La humana vislumbró por fin entre la
niebla lo que quedaba del castillo. Lo que hacía meses se había
alzado imponente ante ella, ahora estaba reducido a escombros. El
humo aún decoraba el grotesco escenario, ni siquiera la lluvia
había logrado apagar las fervientes llamas que habían arrasado
aquel lugar días atrás.
Desmontó rápidamente de su corcel
mientras esquivaba torpemente los obstáculos que se interponían
hasta llegar a la puerta destrozada de la fortaleza. La lluvia no
había sido clemente ni con sus ropajes ni tampoco con sus cabellos
azabaches, que se encontraban empapados.
Se tambaleó varias veces mientras
avanzaba por aquel lugar en ruinas. Sus ojos, empañados en lágrimas
reflejaban el dolor de lo que estaría por venir. Caminó sin cesar
escrutando cada una de las habitaciones del castillo, esperando
encontrar alguna señal de aquel al que amaba, pero fue imposible,
todo lo que conocía había desaparecido.
He llegado tarde, pensó. Sabía que no
hubiese podido hacer nada por salvarlo, pero al menos hubiese
demostrado que su corazón estaba con él. Ella siempre lo había
amado, cuando otras tan solo esperaban conseguir sus objetivos,
Kathaisa había dado todo de sí misma por él, por su gran amor
Lionell.
Ya no estaba. La orden había logrado
su objetivo.
Cuan horrible pueden ser las acciones
de aquellos que se hacen llamar los justos, los buenos, los
benevolentes.... ¿Acaso eran ellos distintos a Lionell? Pensó.
Las lagrimas recorría su rostro sin
descanso, el llanto se había convertido en un grito de dolor, su
corazón se consumía al pensar que nada tenía ya sentido. No había
nada que pudiera obligarla a seguir, lo único que deseaba era llorar
su muerte hasta reencontrarse nuevamente con él.
Oyó varios pasos, pero no le
importaban. Tanto si era un miembro de la orden como si no, le era
indiferente que hicieran con ella, quizás incluso le diera las
gracias por hacer el reencuentro más sencillo.
Una rosa negra cayó junto a su rostro.
Kathaisa levantó la vista débilmente para descubrir al desconocido
que se encontraba junto a ella. Se percató de que se trataba de un
humano, vestido con un atuendo bastante extraño, sus ropajes no
parecían haber sido sacados de cualquier tienda. Portaba un traje
negro con tonos color rubí, una larga capa que cubría desde los
laterales y un sombrero de copa negro. Llevaba una máscara que
tapaba parte de su rostro, aunque podía entreverse la parte al
descubierto. Sus ojos verdes emanaban un aura extraña, lo cual
hacían de éste un ser más siniestro si cabía.
Kathaisa volvió a apoyar su rostro en
el frió suelo de piedra mientras se mantenía en silencio.
-Siento vuestra pérdida milady.-
dijo la voz profunda y varonil del extraño caballero.
El humano se arrodilló junto a ella
mientras acariciaba su rostro con sus delicados guantes oscuros como
el carbón.
-Dejadme, os lo ruego, tan solo
deseo morir en paz.
-Comprendo vuestro sentimiento...
si lo deseáis yo mismo puedo aliviaros de ese pesar que ahonda en
vuestro dolorido corazón.- dijo el extraño con voz segura.
-Tan solo quiero que seáis rápido,
ya he sufrido suficiente.
-Por supuesto, os lo prometo. Aún
así es una lástima que alguien con tanto talento como vos decidáis malgastar vuestra vida.
-Es lo que deseo.- afirmó Kathaisa
mientras sus ojos se cruzaban con los ojos verdosos del caballero.
-No puedo prometeros traeros a
vuestro amado nuevamente, ni siquiera puedo prometeros ocupar su
lugar en vuestro corazón, pero hay algo que deseas al igual que yo,
algo que ahora no percibes ya que el dolor no os deja verlo. Algo
que ambos compartimos.- susurró el extraño mientras acariciaba los
cabellos de la joven.- Se llama venganza.
Kathaisa frunció el ceño sorprendida
por sus palabras.

-Es imposible... nadie puede con
ellos... ni siquiera Lionell y su orden pudo.
-Creedme, nosotros podremos,
aquellos a los que busco son personas como vos, han sufrido su ira,
ahora es el momento de que paguen por sus actos.
El humano se incorporó lentamente
mientra extendía su mano hacia la joven.
-Demostradles que lo que han hecho
merece un castigo milady.
Kathaisa se ayudó del caballero para
ponerse en pie. Sintió como le secaba sus lágrimas mientras la
miraba fijamente. La joven apretó sus puños con fuerzas mientras sentía como su interior ardía de rabia.
- No descansaré hasta acabar con todos ellos... no me detendré hasta vengar la muerte de Lionell...