miércoles, 29 de mayo de 2013

El lamento de Chantalle.

Giordano estaba recogiendo ropas y libros para llevarle a Chantalle, de pronto noto algo en su subconsciente que le hizo romper a llorar...

Mientras, Chantalle en su celda, unas horas después de que la encerrasen comenzó a cantar con su delicada voz.

-Cuando las nubes oculten el sol
y el camino derrote a tus pies
si el viento en tu cara, quema tu piel
recuerda siempre, que te esperaré.

Cuando el fragor de la lucha escuchéis
o si ves al amigo caer
si la sangre en su pecho te duele también
recuerda siempre, que te esperaré.

El agua de lluvia mi amor te traerá
y en la brisa mi voz sentirás
y al final de la guerra, si vuelves seré
tu esposa o tu viuda porque te esperé.

Cuando las nubes oculten el sol...



La batalla de la Oreja de Sathit.



Cuenta una vieja leyenda familiar y marítima, que durante un corto tiempo, humanos y elfos compitieron por el dominio del norte. Se dice que los elfos, corsarios de un nuevo reino, saqueaban y robaban los barcos de los humanos. Se dice que este acosador de los mares poseía un artefacto capaz de abrir cualquier cerradura, que entraba en las bodegas de barcos y fortificaciones por la puerta y robaba sin forzar ninguna cerradura.
Lo llamaban la Llave Fantasma. Y en manos de este corsario, Farent Sathit, nada bueno era.

Entre escaramuza y escaramuza, robando tesoros de barcos y fortificaciones por igual, llegó a ser apresado por oficiales humanos. Se dice que la euforia después de la batalla, entre el humo de la pólvora negra mojada y el alcohol, llevó a los oficiales a instigar a Sathit para que le dieran la llave.

Sathit les amenazó vulgarmente, diciéndoles que ni todo el oro del mundo bastaría para salvar a perros bastardos de la venganza de los elfos. Que su rey mandaría a buscarle.

Tal fue la reacción de los oficiales que no se les ocurrió otra cosa que cortarle una oreja al elfo y meterla en un bote.
-Si eres tan valiente como dices ser, dile a Dath'Remar, tu rey, que sea capaz de venir hasta aquí y que conquiste nuestro reino.

Cuando Farent Sathit vuelve a Quel'danas y acude a su rey, Dath'Remar se encendio en furia y completamente loco ordenó talar la mitad de los bosques de la nación para construir la mayor flota que jamas ha surcado los mares. Doscientos barcos, dos mil cañones, veinte tres mil seiscientos soldados, jamas el mar había visto algo similar. Y es considerable, porque cuando hablamos de la Armada Invencible de Kul'tiras solo tenía ciento veinte barcos.

Tal fue la ofensa que provocó la oreja de Sathit, que Dath'Remar cogió a su mejor almirante, Croner Varinael, y lo puso al mando de tal fuerza. Sus ordenes eran claras y precisas, "conquista toda la costa y acaba con esos humanos". Varinael tomó la flota y puso rumbo a las costas al sur.

Varinael tenía tanta suerte que nada mas empezar la campaña, el puerto de Ferenar, su destino a conquistar primero donde se había realizado la ofensa al corsario y al rey, fue azotada por un brote de fiebre. De los seis mil soldados que hay defendiendo el puerto de Ferenar mueren cuatro mil. Solamente dos mil humanos contra veinte tres mil seiscientos elfos.

Pero los elfos no contaban con un pequeño detalle, ¿Quién defendería el puerto? Quien defendía el puerto no era otro que el militar más loco que ha existido entre los humanos, el almirante Blas de Lévi.

Manco, tuerto y cojo, Blas de Lévi fue un humano aguerrido como pocos. Ingresó en la armada como guardia marina con tan solo doce años, recibiendo su bautismo de fuego dos años después, donde una bala de cañón le arrancó la pierna derecha por debajo de la rodilla y no se le ocurrió otra cosa que hacerse un torniquete y seguir luchando. Con diecisiete años pierde el ojo izquierdo por una esquirla durante un asedio y con veinticinco años pierde la movilidad del brazo izquierdo por una bala de mosquete. Fue ascendido a almirante con honores rápidamente.

Se cuenta de él y su locura, que Kul'tiras le debía una suma considerable al reino y fue capaz de dirigir su buque en solitario hasta Boralus y decirle a Valiente "O devuelves el dinero de la corona o arraso tu reino"

Las proporciones en la batalla eran ridículas, cada humano debía de matar a ocho elfos, había un cañón humano por cada tres éficos. Varinael nunca había perdido una batalla y lo que hizo fue algo muy sencillo, rodeo Ferenar y descargó veinte mil balas de cañón en dieciséis días, destrozó ciudad por completo, quedando solo en pie la fortificación. Casi la mitad de los humanos perecen durante este ataque. Lévi se repliega al fuerte con sus pocos hombres.

Varinael que ve la victoria asegurada, intenta meter sus barcos por la bahía. Mientras, Lévi, desesperado por las circunstancias, hace un alarde de locura y hunde los únicos seis barcos de los que dispone en la entrada de la bahía.

Varinael en un alarde de soberbia, manda uno de sus barcos de regreso a Quel'danas para que le comunique al rey su victoria y acuñen monedas con su nombre.

Varinael pica el anzuelo y es cañoneado sin piedad cuando la primera línea de sus barcos encalla en la bahía. Lévi le obliga a replegarse y desembarcar la infantería. Pero la fiebre afectó a sus soldados por igual y empezaron a morir cientos y cientos de elfos. Ante la desesperación, Varinael manda durante la noche a tres mil soldados para que tomen la rampa del fuerte. Lévi que estaba mucho más loco, manda solo a trescientos humanos armados con cuchillos y machetes, la emboscada surte efecto y matan a cuchilladas cerca de dos mil elfos durante el desconcierto de la noche.

Varinael estaba desesperado, pero a Lévi solo le quedaban unos seiscientos hombres contando fusileros. Varinael obliga a sus oficiales a lanzar el ataque sobre el fuerte, Lévi mientras urde una estratagema, viste muñecos y los coloca en la muralla del fuerte junto con los cañones y sus soldados.

Los militares elfos se ponen muy nerviosos, tanto es así que el ingeniero que medía la altura de la muralla se equivocó en sus cálculos. Cuando lanzaron el ataque, las escalas de asalto quedaron cortas a falta de dos metros. Los pocos humanos que quedaban masacraron cerca de quince mil elfos, es una de las mayores matanzas de la historia.

Varinael tiene que abandonar Ferenar con el rabo entre las piernas. Al volver a Quel'talas la furia del rey fue tal, que mandó ajusticiar a Varinael.

Dath'Remar entonces pensó en otro plan, entabló alianza con el reino humano y acusó al almirante de la pata de palo y sus hombres de haber asaltado una flota élfica. El rey humano le cree y hace fusilar a Lévi junto a sus hombres en la plaza principal, ante la mirada de todos los ciudadanos.

Cuando iban a proceder a fusilar y todos los hombres que quisieron estuvieron con los ojos vendados, un joven de unos quince años, se colocó al frente a la derecha de Lévi y dijo así.

-Oponiendo picas a caballos...
-Enfrentando arcabuces a piqueros... -le siguieron el resto de los hombres poco a poco.
-Con el alma unida por el mismo clero,
que la sangre corra protegiendo el Reino.
Aspa de la Armada, flamenado al viento
hijos del arrojo, grandes son los Tercios.
Escuadrón de picas, flancos a cubierto
solo es libre el hombre que no tiene miedo...

El canto del himno, provocó que aquellos se vendaron los ojos se arrancaran la venda y miraran de frente a sus verdugos, quienes palidecieron. Lévi entonó entonces junto a sus hombres el himno.

-Lucha por tu hermano, muere por tu reino
vive por la paz en este gran Imperio.
Nunca habrá derrotas, si nos hacen presos
solo tras de muertos capitularemos.
La gola de malla, chaleco de cuero
peto y espaldar me guardarán del hierro.
¡Levantad las picas, con un canto al cielo
nunca temeré si va en columna el Tercio!

-¡Disparad! ¿No me oís? He dicho que disparéis.- El general de fusilamiento vio como sus hombres se quedaron helados incapaces de disparar, cuentan que para acabar con la vida de estos valientes tuvieron que llamar a formar a otro pelotón de fusilamiento y que todos y cada uno de ellos miraron a los ojos a sus verdugos.

Como en toda historia familiar, la leyenda y el mito se ha mezclado con la realidad y hay datos incoherentes, pero quien sabe si este intrépido almirante de la pata de palo, Blas de Lévi, fue un héroe o un traidor.

martes, 28 de mayo de 2013

El guardián de la orden

    
    Daelian fijó la mirada en cada uno de los allí presentes. Semanas antes, los miembros de la orden habían viajado hasta los fríos territorios de Rasganorte para reunirse con ella. Lo primero que presenció fue a un grupo enfrentado, sin ilusión, sin esperanza, y lo que ahora tenía frente a ella era grupo unido, una orden. 
La maga observó detenidamente el talismán que sostenía en sus manos. Tras largos viajes a tierras lejanas y duros enfrentamientos contra diversos enemigos, el talismán había sido terminado con éxito. Sin embargo aun quedaba por descubrir si funcionaba realmente o si las instrucciones de la creación de dicho artefacto eran falsas. 
El grupo esperaba impaciente, Daelian rezaba para que el artefacto funcionara, ya que de lo contrario la orden se desmoronaría esfumándose para siempre. 
La joven observó detenidamente el talismán, un fuerte armazón de metal oscuro cubría gran parte del artefacto dejando ver círculos en los que podían distinguirse un cristal azulado con arena en su interior.
Daelian susurró suavemente mirando el talismán: Mostradme el futuro, mostradme quién será el  guardián.
Tras pronunciar estas palabras el talismán brilló cada vez con más fuerza tanto que obligó a la maga y al resto de los allí presentes a entrecerrar los ojos.
Cuando la luz cesó el grupo pudo ver a la maga en una especie de trance con un aura rodeándola.  El talismán seguía brillando pero la luz que ahora desprendía era más suave que la anterior.

(Visión)
Daelian abrió los ojos lentamente y reconoció con exactitud el lugar en el que encontraba. Se hallaba en un puerto, a lo lejos veía varias estancias de madera apiladas  y un gran gentío que abarrotaba el embarcadero de Bahía del botín. La visión se mostraba en primera persona a diferencia de lo que había oído de Thedya, la cual aseguró en cierta ocasión que las visiones que el talismán le mostraba las veía en cuestión de segundos ajena al entorno en el que se encontraba. La maga se giró y tras ella vio a algunos de los miembros de la orden en posición defensiva, aunque se buscó entre ellos no logró encontrarse.
- ¡Daelian a que esperas, debes crear la barrera o nos alcanzarán!- gritó Frederic mirando fijamente a la maga.
La maga se fijo que se encontraban al final del muelle con el mar a sus espaldas. A lo lejos observó como un numeroso grupo de mercenarios se dirigían hacia ellos.
- ¡Daelian date prisa!- gritó el almirante Giordano.
La maga seguía paralizada sin saber que hacer, no comprendía cual era el fin de la visión, aparte claramente de que se encontraban en un apuro.
Daelian se miró las manos mientras las abría y cerraba, intentó canalizar algún hechizo y contra todo pronóstico una bola de fuego salió despedida hasta apagarse en el mar.
El pánico recorrió entonces su cuerpo, no se encontraba presenciando una visión como un mero espectador, la estaba viviendo y no quería detenerse siquiera a pensar en las consecuencias que tendría todo lo que realizara en esta visión.

De pronto un gran estruendo sonó a lo lejos y como si de una explosión se tratase una gran bola de cañón atravesó destruyendo la mitad del muelle en el que se hallaban dejando aislados al grupo del alcance de sus perseguidores.  La tabla de madera en la que se encontraba la maga quebró provocando que cayera al agua. El grupo mientras tanto intentaba recomponerse del brusco movimiento que había sufrido el muelle. Siguieron la dirección del disparo hasta que observaron que  un reconocido barco se acercaba hacia ellos.
Daelian agitaba las manos bajo el agua, intentaba aguantar la respiración y salir a flote, pero entonces maldijo su nula habilidades de nado. 

(Mientras tanto en Dalaran)
El grupo permanecía inquieto observando a la maga en trance. De pronto la maga se desplomó en el suelo comenzando a respirar con dificultad, parecía estar asfixiándose. Los miembros de la orden se acercaron rápidamente a socorrerla. Giordano intentó incorporar a la maga pero al establecer contacto con ella un aura lo envolvió dejándolo paralizado al igual que había ocurrido con Daelian.
- Deteneos.- dijo Adalberth agarrando a Chantalle que se acercaba hacia Giordano.- Si los tocáis os afectará también.
- ¿Que le ha ocurrido?- Preguntó Chantalle. - Esta...
- Ha entrado en la visión.- respondió Monlee seriamente observando la situación.
- ¿No podemos hacer nada para ayudarles?- preguntó Awiergan mientras miraba a Giordano y Daelian paralizados.
- Tan solo podemos esperar.- respondió el paladín.

(Visión)
Giordano apareció en el muelle y observó como Marther ayudaba a subir a Awiergan que también había caído al mar tras  la destrucción provocada. El almirante, que blandía su espada, pasó suavemente la afilada hoja por la palma de su mano provocando un superficial corte. Giordano buscó rápidamente a su alrededor y seguidamente se lanzó al agua. Encontró rápidamente el cuerpo de Daelian, y agarrándola por la cintura tiró de ella hacia la superficie.
- ¡Ayuda!- gritó Giordano que mantenía el cuerpo de la maga a flote.
Marther agarró a Daelian y la tendió lentamente en el suelo. El paladín comprobó su respiración y al ver la falta de esta, impuso su mano ante ella e imploró a la luz que sanara a la joven. Daelian reaccionó rápidamente expulsando el agua que había tragado. 
- ¿Estáis bien?- dijo el paladín mirando tanto a la maga como a Giordano
Daelian se incorporó y observó entonces que del cuello de Marther colgaba el nuevo talismán. Giordano también se había dado cuenta de esto y aunque una sensación de decepción le inundó, esta fue rápidamente sustituida al ver acercarse La rosa de los mares con su amada a bordo justos a tiempo para rescatarlos.

(Dalarán)
Daelian y Giordano volvieron en sí. El grupo se acercó rápidamente a comprobar si se encontraban a salvo. Todos esperaban impacientes respuestas.
 Giordano miró su mano y pudo ver un sangrante corte en ella que había realizado minutos antes, su expresión cambió y adquirió un tono de preocupación.
- No podéis imaginar lo que hemos creado...







domingo, 26 de mayo de 2013

Capítulo VII - La orden de los mares

¡Las votaciones han terminado!

Los miembros de la orden ya han votado por el capítulo que les gustaría rolear, y con seis votos frente a dos el capítulo ganador ha sido La orden de los mares.



Tras la acusación hacia Chantalle Leproux del asesinato de Thedya Hurley, los miembros de la orden se verá envueltos en una conspiración que intentará terminar con todos ellos.


A bordo de La rosa de los mares, el grupo comenzará una aventura a contrarreloj como nunca antes habían vivido. Se enfrentarán a las fuerzas de la corona, temibles piratas, mercenarios e incluso a una maldición que caerá sobre todo aquel que ansíe poseer La llave fantasma.


Pronto zarparán hacia aquello que el destino les depare, y todo ello con un nuevo talismán que no les pondrá las cosas fáciles.




Muy pronto en La Orden Eterna

miércoles, 22 de mayo de 2013

Elección del capítulo VII - Resultados


  El veneno de la serpiente                                     La orden de los mares

Resultados
Marther                                                            Chantalle
Iruam                                                                Giordano
                                                                        Monlee
                                                                           Awiergan
                                                                         Beatrice
                                                                           Adalberth

martes, 21 de mayo de 2013

Posible capítulo VII - La orden de los mares (Modificado)

La orden eterna se embarcará en una de las mayores aventuras jamás vividas. A bordo de la rosa de los mares cruzarán todo azeroth en busca de la única reliquia capaz de exculpar a Chantalle y consigo a la orden. Pero para ello deberán huir de la justicia, luchar contra corsarios y vencer la terrible leyenda pirata que envuelve ''La llave fantasma''.





Música del capítulo

Prólogo



Más relatos de la trama


El día del juicio (Parte 1)
El día del juicio (Parte 2)


Otros relatos

El lamento de Chantalle
La batalla de la oreja de Sathit
Vuelvo a casa (Muriel Greene) (Parte 1)
Vuelvo a casa (Muriel Greene) (Parte 2)
Por una cerveza (Giordano Levi)
Revelaciones, el precio del poder (Giordano Levi)
Awiergan (Awiergan Osbourne)





lunes, 20 de mayo de 2013

El veneno de la serpiente


La joven sacerdotisa de cabellos dorados alzó a vista tras cruzar los enormes portones de la catedral para percatarse de que la noche había cubierto el cielo de Ventormenta. Con varios libros bajo el brazo, Thedya se puso en camino hacia la posada donde se alojaba.
Mientras caminaba por las calles de la ciudad meditó acerca de si las decisiones tomadas en los últimos días  serían las correctas, o si por el contrario estaría cometiendo un gran error.
Entró a su habitación prácticamente a oscuras, dejó caer los libros en la cama y encendió algunas velas que iluminaron la habitación casi al completo. Se soltó el cabello rubio que llevaba recogido en una cola y se acercó a la ventana para disfrutar del hermoso cielo estrellado. Apoyada en el escritorio parecía meditar cuando una figura reflejada en la ventana le alertó. Thedya se giró rápidamente pero antes de poder observar la habitación al completo algunas velas se apagaron.
Desde un oscuro rincón de la habitación una extraña figura la miraba fijamente. Thedya sintió un pánico aterrador cuando se percató de que alguien la observaba sin mediar palabra. Sin desviar la mirada la sacerdotisa buscó cuidadosamente en el cajón del escritorio que se hallaba tras ella el pequeño revólver que días antes le había entregado Giordano. Cuando notó el frió metal de éste se dispuso a extraerlo cuidadosamente sin levantar sospecha.
- ¿Quien sois y qué buscáis?
La figura siguió sin inmutarse
-  ¡Contestadme!
Entonces el extraño personaje avanzó algunos pasos lentamente lo suficiente como para revelar que se trataba de una humana. Sus ropajes eran ajustados, llevaba varias dagas atadas al cinturón. Llevaba la cara tapada con una máscara dejando ver únicamente sus  ojos claros y su corto cabello oscuro.
Thedya se mantuvo tensa ante la desconocida hasta que ésta se dispuso a hablar:
- Mi nombre no os es necesario.- respondió.- y en cuanto a lo que busco...alguien me ha contratado para eliminaros, es así de sencillo.
- ¿Eliminarme? No me imagino quien os envía a una cosa así pero exijo una explicación.
- No solo a vos señorita.- dijo mientras reía - Debo encargarme de todos los miembros de la orden, desconozco las razones, tan solo cumplo órdenes...
Tanto Thedya como la extraña se mantuvieron en silencio durante unos segundos. La sacerdotisa agarró  fuertemente el revolver. Sabía que tan solo estaba cargada con dos balas y aunque la habitación no era excesivamente amplia su experiencia con armas de fuego había sido nula hasta ahora. En un alarde de valor Thedya hizo el intento de disparar pero su enemiga fue más rápida y lanzó un puñal que le atravesó la mano obligándola a soltar el arma.
La joven dio un ahogado grito de dolor y se giró hacia la mesa dando la espalda a su enemiga. Se extrajo el puñal ensangrentado dejándolo caer. Thedya juntó ambas manos cubiertas de sangre e imploró a la luz para cicatrizar sus heridas.
- Os aconsejo que no malgastéis vuestro último aliento absurdamente, estaba impregnado en un veneno altamente letal el cual recorre ahora mismo vuestro cuerpo.
Thedya apoyó ambas manos sobre la mesa y miró como una hermosa rosa blanca descansaba en un jarrón sobre la mesa dejando caer uno de sus pétalos como si de una metáfora se tratara.
- Dejadme entonces el privilegio de la soledad el tiempo que me quede.
- Estaría encantada de haceros ese favor, pero es un riesgo demasiado alto el dejaros con vida si corre la más mínima posibilidad de que os salvéis.
- Entonces hacedlo rápido.-dijo la sacerdotisa con la mirada fija en la rosa.
Thedya sintió como la extraña tiraba de su hombro y sin pensarlo dos veces agarró el jarrón golpeándole en la cara. El jarrón se rompió en pedazos haciendo que la humana se llevara las manos a la cara llena de cortes mientras la sacerdotisa forcejeaba para escapar.
La extraña se centró agarrando a la joven por el cuello. Desenfundó una daga dorada con serpientes grabadas en el mango y la hundió en el abdomen de la sacerdotisa. Thedya la miró fijamente a los ojos mientras esta extraía la daga. 
La sacerdotisa cayó de rodillas en el suelo mientras se presionaba la herida del abdomen. La sangre cubría gran parte de la toga que vestía. Se desplomó quedando tumbada en el frió suelo de la habitación mientras observaba a la asesina alejarse.
- Ellos...acabarán contigo...-dijo Thedya en su último aliento y observo como la humana se detuvo en seco.
- Les estaré esperando.
La asesina salió de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
La sacerdotisa observó tumbada la rosa que se hallaba frente a ella. La agarró suavemente y algunas lágrimas resbalaron por su rostro. La habitación se tornó oscura y sus ojos se cerraron para siempre.

martes, 14 de mayo de 2013

El sueño.


Cuando regresaron a su casa, Chantalle y Giordano comentaron lo ocurrido con Marther, ese pequeño pacto secreto.

-Giordano... ¿Puedo preguntarte algo?
-Claro. -dijo con una sonrisa en la boca.
-¿Por qué os rebelasteis? ¿Qué ganabais con eso?
-Fue hace poco relativamente, pero mentalmente... era joven por así decirlo.
-Explícate.
-Acababa de obtener el liderato de la compañía y bueno... me creía el rey del mundo. La situación del pueblo de Páramos de Poniente era deplorable y el reino no hacía nada. Demasiados pensadores juntos... planificamos nuestro propio mundo y encendimos la chispa del pueblo...
-Ya veo.
-Chantalle, prefiero no seguir hablando de esto.
-Lo entiendo, cariño. Vayamos a la cama, mañana partiremos -la sonrisa pícara dibujada en su rostro dejaban claras sus intenciones.

Tras una pasional noche romántica ambos cayeron en un sueño profundo. Giordano entonces comenzó a tener un sueño que no se le repetía desde hacía bastante.

Unas mujeres limpiaban la calle, de rodillas en el suelo, mientras hablaban y parecían referirse a el en cada acusación. Con una pizca de poesía envenenada.

-¿Quién le pondrá rosas en el fusil? Pobres inocentes, eran uno contra mil.
-Eran críos ¡Carne de cañón! Fueron a ganar un mundo nuevo bajo el sol.
-¡Ese mundo es imaginación!
-Mami, ¿Quién los arropará?
-Nadie lo hará.
-Todos muertos...
-Nunca volverán...
-Todas esas flores ¿Sus canciones, dónde están?
-Todo sigue una y otra vez...
-¡Rezas por las cosas que jamás podrás tener!
-Vueltas, vueltas, vueltas, vueltas... ¿Y todo para qué?
-Vueltas, vueltas ¿Y todo para qué? Tiempo sobre tiempo nunca encuentras un porqué. Nada cambia. ¿Vienes o te vas? Giras otra calle pero sigues donde estás. Giras, pero ¡Sigues donde estás!

Giordano se despertó entonces sobresaltado, sudoroso y temblando.

-Cariño, ¿Estás bien?
-No, Chantalle.

Giordano se levantó de la cama y se vistió con unos pantalones y una camisa.

-¿A dónde vas?
-A la torre de la compañía, hay algo que debo hacer, acompáñame por favor.

Viajaron a caballo a mitad de la noche hasta aquella torre, fantasmagórica en medio de los Páramos. Abrió la puerta y como si de un soliloquio de una obra de teatro se tratase, comenzó a contarle a Chantalle como el ve la revolución y por qué cree que no tienen sentido los reproches de Marther.

-Un dolor que no se puede expresar, un dolor que sigue y sigue. Sillas con mesas vacías, ahora mis amigos están muertos y se han ido.
Aquí hablaron de la revolución, aquí fue donde encendieron la llama, aquí cantaron sobre el mañana, y el mañana nunca llegó.
Desde la mesa de la esquina podían ver el mundo renacer y se escucharon voces gritando ¡Y ahora las puedo escuchar! Las mismas palabras que habían cantado se convirtieron en su última comunión... en la última barricada que hicieron.

A Chantalle le recorría una lagrima por la mejilla ante la fuerza de la escena.

-¡Oh amigos, mis amigos, perdonad! Que hayáis muerto y que yo viva, un dolor que no se puede expresar, un dolor que sigue y sigue. ¡Rostros fantasmales en las ventanas... sombras fantasmales en el suelo! Sillas y mesas vacías donde mis amigos no se reunirán ¡Por favor mis amigos, no preguntadme! Para que sirvió vuestro sacrificio... sillas y mesas vacías donde mis amigos no se reunirán...

Giordano calló de rodillas al suelo de la impotencia y Chantalle corrió a abrazarle.

-Gio... no sabía que perdisteis vosotros... él os acusa y quiere condenar por la muerte de sus amigos mientras que tu lo perdiste todo... por eso comenzaste a vagar y nos encontramos, por eso volviste a la Armada. Giordano, no te condenes ni te maldigas, yo... no se que decir, te amo Giordano.

Volvieron a su casa para por fin dormir en paz lo que quedaba de noche abrazados el uno al otro sin despegarse en ningún momento.

lunes, 13 de mayo de 2013

Diario de Iruam - Parte 4


¡Emboscada!




El sol entraba por la ventana de la estrecha cabaña, dejándose entrever por entre las tupidas cortinas. Un nuevo día empezaba en Pandaria, y la aventura debía continuar para nuestro joven mago. De debajo de una pesada piel, dormía Iruam sin preocuparse por las tribulaciones que lo llevaron a la situación en la que se había visto metido. Trás sentir el calor de la mañana, se agitó un poco todavía medio adormilado y luego rodó un poco más por la cama hasta que sus labios se toparon con algo blando y suave.
- Thilane – dijo mientras besaba a la joven que compartía lecho con él
- ¿Quién es Thilane? - dijo la chica.
Iruam abrió los ojos de par en par y de improviso dio un salto de la cama, y pegándose a la pared ahogó un grito de sorpresa y espanto.
-Pero tú.... - dijo Iruam tartamudeando – tu... tu.... 
-Si Kvothe – dijo con expresión de aburrida – Yo, Kheilam Hypnos, y antes de que digas que estás soñando no, no lo estas y en cuanto lo que hicimos anoche, no tampoco; que por cierto te has vuelto más blando en la cama. Los años parecen no haberte tratado bien. Y ya que hablamos de camas, ¿Quién es esa Thilane? ¿Acaso la que te calienta tu lecho por las noches? No parece que te vaya muy bien con ella dado que yo sé cosas que ella no sabrá ni en mil vidas – añadió guiñando un ojo.
Iruam se miró a sí mismo viendo que no tenía prenda alguna sobre él. Se sentó en la cama llevándose las manos a la cabeza.
- Oh dioses, ¿Qué he hecho?
- Por lo pronto – dijo Kheilam – hacerme pasar la mejor noche desde hace mucho tiempo. Te dije que aunque fuera por una noche serías mío.
- Oye, ya esta bien. Estas apariciones de improviso no tienen gracia. Te agradezco que me cuidaras y eso pero, no puedes entrar de nuevo en mi vida de esta forma. Yo ya tengo familia y lo siento Kheilam pero lo nuestro acabó. Debes entenderlo, aunque lo creas, no soy el hombre del que te enamoraste. He cambiado, y ahora mi corazón pertenece a otra mujer. Una mujer que me ha cambiado de lo que era a lo que soy. Y no creas que porque hayas vuelto...
Kheilam deslizó la colcha dejándola caer y descubriendo su cuerpo desnudo ante el mago. Iruam se ruborizó como un tomate y le dio la espalda, oyendo la risa de la mujer.
- ¿Y ahora te haces el estrecho? - dijo riendo con sorna.
- Ya esta bien de tonterías – gritó Iruam.
- Vale, vale ya me visto. Por cierto, he observado algunas pertenencias tuyas mientras dormías. Hay un par de cosas bastante interesantes.
Sostuvo en alto el orbe que Iruam encontró en la tumba hacía ya dias atrás, observándolo con interés y leyendo entre los surcos la escritura perfilada de un idioma ya olvidado años atrás.
- Trae aca – dijo con una expresión seca el mago.
- Vaya, no hacía falta ponerse así.
- No es un juguete Kheilam, es peligroso.
- ¿Pero que daño puede causar este pequeño juguete?

La pared de la cabaña saltó por los aires justo cuando del artefacto surgió un rayo violaceo que hizo añicos la madera y el cristal proyectándolo montaña abajo.
- Dioses – gritó Kheilam – ¿Qué demonios es esto?
- Te lo dije – dijo Iruam quitándole el orbe y guardándolo entre los pliegues de su túnica. - Y ahora mejor que salgamos de aquí.
- Yo que vosotros no me movería – dijo una voz.
Iruam voló hacia el techo dándose tres veces contra él, antes de volver a caer sobre el piso.
- ¡Kvothe! - gritó Kheilam aterrorizada.
- ¡Silencio! - dijo recien llegado - ¡Entregame el artefacto ahora!
- Ven a buscarlo – dijo Iruam levantándose y lanzando una descarga helada sobre el encapuchado.
Una ventisca se cirnió sobre el hombre helandolo de pies a cabeza, convirtiéndolo en una estatua de hielo.
- ¡Vamos! - gritó Iruam cogiéndo a Kheilam del brazo – Vendrán más.
Corrieron por la calle del poblado de chozas hasta encontrarse en la plaza central. Y entonces proyectiles mágicos volaron sobre sus cabezas destrozando un puesto cercano y sembrando el caos entre la multitud congregada en el mercado. Iruam desenvainó su bastón y conjuró un par de hechizos para distraer a sus perseguidores.
- ¡No! ¡Imbéciles! - gritaba una figura sombría junto a los magos con una voz que era suya y a la vez no – ¡El maestro lo quiere vivo! ¡Atrapadlo!
- Valkyas – dijo Iruam un momento al contemplar desde lejos lo que había sido su antiguo mentor.
- Hola Sheram – dijo sonriendo malevolámente - ¿Sorprendido de verme aprendiz?
Valkyas se deslizó por la calle como una mancha oscura de aceite a una velocidad demoniaca. Iruam sabía que en un momento a otro los alcanzaría sin remedio puesto que era más rápido que ellos. Corrieron entre las cabañas y casas de adobe construidas en la ladera de la montaña, ascendiendo más y más hasta llegar a una cumbre cercana donde el camino acababa. Iruam sabía que la huída era poco menos que imposible y la ventisca no ayudaría en caso de usar algun hechizo para planear sobre la montaña.
- No hay escapatoria – dijo Valkyas – Ahora se buen chico y dame el orbe.
- No Valkyas – dijo Iruam
El engendro de oscuridad cogió a Kheilam como si una serpiente se hubiera enroscado en su presa como un rayo.
- Entregámelo – dijo con voz amenazante – o mato a tu novia.
- No se lo entregues Kvothe – dijo Kheilam. 
- ¡Calla! - dijo Valkyas estrujando a su presa.
- Esta bien – dijo Iruam – tu ganas Valkyas.
- Despacio aprendiz, no sea que pegues un resbalón y el orbe caiga contigo. Ahora acercate a mi, eso es. Más cerca.
Iruam le entregó entonces el preciado objeto.
- Ya es tuyo Valkyas – dijo – Y ahora sueltala, ella no tiene nada que ver en esto.
- Desde luego Iruam, desde luego – dijo con un semblante entre la ira, el triunfo y la risa malvada; dejando caer a Kheilam por el precipicio.
No ocurrió a cámara lenta como suele ser en historias, sino a una velocidad pasmosamente rápida, de como vio Iruam a Kheilam ser lanzada hacia el abismo y como esta caía. Antes de que pudiera hacer algo, la masa de oscuridad envolvió al joven mago.
- ¡Kheilaaaam!! - gritó Iruam mientras empezaba a ser devorado por la oscuridad.
- Ups, soy un manazas – dijo con sarcasmo - Tú me hiciste esto, y ahora te devuelvo el favor. Serás mi leal siervo a partir de ahora. Tranquilo esto no te dolera, al menos eso creo; pero cuando acabe la idea de escapar para ti será inconcebible, y en cuanto a tu novia – dijo riéndose – bueno será una sirviente digna de un archimago como mi maestro.
Por muchos esfuerzos que intentara, nada surtía efecto, ni con la fuerza bruta, ni aún con sus poderes. La mancha lo engullía casi por entero y entonces, el mago pareció que alguna fuerza desconocida se apoderó de él. Sus ojos adquirieron un siniestro tono azul eléctrico y hablaba en una lengua desconocida a toda velocidad. Rayos blanquecinos y fuegos fatuos bailaban a su alrededor. Cuando el ensalmo terminó, la tormenta se cirnió sobre ellos obligando al engendro a soltar a Iruam. Rápidamente se precipitó por la cumbre cayendo, para alcanzar a Kheilam. El viento y la nieve lo despertó de su trance, descubriendo entonces a la chica que aún caía por la profunda garganta del glaciar. Iruam la agarró y sacando una tela de su bolsa de viaje, la extendió, y la alfombra voladora junto con sus ocupantes remontó el vuelo alejándose de la aldea y del monstruo aullante que gritaba furioso por haber perdido por segunda vez a su presa.
- ¡Kheilam! - gritó Iruam agitando a la chica.
Esta no daba señales de responder. Iruam posó su dedo sobre el cuello y la boca de Kheilam pero no había aliento y su corazón no palpitaba. El mago golpeó un poco el pecho de Kheilam y acercó su boca a la de ella para intentar reanimarla. Lo intentó varias veces, con el resultado de que no respondía a nada.
- ¡No! - gritó Iruam - ¡No! ¡No! ¡No! - dijo golpeandole el pecho una y otra vez y exhalandole aliento.
- Kheilam entonces se incorporó tosiendo ruidosamente, mientras Iruam la colocaba en la alfombra para que se acomadara y pudiera tomar aliento.
- ¿Qué ha pasado? - dijo cuando se recuperó del todo.
- Lo logramos – dijo Iruam – Lo logramos Kheilam.
- Pero, y el orbe, no lo habrás... perdido ¿Verdad?
- Eso no importa, tú estás bien, es lo que importa.
- ¿Qué dijiste acerca de que tenías otra vida? De haberme dejado caer, problema resuelto.
- Te perdí una vez, y no quiero volver a perderte de nuevo.
- ¿Significa eso que aún me quieres? - dijo abrazándolo.
- Lo siento, pero no – dijo él soltándose.
- Siento interrumpiros en el peor momento tortolitos – dijo con voz profunda la alfombra- pero, ¿Adónde vamos ahora?
- A la espesura Krasarang Illuan, en busca de otro artefacto.
- ¿Qué hay del orbe? - dijo Kheilam - ¿No deberiamos recuperarlo?
- No – dijo Iruam sonriente mientras sostenía el preciado artefacto – No creo que haga falta.
La alfombra se abrió paso por entre las nubes elevándose hacia un límpido cielo azul, dirigiéndose hacia el sur, donde otro artefacto esperaba para ser encontrado.


Escrito por Iruam Sheram

lunes, 6 de mayo de 2013

Novedades Rol!

Buenas! 
Os comento las novedades e ideas con respecto al rol que llevaremos a cabo.


1 - Guía rapida de la trama!

Ya que tenemos presente que la trama de la orden es bastante extensa y compleja, hemos creado una pestaña llamada ''Guia Trama''. En esta recogemos en forma de diccionario breves descripciones con enlaces a relatos y fichas sobre los temas, personajes o artefactos fundamentales que hayan participado o participen actualmente en la trama. Poco a poco iremos añadiendo más información.
Enlace: http://laordeneternarol.blogspot.com.es/p/guia-rapida.html

2 - Familias o casas!

Gracias a la idea aportada por Cross hemos decidido crear una pagina en la que se recojan las familias de los personajes principales de la trama. Pronto crearemos la pagina, y en ella podréis ver desde el árbol genealógico y los distintos personajes de la forman hasta toda la información que los miembros de estas deseen aportar.
Recuerdo a los miembros que las principales familias que han formado parte de la orden y las cuales nos gustaría que recogiera esta pagina serian: Los Leone, los Leproux, los Levi , los Doe y los Strang. Aunque pueden y deseamos que se añadan muchas más.

3 - Concurso de la orden!

Tras el resultado del último concurso realizado (Quiz de la orden), hemos decidido crear otro concurso pero como otra función más productiva.
El concurso consiste en que los miembros de la orden podrán enviar el argumento de un capítulo de la trama. Dentro de los capítulos enviados se elegirá a un ganador y el capítulo de este saldrá en la próxima elección de capítulo junto al de La Orden de los mares <-Click.
Cada miembro tendrá la oportunidad de enviar hasta tres capítulos. 
La información que debéis redactar es:

- Breve argumento del capítulo
- Principales lugares de roleo
- Música del capítulo
- Enemigos (En el caso de que los hubiera)
- Artefactos (En el caso de que los hubiera)
- Imágenes (No obligatorio)
- Título (No obligatorio)
- Prólogo (No obligatorio)

*Tenéis como fecha límite hasta el día 19 de Mayo para enviar hasta tres posibles capítulos al correo de la Orden (laordeneterna@gmail.com)

En el caso de que no haya participantes suficientes o los capítulos non cumplan las expectativas respecto al rol, el concurso se aplazaría para otorgar así mayor tiempo a los miembros de la hermandad.
* Algunos aspectos de los capítulo podrán ser modificados.


Esto es todo, esperamos que os guste ^^


jueves, 2 de mayo de 2013

Diario de Iruam - Parte 3




El pasado siempre vuelve


- Kvothe, Kvothe – decía una voz que parecía venir de lejos.


La mañana moría para dejar paso al mediodía en las lejanas tierras de allende los mares. La floresta inundaba todo y los árboles como enormes signos de exclamación de la grandiosidad del lugar se elevaban hacia los cielos. Un murmullo de un arrollo cercano, con pequeñas cascadas y piar de especies de pájaros que un naturalista se maravillaría en estudiar era la música del pequeño claro donde un pequeño de oscuros cabellos y mirada curiosa vagueaba deleitándose de los sonidos que daba la vida y la tierra de ese sitio. De una de sus manos descansaba un sedal atado a un corcho que se mecía como un barco. El chico se levantó de improviso al oir la voz que lo llamaba. Sonrió, y se escondió tras el tronco de un árbol hueco caído.


    • Kvothe – dijo la voz cantarina que lo llamó la primera vez – Vamos hijo es hora de cenar. Hmmm ¿Dónde puede estar? - dijo con voz juguetona como si jugara al escondite – Veamos, es....... ¡Aqui!.


La figura cogió al niño sacándolo de su escondite riendo risueñamente y cogiendolo en brazos.


    • Mamá – dijo Kvothe riendo con ella – para, para ya. Pero ¿Cómo lo haces para encontrarme siempre?

    • Magia, mi pequeño, cada hoja, cada animal pequeño, cada brizna de hierba me dice constantemente donde estás.
    • ¿Y yo tendré ese poder alguna vez mamá?

    • Con el tiempo hijo mío, con el tiempo tú también verás y oirás lo que yo oigo, vamos tu padre nos espera y la cena se enfría.

La joven que precedía a su hijo era esbelta y grácil como una rama: flexible y resistente al mismo tiempo. Su andar era como si todo fuera un baile. De ojos vivos y azules y una larga melena suelta de color castaño claro era como el sol de la primavera luciendo incluso en el más crudo de los inviernos. Así era Kaila Sheram.

Caminaron un trecho del bosque hasta llegar al claro donde habían acampado. Era un lugar ámplio, y bien recogido, donde ocho carromatos grandes tirados por bueyes estaban esparcidos como un pequeño poblado. Desde que tenía uso de razón, para Kvothe la vida era un viaje contínuo y sin prisas. Cada ciudad, cada pueblo era un lugar donde deleitar a la gente que vivía en ellos. Cada campamento y cada estancia o incluso cada choza en el camino, era como un palacio, y de todos esos lugares sacaban el sustento que les hacía falta, pues la compañía Daerlia era el divertimento en las tierras al oeste del mar. Solían ser sobre todo poblaciones de elfos y draeneis donde actuaban para divertimento de los lugareños. También había estancias de humanos destinados en el continente, aunque menos numerosos y aun menos generosos. Pero nada nublaba el sol que era Daerlia iluminando aunque solo fuera por una noche la población donde actuaba. Los padres del joven eran los directores de la compañía, aunque también actores, guionistas y hasta maquilladores.

Para Kvothe cada obra representada y cada lugar visitado era como si fuera su cumpleaños, y más cuando sus padres incluían efectos añadidos a las obras de teatro: como pequeños fuegos fatuos, fuentes de colores y hasta en una ocasión una mesa repleta de dulces y vino cuando estrenaron su mejor obra titulada “La Pastelera Milagrosa”. Los padres de Kvothe eran magos, pero hacía ya mucho retirados, dedicados a una vida más libre y sin ataduras.

Así fue durante años, hasta que un día, la desgracia se cirnió y Daerlia desapareció, para siempre. La noche era oscura y de tormenta, fría y sin luna. La brizna del campo silbaba y los aparejos de los carruajes batían contra estos. La compañía sin embargo estaba acostumbrada a estos cambios repentinos y se refugiaban al calor de sus casas rodantes. Sin embargo aquella noche era distinta. Se podía sentir en el aire que algo no iba bien, y al caer la sexta hora que precede al alba, la tragedia se sumió sobre los actores.

    • Kvothe – dijo Kaila – Vamos despierta, rápido.

    • Hmmm – dijo Kvothe medio dormido - ¿Qué pasa mamá? Aún es de noche.

    • Cariño, levantate y vístete rápido, tenemos poco tiempo

Gritos y entrechocar de metales inundaban la noche. Tres carromatos ya ardían desde su lona y los asaltantes se veían llegando como una manada de lobos. Mataron a muchos en la primera oleada, y aunque Daerlia también contaba con buenos luchadores, muchos cayeron a manos de los bandidos. Kvothe y su madre corrieron por entre los carromatos, huyendo por la extensión de hierba. Los perseguidores montaban en los lobos más grandes que Kvothe había visto jamás.

    • Corre cielo – gritaba Kaila – No mires atrás.

La joven se paró esgrimiendo un bastón haciendo frente a los jinetes.

    • Mamá, vamos, no me dejes.
    • Kvothe escuchame bien, yo los detendré tu corre lo más que puedas hacia Darnassus, alerta a los elfos. Diles que necesitamos ayuda.
    • Pero...

    • ¡Haz lo que te digo!

En ese momento un lobo se abalanzó sobre madre e hijo y Kaila agitó la vara y de ella salió un chorro de llamas que quemó de lleno al animal, desplomándose y desmontando a su amo.

    • Kvothe, eres nuestra única esperanza, debes ir. Yo te cubriré.

Kvothe corrió hacia la orgullosa ciudad, aunque antes de que llegara ya habían sonado campanas de alarma y los kaldorei se preparaban para hacer frente al enemigo que invadía sus tierras. Pasaron de largo al chico y fueron en pos de los huargos y los orcos que los montaban. Dos elfas lo levantaron y lo llevaron al interior de la ciudad donde le trataron las heridas y le dieron algo para que descansara de la larga carrera. En cuanto el chico tocó las suaves plumas de la almohada durmió como si no hubiera dormido en años. A la mañana siguiente despertó con la suave luz del sol derramándose sobre la estancia. No se encontraba solo, una imponente elfa estaba sentada en la cabecera de su cama.

    • Vaya – dijo con voz suave como la seda – parece que vuelves a estar entre nosotros pequeño humano.

    • ¿Dónde estoy? - dijo Kvothe.

    • En la casa de Tyrande Susurravientos

    • ¿Y mis padres? ¿Están bien?

La elfa miró hacia abajo con gesto de tristeza y negando pausadamente la cabeza.

    • Lo siento, no llegamos a tiempo. Los orcos acabaron con todos antes de que pudieramos hacer algo.
Kvothe no lloró en aquel momento. Se quedó mirando la pared del cuarto contando los ladrillos que componían el muro. Se negaba a ver la verdad, a oirla o entenderla. Se levantó y se vistió.

    • ¿Adónde vas? - dijo la elfa.

El pequeño no respondió y siguió su camino saliendo de las estancias y buscando la salida, se topó con lo que le confirmó su negación de lo ocurrido. Entró en otra estancia donde todos los amigos de sus padres y sus propios padres descansaban ya para siempre, mientras los kaldorei les limpiaban la sangre y las heridas para darles una sepultura digna. Benjen Sheram y su esposa Kaila yacían juntos. Según le contaron a Kvothe los encontraron sin vida abrazados como si hubieran intentado protegerse mutuamente. Kvothe se derrumbó de rodillas, rompiendo a llorar. La elfa que lo siguió lo asió para sí tranquilizándolo.

    • Tus padres me dieron una última voluntad Kvothe – dijo entonces por fin. Me hicieron prometer que cuidaría de ti.

    • Quiero vengarlos, quiero que los que les hicieron esto lo paguen.

    • No todavía pequeño, aún queda mucho camino para ti.

    • ¿Y tú serás ahora la que cuide de mi?

    • Un kaldorei siempre cumple con sus promesas. Soy Kendra. Y juro por Elune que te protegeré con mi vida. Kvothe, Kvothe...
Iruam despertó súbitamente incorporándose sobre la cama. Sus heridas habían sido curadas y el brazo derecho lo llevaba vendado completamente. Fue el primer signo que sintió cuando brúscamente despertó.

    • Kvothe, has despertado – dijo una figura femenina que se perfiló y a la luz tomó forma

Era una mujer de rasgos bellísimos y finos. De cabellos dorados y los ojos de la luz del mar. Vestía una túnica roja con adornos exquísitos.

Iruam no cabía en su asombro. Sus ojos se abrieron como platos y su boca se abrió como un buzón. Intentó articular palabra pero no pudo hasta que consiguió decir.

    • Kheilam.

Y entonces la joven le besó en los labios apasionadamente.

    • No – dijo Iruam apartándola – no eres real.

    • Claro que soy real Kvothe, acaso olvidarías a tu esposa.

    • Pero, tú caiste. Me contaron que moriste cuando encabezaste una expedición que terminó en tragedia.

    • En tragedia sin duda querido, pero no del todo. Kvothe, tanto tiempo anhelando encontrarte, y cuando ya perdí toda esperanza, caes de una montaña nevada a mis pies.
Kheilam se acercó de nuevo al mago y con lágrimas en los ojos lo volvió a besar de nuevo. Esta vez, Iruam no opuso resistencia, aunque al final la volvió a apartar.

    • No – dijo – No puedo Kheilam. Kvothe murió aquel día. Ahora soy.....
    • Iruam – completó Kheilam – Dócil mago y archivero de Ventormenta. Arqueólogo en tus ratos libres o como a ti te gustan que te llamen, aventurero. También aficionado a la bebida y a exponer tu vida como el loco que fuiste siempre. Kvothe, no moriste. Sigues siendo el chico fanfarrón y encantador que conocí en Kirin Tor.

Esta vez fue Iruam el que se acercó a ella y le dijo: No puede ser Kheilam, ahora tengo otra vida. Lo lamento, pero no puedo volver a esa vida.

    • No te comprendo – dijo extrañada – Hay otra mujer ¿Verdad?

    • Sí, así es.

    • Te doy la espalda y te vas con la primera que se te presenta.

    • Te creí muerta. Busqué un remedio para resucitarte y todo fue en vano. ¿Qué habrías hecho tú? Además si no moriste, pudiste haberme encontrado de nuevo en el Kirin.

    • No estaba en condiciones siquiera de moverme.

    • ¿Cómo dices?

    • Dije que la situación se complicó, pero cuando “caí” y me creyeron muerta no lo estaba. No lo notaron pero fui hechizada y encerrada en el frío hielo. Desperté hace apenas seis meses, y desde entonces te busco desesperadamente. Me dijeron que te habías ido a Pandaria y te seguí. No me importa con quien estes, ahora que te he encontrado aunque solo sea una noche, seras mio.

Kheilam volvió a besar apasionadamente a Iruam. El mago no se resistió en esta ocasión, y durante aquella noche yacieron como antaño.
Escrito por Iruam Sheram