó el lugar quedó desierto, sin rastro de ninguno de ellos, tan solo una marca de luz había quedado grabada en el suelo de la sala.

Zephiel se acercó lentamente, aterrado por lo que sus ojos habían presenciado, permaneciendo unos minutos de pie junto a la escena.
Algo desvió su atención cuando sintió que alguien le agarraba la mano suavemente.
El joven humano desvió su mirada hasta una especie de gnoma que se hallaba junto a él.
Nizdorni levantó la cabeza y miró fijamente a Zephiel mientras una agradable sonrisa se dibujaba en su pequeño rostro.


- Es lo que debía pasar...- dijo con una aguda y melodiosa voz.- Es el fin de un ciclo...
- ¿Que... nos deparará el destino? Lionell dijo que...- Hay tiempo para todo.- interrumpió - ahora... volvamos a casa.