miércoles, 30 de marzo de 2016

Sphere Capítulo 1 - El principio del fin



Sus pasos parecían calar con intensidad y maestría en aquel lugar, en aquella estancia vacía decorada con numerosas columnas y grandes ventanales que otorgaban una sensación de serenidad a cada uno de los que pusieran un pie en lo que todos conocían como el Santuario. El humano caminaba en círculos mientras recorría el gran enlosado que conformaba la imagen central del suelo de la sala, donde varios círculos daban lugar a un elaborado mosaico de tonalidades y formas no puestas en vano en aquel representativo lugar. Sus botas de piel de elekk pisaron cada una de las circunferencias, al igual que cada una de las figuras que a su vez se encontraban dentro de ellas y que simbolizaban uno a uno los clanes que componían la Orden. Su andar se detuvo instintivamente ante la figura de un dragón, el cual encarnaba el grupo de los Caminantes, sin poder evitar exhalar un suspiro apenas inaudible. El destino es el destino, pensó, mientras continuaba caminando a la espera de aquellas importantes noticias que le habían obligado a ausentarse de una importante reunión en Dalaran. Su mente abrió paso a un sinfín de recuerdos, muchos de ellos originados en aquel Santuario, y otros tantos repartidos por todo Azertoh. Habían pasado años, demasiados años tal vez, desde que todo comenzara con la simple ilusión, convicción, esperanza y fe de una joven e ingenua dragona de bronce. Sin embargo, el tiempo no se había detenido por nadie, y a pesar de la muerte de aquella gloriosa criatura, el legado perduró con el devenir de los años. Un legado que unas veces parecía ser una bendición, pero muchas otras se convertía en una letal maldición.



Sus recuerdos volaron con autoridad propia sin percatarse de que hacía minutos que ya no se encontraba solo en aquel lugar. El avejentado anciano esperaba impacientemente mientras sus ojos observaban a través de sus lentes como el guardián de la Orden permanecía inmerso en sus pensamientos. Una involuntaria tos por parte del erudito anciano logró atraer la atención del mismo, anunciando que la espera había llegado a su fin.

-Señor...-comenzó el anciano.
-Lo siento Gideon.-se disculpó mientras se acercaba lentamente hacia el centro de la estancia.- Estaba tan concentrado que no te había oído llegar.
-Descuide señor, ni siquiera han transcurrido minutos desde mi llegada.
-He acudido en cuanto recibí vuestra misiva.-dijo haciendo una pausa para examinar el rostro compungido del anciano.
-Ha ocurrido algo... terrible, señor.-confesó.-La batalla por la esfera...
El ceño del Guardián se curvó instantáneamente mientras que un par de incipientes arrugas se conformaban en su frente agravando así su preocupación.
-¿La hemos vuelto a perder?-preguntó mientras esperaba respuesta del anciano.
-No, mi señor.-negó.-La esfera ha sido destruida, y su portador por fin con ella.
El humano respiró tranquilo sin relajar aún sus manos que habían permanecido cerradas con fuerza desde el inicio de la conversación.
-Entonces por fin todo ha terminado.
-Señor... hay más.-continuó el anciano.- Las consecuencias de lo ocurrido... han sido terrible.
-Explícate Gideon.-ordenó el Guardián mientras su cuerpo se tensaba y erguía lentamente.
-Ninguno podríamos haber previsto lo que ocurriría al destruir el artefacto...-relató el tembloroso anciano.- Señor, todos los que luchaban han muerto.
El Guardián sintió como si una lanza atravesara su pecho al oír las palabras de su interlocutor. Su mano derecha se aferró a su pecho a la vez que notaba como sus pulsaciones se aceleraban sin dilamiento alguno.
-No es posible.-dijo el humano intentando autoconvencerse.- Debe de haber algún error...
-Lo siento señor.- interrumpió Gideon.- Parte de la ciudad ha sido arrasada, no solo cayeron la mayoría de los nuestros, sino...
El Guardián alzó su mano deteniendo las palabras del anciano mientras caminaba en dirección contraria al mismo, implorando por que sus fuerzas no desfallecieran ante tal acontecimiento. Gideon esperó otorgándole unos minutos mientras buscaba la forma de apaciguar el estado de animo del humano. Sabía que aún quedaban miembros de la Orden repartidos por todo el mapa, al igual que antiguos componentes de la misma que no dudarían en aportar la ayuda necesaria, pero desconocía si eso era suficiente para devolver la esperanza del Guardián.

El afectado humano tomó asiento en uno de los fríos escalones de mármol que dirigían hacia el gran mirador, al mismo tiempo que su mente cavilaba sin pausa en busca de una solución al error que había cometido encargando a la Orden tal mortal cometido. Sus ojos se empañaron con solo imaginar que las palabras del anciano fueran ciertas, así que prefirió engañarse y mirar hacia otro lado con la esperanza de que todo se solucionase solo, como tantas veces había ocurrido antes. Pero sabía que esta vez no dispondrían de esa opción.

-Señor...-dijo Gideon acercándose lentamente.-Quizás haya algo que podamos hacer..., aún quedan miembros de la Orden...-el anciano miró con lástima como aquel poderoso mago se desmoronaba lentamente ante sus ojos.- Señor, quizás los Caminantes puedan...-se detuvo unos segundos antes de continuar.- quizás puedan ayudarnos, quizás cedan y puedan volver para detenerlo.
-Los Caminantes ya no existen Gideon, dejaron de apoyarnos hace mucho.-dijo el mago.-Sin dragones... no hay nada que podamos hacer. Ni siquiera ellos tienen poder suficiente para arreglar esto...
-Pero señor, hay grandes aliados entre ellos aún.-afirmó el anciano intentando colmar con al menos un atisbo de fe al Guardián.- No se negarán a ayudarnos en esta ocasión..., ellos han sido parte de nosotros también...
-¿No lo entiendes Gideon?- Preguntó el humano levantando la vista hacia el anciano.- Si no nos han advertido de lo que ocurriría..., no creo que les interese lo más mínimo.
-Pero señor...
-Además, si pudieran viajar al pasado para solucionarlo, no estaríamos teniendo esta conversación.-afirmó el mago.- Tu estarías con los tuyos y yo estaría en Dalaran, sin que nos hubiésemos percatado de nada.
-Y yo no estaría aquí.-interrumpió una voz que alertó a ambos por igual.-Siento no haber avisado de la visita.-se disculpó.- pero creo que dada la situación, carecía de importancia.
-Caleb...-dijo el Guardián incorporándose con presteza.

El caminante avanzó hasta ellos, apoyándose en un refinado y valioso bastón para ayudarse en cada uno de los pasos que los separaban. Sus largos enmarañados cabellos y barbas rubias entrecanas otorgaban al sabio mago un aspecto descuidado y de dejadez. Sus largas togas dejaban un leve rastro de arena allá por donde pisara, mientras que su rostro daba la sensación de estar frente a un hombre mayor de lo que realmente era. El Guardián asintió en forma de saludo ante el venerable caminante, a la vez que la curiosidad por su visita y la necesidad de respuestas lo abordaban por completo.

-Siento lo ocurrido.-dijo Caleb mirando a ambos por igual.- No sabíamos que todo esto fuera a hacerse realidad.
-Pero lo sabíais.-acusó el guardián frunciendo el ceño con ímpetu.
-No del todo.-respondió Caleb.- Desde que los dragones cayeron... nuestro conocimiento del espacio tiempo se ha reducido considerablemente. No podíamos calcular las consecuencias de lo que ocurriría, pero si sabíamos con exactitud que sucedería si no destruíamos la ultima esfera.
-Lo sabíamos, pero de haber sabido el precio a pagar...
-Lo hecho, hecho está viejo amigo.-intentó consolar el Caminante.
-¿No hay forma alguna de... remediarlo?-preguntó Gideon
-Esta vez no.-respondió Caleb.- he tenido tiempo para estudiar posibles alteraciones del tiempo pero... cortar un único hilo no deshace toda una tela de araña.
-Entonces...¿Se acabó?.-preguntó el Guardián sintiendo como la ira se apoderaba lentamente de él- ¿Es este el fin de la Orden? ¿Era este nuestro tan aclamado destino?
-Lo fue...-respondió el caminante.- Desde que encontraron la primera esfera, solo que ninguno esperaba que este día llegara.
-Me niego a aceptarlo.
-¿No podríamos comenzar de nuevo?-pregunto Gideon- Reunir a los que queden con vida y... hacer algo por continuar.
Caleb negó con la cabeza.
-Cualquier opción por muy esperanzadora que parezca... solo traerá dolor y destrucción consigo. Siento ser yo quien diga estas palabras, pero la Orden ha llegado a su fin.

El Guardián sintió como un extraño sentimiento lo invadía. Coraje, Ira, Impotencia,Temor.... una mezcla de sensaciones que no había sentido desde hacía mucho. El mago se deshizo de su guante color perla y miró con detenimiento su mano. Sabía que años atrás el simple hecho de dejarse llevar por sus emociones podría haberle hecho perder la sensatez convirtiéndolo en una bestia salvaje, pero había transcurrido mucho desde aquello. Su puño se cerró observando como éste se congelaba paulatinamente obligándole a sentir el peso que el mismo confería. Sus nudillos golpearon la columna más cercana a la vez que profería un audible grito que resonó por toda la estancia. Examinó sin importancia como su mano se había agrietado levemente, y tras descongelarse, varias grietas rasgaron la piel que confería el dorso de la misma colmando sus dedos de su propia sangre que brotaba hacia el suelo.

El humano observó como un pequeño cráter había ahondado en la columna hundiendo hacia dentro y quebrando los alrededores al lugar del impacto. Sus dedos recorrieron algunas de las líneas percatándose de como la mayor parte del pilar se había agrietado, sintiendo como la Orden había recibido el mismo final con tan solo un duro golpe. Apoyó la cabeza en su brazo dejando derramar algunas lagrimas de impotencia y dolor al pensar que ya no había vuelta atrás, y seguidamente sintió la necesidad de desatar toda su aflicción y destruir todo a su alrededor.

-Destruir todo el Santuario no te devolverá a la Orden.-dijo Caleb que parecía haber adivinado los pensamientos del Guardián.
-Con que solo lograra calmarme... ya merecería la pena...
-No te culpes por lo ocurrido amigo, ni siquiera el talismán fue capaz de mostrarlo...
-¡Soy el Guardián de la Orden!-gritó.- ¡¿Cómo pretendes que no sienta culpa alguna?!
-Cálmese señor...-instó Gideon.- Cualquier guardián hubiese tomado las mismas decisiones. De hecho enfrentarnos a la esfera fue algo que todos decidimos conjuntamente...
-La Orden nunca habría llegado hasta aquí sin tu ayuda.-dijo Caleb- Mira a tu alrededor, cuando yo era joven siquiera la mitad de todos estos clanes podrían haber coexistido juntos...
El Caminante señaló el mosaico central de la sala compuesto por diez círculos, entre los que se encontraban aquellos que representaban a los Caminantes, la Casa Doe e incluso los Guardianes de las Esferas.

El humano obedeció a Caleb y recorrió con la mirada nuevamente aquel trazado que conocía como la palma de su mano. La Orden nunca antes había estado formada por tantos grupos, y de no haber sido por ello, quizás jamás hubiesen llegado tan lejos. A pesar de ello, el Guardián deseaba encontrar aunque fuera una única forma de solventar lo ocurrido y volver a tal y como conocía la Orden. De repente un pensamiento cruzó su mente. Su mirada se posó de nuevo en la columna, y entendió que si esta fuera la misma Orden... no habría vuelta atrás. Pero en cambio... había muchas más columnas alrededor que no habían sido dañadas, al igual que existían numerosas Órdenes en distintas líneas a las que aún no les había llegado su momento. Fue solo entonces cuando lo tuvo claro.

-Dices que no hay remedio posible.-dijo desviando la mirada hacia el Caminante.
-Desgraciadamente, así es.
-Pero...¿Qué hay del resto de líneas?-preguntó el mago percatándose de como el rostro de Caleb se tornaba repentinamente.
-Si estás pensando lo que creo... solo puedo decirte que no es buena idea.-respondió.
-Dadas las circunstancias, cualquier opinión está de más en estos momentos.-sentenció el Guardián.- Solo dime si serías capaz de enviar a alguien a otra línea temporal, si sería posible ayudarlos, avisadlos...
-En otras líneas.-interrumpió Gideon.- La tela de araña no se ha creado aún...crear una red más consistente no puede traer nada malo.-dijo el brujo mientras miraba el símbolo de la araña que representaba su grupo dentro de la Orden.
-Al menos no peor de lo que ha sucedido ya...
-Sigo manteniendo mi posición.-respondió Caleb tajantemente.- Alterar otras líneas temporales nunca ha sido buena idea.
-Oír esas palabras de ti resulta cuanto menos... sarcástico.-acusó el Guardián.
-Por eso mismo sé bien de lo que hablo. Murió gente inocente por decisiones precipitadas y egoístas.
-No hablo de alterar una línea temporal en beneficio propio, sino de ayudarles a salir de un vórtice que nosotros mismos hemos creado sin darnos cuenta.-continuó el mago.- Caleb, sabes lo que me he arriesgado por ti... es lo mínimo que podrías hacer en estos momentos.
-Deberías pensarlo con claridad... ahora tu mente no está en condiciones...
-Caleb, lo haré con o sin tu ayuda... Sabes que cuando tomo una decisión no hay vuelta atrás.
-De hecho en este caso si que no la habrá.-respondió el Caminante.-Si viajas a otra línea... no cuentes con regresar pronto.
-Lo sé, pero necesito hacerlo. Hazlo por mi, por favor.
-Tampoco creo que seas el más indicado para ello, no dejas de ser el Guardián de esta Orden... marcharte sería una insensatez.
-No me quedaré aquí para recoger las cenizas de todo lo que conozco.-dijo seriamente.
-Te comprendo, pero piensa que aquí habrá gente que te necesita.
-Lograrán entenderlo.-afirmó el Guardián centrándose en ambos.
-¿Cómo sabrás qué línea temporal necesita más de vuestra ayuda, señor?.-preguntó Gideon desviando la mirada de uno hacia el otro.
-Si tan convencido estás de ello.-respondió Caleb.- Hay una línea a la que le debemos demasiado. Si debes ayudar a alguien es a ellos, después de todo los daños que les ocasionamos en el pasado.
El Guardián asintió sabiendo a qué se refería el caminante con cada una de aquellas palabras sabiamente elegidas.
-Pero debes saber, que todo allí es distinto.-continuó- No solo porque en la época a la que irás verás cosas que jamás han existido aquí, sino porque cada uno de los miembros de aquella Orden es único y diferente a los de que hayas conocido en esta...
-Lo sé.-murmuró el guardián soltando un suspiro.

Caleb se acercó al humano y posó su mano en el hombro de éste. Los ojos del Caminante denotaban que había visto y vivido más de lo que cualquier otro mortal hubiera hecho en cien vidas, pero aún así seguía teniendo confianza en cada una de las decisiones que tomaban aquellos a los que consideraba compañeros, amigos... familia. Sabía sobradamente que el corazón del Guardián era noble como ningún otro, y que su astucia e inteligencia tan solo eran superada por pocos de los que había llegado a conocer, pero su temeridad e impulsividad hacían de él algo totalmente impredecible. Cualquier palabra del Caminante calaría en su interior como si de un último deseo se tratase, así que decidió escoger las únicas palabras que le pasaban por la mente.

-Thomas, ten cuidado... y... no hagas que me arrepienta.





martes, 29 de marzo de 2016

Sphere

¡Inauguramos nuevo blog!

Para llevar la trama de Sphere, dado que su temática se distancia de la de la Orden, usaremos un nuevo blog dónde pondremos toda la información al respecto así como los relatos y fichas.

Éste es el link:




Aún no sabemos mucho sobre las esferas de las que recibe el título la trama. Por ahora la información que disponemos es la siguiente: "Las esferas son poderosos artefactos capaces de acumular una gran cantidad de poder para luego ser desatado a través de un medio de conducto (portador). El origen de las esferas es aún desconocido, algunos creen que su creación es obra de los titanes y su afán por preservar las semillas de la creación, otros aseguran que fueron los mismos dioses antíguos y sus esbirros los que decidieron expandir su poder por el mundo, mientras que algunos creen que tales artefactos son obra de sectas mortales como el mismo culto crepuscular." 

Os invito a pasaros por la página y sumergiros en la historia de Sphere, pues para dominar una Esfera lo primero es conocer el poder que esconden!

Cualquier fallo en el diseño de la web o sugerencia para añadir o quitar cosas por favor decirlo :)

Eternamente sexy - Quinta entrega

Buenas

Hace tiempo que no subo uno de estos y espero no haber perdido práctica. retomemos sin más dilación 

En la entrega anterior ardimos por dentro al contemplar a Alice, la bruja, pero ya va siendo hora de maravillar nuestros ojos con otro montaje. A ver que os parece el que os traigo hoy:


Hoy nos viene una belleza imperecedera, cuya hermosura traspasa dimensiones y líneas temporales. Un héroe que brilla con luz propia y que nuca llega tarde. Aunque provenga de una caverna no es un ermitaño. Sacaos la arena de los ojos por ya está aquí:
¡Garrett Wood!

Desde aquí un saludo y le deseamos que se recupere pronto de la siesta que se está pegando.


Y para la próxima entrega..