lunes, 29 de julio de 2013

Relato de Awiergan


La joven entró corriendo en la habitación. Los sonidos metálicos de la batalla retumbaban en el exterior entremezclados con furiosos rugidos y voces de ultratumba. Aunque parecía saber perfectamente lo que buscaba las prisas y quizás los nervios  jugaban en su contra. Tras palpar unas cuantas veces bajo la cama, en su mano apareció  una llave y con ella en alto corrió escaleras abajo. Debía ser rauda y procurar que nadie lo descubriera o su hermano se pondría furioso.  Golpeó con suavidad la tercera tabla de la mesa y ésta se separó de la estructura. La caja se ocultaba en un doble fondo del mueble, la sacó y la abrió usando la llave. Rebuscando entre papeles encontró un cuaderno. –Aquí estás- dijo.- Lo besó y colocó el resto de los objetos tal y como los había encontrado.  No podía esperar para retornar el cuaderno a su dueño así que salió a toda prisa de la casa pero ya era tarde. Un carromato en el que viajaban decenas de evacuados se alejaba a toda prisa.

Un hombre miraba a la joven desde la parte de atrás, iba vestido con un abrigo largo y un sombrero de copa típicos de la burguesía gilneana, en su rostro la preocupación y el miedo luchaban por apoderarse de la expresión. Ella frenó en seco, impotente y él extendió su brazo como intentado agarrarla y tirar de ella desde la distancia. Las lágrimas inundaban los ojos de la chica  y tras el silencio y un par de espasmos provocados por no saber qué hacer en la plaza entera resonó un grito, ahogado por el ruido de las hojas batientes.

Un cadáver cayó a sus pies, no era humano, los rasgos cánidos eran evidentes aunque algo hizo que al verlo pensara en el señor Angus Coltrane que vivía calle abajo. Atemorizada corrió cuanto pudo y esquivando espadas y garras consiguió salir de la ciudad. La lluvia casi perenne de Gilneas  empapaba sus cabellos y su vestido que se iba llenando de barro a medida que avanzaba por el bosque. Están cerca, lo han estado todo el rato, acechan, no se les puede ver pero se les oye respirar. El miedo se apoderaba de ella más y más  mientras su visión se nublaba entre lágrimas de desesperación. Quizás no debería haber vuelto a la casa, quizás no debería haber recogido tan pulcramente las pruebas de su saqueo o quizás no debería haber intentado saltar el arroyo.

Unos minutos después,  la joven miraba hacia el cielo mientras la lluvia lavaba su cara cubierta por una mezcla de barro y sangre. Ella sostenía el diario entre sus manos mientras sus dedos se iban enfriando. Una pequeña silueta se acercó reptando desde debajo de un tronco. Un rostro angelical se posó sobre el pecho de la desdichada joven  y una voz inocente resonó en sus oídos como si de la más dulce música se tratara.

-Descansa tía Woohpie, te vas a poner bien.

Escrito por Awiergan Osbourne

Diario de Iruam - Parte 7

Renacer

El sol despuntaba por encima de los picos de la cima Kung Lai, la cordillera más alta de Pandaria. Shun-Ling había salido temprano a entrenar y se disponía a hacer la caminata habitual para ella de todos los días cuando vio en el cielo lo que pareció ser primero una luz y luego un rayo que se movía a gran velocidad. Entornó los ojos escudriñando qué podía ser aquella sombra. Al cabo de unos momentos, una gran criatura alada y plateada descendió hasta el patio del templo y aterrizó de forma brusca sobre los duros adoquines del lugar. El agotamiento de tan largo viaje desde el desierto, había dejado exhausto a Kairo. El grifo plateado, huido del zeppelin con la confusión se había escondido mientras Iruam y Kheilam tenían su lucha. Tras haber visto como caía el mago y los mántides cirniéndose sobre él levantó el vuelo y se lo llevó en sus garras lejos de allí. No conocía el terreno, así que se guió por sus instintos hacia un lugar lo más parecido a su habitat. Una vez las fuerzas le abandonaron, cayeron a plomo sobre una extraña construcción. Kairo se había roto las dos alas con el aterrizaje y la sangre manaba por muchos lugares tiñendo de rojo su suave plumaje color nieve. Su pasajero no presentaba mejor aspecto. Iruam había perdido mucha sangre y ya sin sentido había entrado en coma por el debilitamiento de su maltrecho cuerpo.

Shun-Ling ante tal espectáculo corrió presta a avisar a los habitantes del templo.

-¡Despertad! - gritó haciendo que su voz resonara en toda la estancia – Monjes, levantaos, hay un hombre herido.

En pocos minutos levantaron el cuerpo del mago y atendieron al grifo, llevándolos dentro.

-Parece que está muerto – dijo uno observando a Iruam.

-No – dijo otro – aún respira.

En ese momento, Iruam se despertó brúscamente. No podía articular palabra, ni tan siquiera andar, pero se intentó revolver de lo que parecían ser sus nuevos captores.

-Calma extranjero – dijo Shun-Ling poniéndole una mano sobre la cabeza – Ahora duerme.

Volvió a dormirse de nuevo sin estremecerse.

-Tenemos que tratarlo ya – dijo Shung-Ling de nuevo – Sus constantes se debilitan. Me sorprende que aún esté vivo, es obstinado sin duda.

Le curaron las heridas y le vendaron tanto brazos como piernas pues se había roto muchos huesos durante el último acto de destruir el artefacto; y lo acostaron en un lecho de una de las celdas del templo. En cuanto a Kairo, sus daños eran menores, al menos no parecía en peligro de muerte. Le vendaron ambas alas y le cosieron la herida lo mejor que pudieron pues el ave no dejaba de moverse y amenazar con sus garras a cualquier médico que se le acercara.

Días más tarde, todo el templo no paraba de visitar la celda del extraño visitante que cayó del cielo. La mayoría eran curiosos que parecía que no habían visto un humano en su vida pues el templo quedaba en uno de los lugares más recónditos del continente pandaren. Cuando pasaron cinco días, Iruam empezaba ya a despertarse a ratos, aunque casi inmediatamente volvía a dormirse. En sus fugaces despertares veía pandarens que pasaban con vendas calientes y algunas otras ensangrentadas. Al principio los monjes pensaron que solamente intentaban curar al visitante para que su dolor se mitigara un poco más antes de morir. Cuando pasaron tres días comenzaron a convencerse que el humano viviría para contarlo. Dos semanas más tarde de su llegada, Iruam abrió los ojos tras el amanecer y miró a la pandaren que parecía velarlo sentada al lado de su lecho. Shun-Ling percibió que el hombre comenzaba a moverse. Iruam trató de decir algo

-¿D...d...don... - intentó decir Iruam.

-Hey – dijo Shun-Ling – Tranquilo, estás a salvo extranjero. Te encuentras en el Templo del Tigre Blanco.

-A...a..ag... - intentaba decir el mago.

-Lo sé – dijo la pandaren mientras cogía una taza con agua – Debes de estar sediento despúes de tanto tiempo inconsciente.

Ayudó a Iruam a beber de la taza a pequeños sorbos para que este no se ahogara.

-Gra...cias – dijo Iruam - ¿Qué me ha pasado?

-Caíste de tu montura desde bastante altura, aunque tus heridas eran aun peores. Y decías cosas en sueños como algo de romper algo y decías un nombre una y otra vez: “Thilane” decías.

-No  me acuerdo de nada – dijo Iruam mirándose los vendajes - ¿Cómo he llegado a este estado? ¿Quién soy yo?

-En cuanto a cómo has llegado a estar así no tengo ni idea. En cuanto a cómo te llamas. Tu nombre es Iruam Sheram, lo pude leer en un libro que portabas en tu bolsa, junto con tu ropa y otras cosas que, tuvimos que quemar porque estaban contaminadas. Lo siento.

-¿Cómo te llamas? - le preguntó Iruam a la chica.

-Me llamo Shung-Ling, soy monje y curandera del templo. ¿De verdad no recuerdas nada?

-No – dijo confundido – Es extraño, recuerdo cosas como hablar o conocimientos básicos, pero no recuerdo ni siquiera cómo llegué a Pandaria, y ¿Quién es esa Thilane?

-En eso no puedo ayudarte Iruam, puesto que no lo sé. Pero eso ahora no debe preocuparte. Descansa y recuperate.

Y así pasaron otras tres semanas en las que Iruam fue recuperando sus fuerzas. Todo lo que portó a ese templo había sido contaminado con la mancha de la oscuridad que había en aquel desierto, por lo que tuvo que contentarse con vestir ropas que los pandaren le facilitaron. Aunque los pandaren le dijeron que lo que habían hecho por curarle era mera hospitalidad y deber de un monje para con un viajero extraviado, él quiso compensarlo trabajando para ellos. Trabajó duro en los campos de arroz donde su forma física comenzó a cambiar. Sin embargo, la época de la cosecha finalizaba y al poco, se quedó sin trabajo y sin forma de poder llevarse algo a la boca. Por las ciudades por las que pasaba si no podía trabajar para algún comerciante, pedía por las calles y si no conseguía nada, tuvo que verse obligado a robar. Ya habían pasado dos meses desde que partió del templo. 

Un día, viendo una casa con una ventana abierta, y un aroma tentador del arroz recien hecho, Iruam se dirigió hacia la vivienda y se deslizó por la pequeña abertura. No había nadie en la cocina y ya se estaba llevando a la boca la primera bola de arroz cuando se dio cuenta de que no estaba solo.

-¡Ladrón! - gritó un pandaren joven que acababa de entrar a coger más platos.

Le tiró la bandeja de plata a Iruam como si de un proyectil se tratase y este se agachó esquivandola. El pandaren se lanzó dispuesto a darle un golpe de zarpa que Iruam instintivamente paró con su brazo y luego intentó hacer lo propio con el enorme animal. La lucha fue rápida pues el pandaren aunque parecía gordo y obeso se movía con una velocidad que desafiaba lo normal. Los gritos de los dos luchadores alertaron a un pandaren más viejo que entró en la sala y dijo con voz potente y firme:

-¡Shiro detente!

-Estaba robando, maestro – dijo el pandaren más joven – Lo he pillado robando comida. 

-Es un invitado, Shiro – dijo el maestro con voz serena – Tiene hambre, y debemos invitarlo a comer.

-Pero maestro – replicó el otro – Es uno de esos perros humanos.

-Pues desde luego – dijo el viejo – no pelea como un perro humano. ¿Cómo te llamas extranjero?

-Iruam, señor – dijo inclinándose ante el anciano – Lamento haber tenido que hacer esto, me pudo la necesidad.

-Yo soy Ginto Kazama – dijo el viejo haciendo una reverencia – Dime, ¿Dónde has aprendido a defenderte de ese modo?

-Hace tiempo que observo a los pandaren que luchan con las manos desnudas señor Ginto.

-Un humano observador de nuestras costumbres, algo extraño dado la guerra que teneis con esos que se hacen llamar La Horda.

-No tengo nada que ver con eso señor, ni siquiera sé como llegué a esta tierra, no recuerdo nada anterior a de cuando me cuidaron los pandaren del templo de la cima Kung-Lai.

-Un hombre que renace de sus cenizas – dijo pensativo Ginto mientras fumaba de su pipa – Sí, creo que podrías ser la persona que he estado esperando.

-No lo entiendo – dijo Iruam - ¿A que os referís?

-Lo entenderás a su debido tiempo chico, por lo pronto ya tienes trabajo puesto que con un solo empleado esto no va como debería ir aunque sea joven. Ayudarás a mi aprendiz Shiro con las tareas de casa y del campo, eso si quieres aceptar un trabajo que te de una cama y comida caliente. Es mejor que mendigar por las calles o robar en casas ajenas ¿No te parece?
-Maestro no lo hagas – dijo Shiro entonces – No se puede confiar en los humanos, siempre mienten y traicionan. Solo buscan su propio beneficio.

-Shiro – dijo tranquilamente el anciano – He visto en el interior de este joven, y su alma no alberga el odio o la oscuridad que habría en la gente de su raza. Incluso me ha sorprendido que pudiera parar un golpe tuyo dado que eres capaz de derribar casi cualquier cosa. Creo que será interesante tener otro aprendiz.

Los días pasaron veloces. Las semanas raudas como hojas llevadas por el viento. Trabajo duro, horas al sol sobre cañas de bambu en precario equilibrio y encontrando la armonía interior, movimientos repetidos una y otra vez y entrenamientos continuados día tras día. Eso conoció Iruam durante el resto de su existencia en Pandaria. Shiro al principio dudaba de él no solo como persona, sino también como posible adepto de las técnicas de los monjes. Fueron rivales desde el principio pero ello no importunó a Kazama dado que eso haría que sus dos aprendices mejoraran con más facilidad. Iruam fue adquiriendo más dominio de su propio cuerpo y a aprender que no todo se resuelve con disputas y combates. El arte de los pandaren estaba hecho para luchar sin duda pero con un propósito, encontrar una razón para hacer uso de ello. Y así pasaron cuatro meses. El invierno dejó paso a la primavera que hacía ver las maravillas del bosque de jade floreciendo y tras eso al verano que hacía que las cigarras amenizaran los días con sus cantos fuertes y estridentes; y por la noche las luciernagas revolotearan por los estanques con diminutas luces como fuegos fatuos. Estas maravillas cautivaron al humano a tal punto de tomar la determinación de quedarse en la isla y dejar a un lado su pasado. Pero, siempre se dice que el pasado vuelve.

Un día mientras meditaba, tuvo una visión. En ella, volaba por los grandes mares hasta una tierra lejana, donde todo cuanto veía era violeta y color oro. Su visión lo llevó hasta una ciudad sostenida en el aire repleta de edificios de formas extrañas. Dentro de un edificio un gato negro se perfilaba junto a una ventana de una alta torre. El gato miró a Iruam y le dijo: “Es hora de regresar, de tomar parte en algo mucho más importante de lo que has podido realizar en tu vida. Vuelve a Azeroth, pues nubes de tormenta se avecinan y debes ocupar tu lugar en esta lucha”. La ciudad fue alejándose más y más hasta perderse en un horizonte que se difuminaba con el cielo hasta que todo parecía ser una mancha difusa.

-Iruam, Iruam – dijo Kazama - ¿Estas bien? Te has caído del tronco.

-Tengo.... - dijo Iruam un poco confuso – Tengo algo que hacer.

-Bueno ya que lo mencionas – dijo el maestro – Necesito a alguien para recoger la fruta de los árboles.

-Lo siento maestro Ginzo – dijo Iruam – pero debo irme.

-No puedes irte muchacho. Tu entrenamiento no está completo. Aún te queda mucho de lo que aprender.

-Lo sé maestro, pero hay algo que debo hacer.

-Algo sobre el pasado que no recuerdas ¿verdad?

-No lo sé – dijo Iruam – Pero algo me dice que debo volver al continente este.

-Esta bien – dijo suspirando Ginzo – Pero hay algo que debes prometerme aprendiz.

-Lo que sea maestro.

-Cuando arregles tus asuntos allí, quiero que vuelvas y acabes lo que empezaste, y otra cosa más. Recuerda que nuestra fuerza no reside en nuestro brazo, sino en aquello en lo que creemos. Nunca nos preguntamos ¿Por qué luchamos? Sino ¿Por qué merece la pena luchar? Por tu preocupación diría que has encontrado esa razón aunque ahora mismo no sepas cual es. Solo puedo desearte buena suerte Iruam y que espero que nos veamos pronto.

-Volveré maestro, lo prometo.

-Que el tigre blanco te proteja – dijo Ginzo, encaminandose hacia su habitación.

Iruam preparó las alforjas con los pocos enseres que poseía y cogiendo unas pocas raciones para el largo viaje que le esperaba. Con el equipaje hecho se dirigió a la parte posterior de la vivienda y desató a Kairo que durante todos esos meses en los que Iruam mendigó se buscó la vida cazando por los vastos bosques hasta que Iruam lo encontró un día y lo llevó a la casa del maestro Ginzo. Montó en el grifo y levantó el vuelo hacia el horizonte.

Escrito por Iruam Sheram

sábado, 27 de julio de 2013

¡Ya tenemos el resultado!

Tras varios días de votaciones ya tenemos el resultado del capítulo que roleará la orden. 
Como novedad, esta vez había tres capítulos a elegir, cada uno de ellos con un desarrollo y resultado independiente del resto. Lo que lo miembros de la orden no sabían era que no solo se roleará uno de ellos.
La sorpresa que guardábamos era que se rolearán dos de los tres capítulos a elegir simultáneamente.

El capítulo ganador con 6 votos fue:

La máscara de Rastakhan
Este capítulo fue el ganador del concurso en el que los miembros de la trama creaban un capítulo para rolearlo. El ganador fue Marther, y ahora el capítulo vuelve a ganar con la mayoría de votos.
El grupo de la orden roleará este capítulo contando con personajes tanto antiguos como nuevos. Ayudados por un trol lanzanegra, este grupo se aventurará por tierras desconocidas para ellos con el fin de recuperar un peligroso artefacto capaz de anular el poder de los talismanes.

Entre los dos capítulos restantes hubo un empate a 5 votos cada uno. Si bien, el capítulo ''El veneno de la serpiente'' debería salir elegido ya que no fue elegido anteriormente como capítulo 7, he decidido que en vez de esto se rolee el capítulo ''Mareas de muerte''. He tomado esta decisión a la hora de desempatar ya que tenemos ideado un sistema muy entretenido para rolearlo que espero que os divierta mucho.

Así que el segundo capítulo ganador con 5 votos es:

Mareas de muerte
Este capítulo será roleado por el consejo de la orden, osea el otro grupo liderado por el consejo que actualmente guardan la base y se encargan de formar a los nuevos miembros. 
El grupo se verá envuelto en numerosas batallas contra los renegados, y con parte de la orden cumpliendo el otro objetivo (del capítulo La mascara de...), no les quedará mas remedio que defender la base los pocos que queden.
El desarrollo del capítulo será distinto a lo roleado hasta ahora en la orden. Consistirá en realizar una serie de objetivos durante la duración del mismo para lograr nuestro principal propósito que es mantener la base. Sin embargo no será nada fácil, para lograr esto deberemos conseguir menguar las lineas enemigas, conseguir recursos, sabotear su maquinaria, base, etc, o incluso resistir asedios a la base.

Por último el capítulo que no ha salido elegido, ''El veneno de la serpiente'' se reducirá en vencer únicamente a la enemiga del capítulo, que ocurrirá seguramente tras finalizar el capítulo 8 y antes de comenzar el 9, y una vez vencida se eliminará el capítulo para dar a elegir dos nuevos.

En cuanto a la distribución de los personajes en cada capítulo aun está por determinar.

Espero que os guste los resultados y las novedades!


miércoles, 24 de julio de 2013

¡Se abren las votaciones!

Capítulo VIII



Tres nuevos capítulos, una difícil elección, próximamente en 
La orden eterna

domingo, 21 de julio de 2013

Torneo de La orden

Buenas a todos!
Me complace informaros que el domingo 28 tendrá lugar el primer torneo de la orden eterna.



A continuación os explicaré un poco más acerca de este torneo:

¿En qué consiste el torneo?
Pues bien, el torneo que proponemos este mes, será un combate entre los miembros de la orden usando sus plantillas de dados. Será un torneo escalonado (como los de toda la vida) en el que cada miembro que resulte victorioso se acercará más a la final.

¿Cómo puedo participar?
Para participar en el torneo debes tener una ficha de dados. Los miembros que ya la posean tan solo deben inscribirse en el evento del calendario de hermandad situado el día 28. Si no posees una ficha de dados puedes enviar un mail al correo de la orden con los ataques que eliges para participar en el torneo. El plazo termina el día 21. También podéis asistir de público para presenciar los combates.

¿Cómo se elegirán los combates?
Muy facil, una vez llegado el día del torneo, los participantes que asistan tirarán dados, y dependiendo del resultado obtenido se organizarán los combates.

¿Hay premio por ganar?
Claro que hay premio. Tanto el ganador como el finalista recibirán increíbles premios, desde objetos en el juego a mejoras en su ficha de dados.


Además tenemos preparados más tipos de torneos para el futuro, desde combates en grupo hasta batallas contra podeorosos enemigos!

Si tenéis alguna duda podéis preguntar a cualquier oficial o mandarnos un correo a laordeneterna@gmail.com

martes, 16 de julio de 2013

Draenei - La historia de un pueblo bendecido.


Poco hay escrito sobre esta interesante raza y mucho menos en nuestro idioma. Este es el motivo que me ha llevado a hacer una serie de guías sobre los Draenei; Su historia, sus costumbres, sus creencias,etc. Unas guías que espero os gusten y sirvan para despejar ciertas dudas que se puedan tener a la hora de rolear un Draenei o símplemente como información para los amantes de Warcraft.




Argus, cuna de los Eredar

Hace más de 25,000 años, vivían en un planeta lejano una raza de criaturas inteligentes y enigmáticas conocidas como Eredar. Los Eredar fueron grandes magos y la magia en el planeta Argus floreció junto con su civilización. Estos seres construyeron grandes ciudades, donde la paz y prosperidad podía respirarse en aquel lugar lleno de paisajes extensos, montañas nevadas y cuya capital más sagrada era Mac'Aree. Esta ciudad, compuesta de minerales preciosos estaba bordeada por ríos que brillaban incluso en la más absoluta oscuridad. Otro lugar que aquellos que vivieron en Argus recordarán son los picos de Kaarinos. Algunos dicen que las Cumbres Tormentosas de Rasganorte se asemejaban a dichos montes.

Esta perfecta civilización estaba regida por el Triunvirato cuyos líderes, Velen, Kil'jaeden y Archimonde eran los Magi más poderosos de su especie y guiaban el planeta con gran devoción.

Sin embargo el planeta llamó la atención de Sargeras, el Titán Oscuro. Kil'jaeden y Archimonde, una vez tuvieron una audiencia con él aceptaron su oferta: “Uníos a mi, Eredar, y os daré el poder que jamás habéis soñado.” Velen, sin embargo tuvo una visión, una visión en la que su pueblo se convertía en demonios. Preocupado por esta visión pide a sus hermanos que no acepten la propuesta del Titán, él sabía que lo único que deseaba Sargeras era destruir los mundos con los que se cruzaba. También era consciente de que sus hermanos y amigos no poseían el don de la visión. Desesperado, Velen buscó una respuesta. Esa respuesta pronto llegó en la forma de una dulce y cálida voz, susurrante como el agua que corre: “No estás solo, Velen de los Eredar.”
La voz comenzó a hablarle y se presentó a sí mismo como K'ure, un Naaru.
Deseaba ayudar a su gente y entendía muy bien a qué se estaban enfrentando los Eredar. Así que trazaron un plan; K'ure dió instrucciones a Velen de llevarse el sagrado cristal Ata'mal consigo, un antiguo artefacto Eredar, y llevar a aquellos que siguieran su consejo hasta el pico más alto de la montaña más elevada de Argus el día más largo del año. Ahí serían respondidas las plegarias de Velen.

El día más largo del año llegó y con él los cientos de aliados de Velen que no cayeron en la corrupción.
Mientras todos esperaban la señal del Naaru, Archimonde y Kil'jaeden habían sido notificados de estos sucesos por Talgath, amigo de Velen y ahora traidor, que se presentaron allí, pero ya no eran como antes, la influencia demoníaca los había deformado y convertido en Man'ari.
El Profeta levantó el cristal de Ata'mal y éste brilló y se quebró en mil partes, creando una barrera de Luz que protegería a los seguidores de Velen. En ese momento K'ure les brindó una forma de escapar, una nave gigante, creada a partir de diamantes, que más tarde sería conocida por los orcos como Oshu'gun o la Montaña de los Espíritus.

Kil'jaeden fuera de sí por no haber podido atrapar a los fugitivos, ordenó que Talgath siguiera a Velen dondequiera que fuere. Durante miles de años Talgath no obtuvo rastro de ellos hasta que un día se topó con Draenor. El antiguo amigo de Velen ordenó espiar el planeta y descubrió a los orcos.

En cuanto a los Draenei, o los Exiliados en su lengua materna, permanecieron durante siglos en Oshu'gun, saltando de planeta en planeta, donde se reveló a Velen que el cristal Ata'mal era lo que había permitido a los Eredar realizar tales avances en la magia, ciencia y tecnología. K'ure, con el tiempo se convirtió en amigo y mentor de Velen. Sin embargo por razones aun desconocidas, K'ure enferma durante el viaje dimensional y obliga a la nave Oshu'gun a hacer un aterrizaje forzoso en el planeta Draenor...



Draenor, hogar de los Exiliados


El aterrizaje fue tan accidentado que el otro Naaru que viajaba a bordo de la nave, D'ore, murió en el impacto y fue más tarde enterrado en lo que hoy se conoce como Auchindoun.

Los años pasaron y los Draeneis fueron estableciéndose en el nuevo planeta, incluso tuvieron varios intercambios comerciales con los pacíficos orcos, una raza pacífica dividida en clanes y tribus.
Pero la paz no duró permanentemente...

Finalmente Talgath dió con el escondite de su antiguo amigo y sus seguidores. Kil'jaeden en lugar de arremeter contra sus antiguos hermanos, decidió centrarse en la raza orca, y muy especialmente en el jóven Gul'dan. Los otrora pacíficos orcos fueron sucumbiendo ante la corrupción y la sed de sangre y cargaron violentamente contra los Draenei en una guerra que duraría ocho años y en la que fue diezmada el 80% de la población de Exiliados.

Muchos de los Draeneis supervivientes fueron infectados por las energías viles de los brujos orcos, convirtiéndoles en rotos y tábidos.

La venganza de Kil'jaeden estaba a punto de culminar, sin embargo un grupo de Draeneis, liderados por Velen, buscaron refugio en Marisma de Zangar donde permanecieron escondidos.





















Exodar y la huida de Terrallende

El Castillo de la Tempestad fue creado por los Naaru como base de operaciones en Terrallende, sin embargo, cuando los Naaru salieron de la fortaleza, el príncipe Kael'thas y sus Elfos de Sangre asediaron el castillo y las unidades satélites y lo tomaron bajo su control para manipular las energías de Tormenta Abisal.

Los Draenei escondidos, decidieron tomar una de las naves satélites del Castillo de la Tempestad para huir de Terrallende y buscar ayuda para reconquistar su hogar. De esa forma el grupo se infiltró en la nave Exodar y pudieron huir. Sin embargo los elfos de sangre lograron sabotear el motor del Exodar lo que les hizo perder el control de la nave precipitándose al Vacío Abisal hasta chocar con una cadena de islas conocidas como la Isla Bruma Azur y Bruma de Sangre, en la costa Oeste de Kalimdor.

Los supervivientes salvaron todo lo que pudieron y a quienes pudieron y comenzaron a investigar este nuevo mundo al que habían llegado, en poco tiempo entrarían en contacto con los Elfos de la Noche de Costaoscura.






















-----------------------------------------Enlaces-----------------------------------



lunes, 15 de julio de 2013

Diario de Iruam - Parte 6


La verdad


-Despierta escoria – dijo uno de los carceleros dándole una patada a Iruam y obligándolo a levantarse – Hemos llegado.
-¿Dónde estamos? - dijo un poco desorientado el mago. Durante días apenas había dormido a causa del trabajo que hubo de realizar de localizar el último punto.
-En el corazón del miedo – dijo el otro.
-Estais locos – dijo Iruam poniéndose en pie – Lo que intentáis es imposible.
-¡Calla! - dijo uno de los guardias golpeádolo en la sien y obligándolo a caminar.

Una figura se perfiló en el umbral, y Kheilam con la cara de pocos amigos le dijo al guardian.

-¿Qué dije sobre no golpearle en la cabeza?
-Mi señora yo... - dijo el mercenario.

Kheilam golpeó con fuego al soldado y este en cuestión de segundos se convirtió en pura ceniza.

-Disculpas aceptadas – dijo Kheilam agitando la mano y apagando el fuego que aún contenía en su palma. Se dirigió al otro guardia – Llévalo ante la emperatriz.

Al bajar del zeppelin, Iruam observó en el lugar donde se encontraban. La devastación y el mal poblaban ese lugar. Pisara donde pisara veía a los espíritus malignos que los pandaren ya en otra ocasión le hablaron. Pero en ese sitio, poblaban cada centímetro de tierra, como si, como si la plaga en un pasado remoto hubiera vuelto. Le obligaron a dirigirse hacia una imponente estructura donde estaba habitada por un montón de criaturas extrañas: medio humanas por como se sostenían por sus patas traseras e insectoides por sus rostros y patas de mantis, a la par de la coraza que los cubría y la ferocidad con la que se mostraban, así eran los mántides. Hablaban en un lenguaje extraño, haciendo ruido con los colmillos de sus bocas de insecto y con las patas. Iruam se dio cuenta durante el viaje de la realidad de este plan. No deseaban encontrar artefactos con los que derrotar al Kirin Tor, sino un artefacto para controlar a la emperatriz y así atacar Dalaran con un ejército de mantides. Mientras caminaba, una mancha oscura se separó del resto y de ella surgió Valkyas.




-Bueno Iruam – dijo – Hoy vamos a reescribir la historia. No pongas esa cara y alégrate, estás ayudando a una causa justa y has vuelto a encontrar a tu esposa. Creo que ganas con esto incluso. Siempre quisiste saber qué ocurrió. Bueno pues cuando esto acabe tendrás tus respuestas. Vamos, aún estamos a tiempo de quitarte esos grilletes y que te unas a nuestro bando.

-No lo hará – dijo Kheilam desde detrás de Iruam – No tiene intención de traicionar a los que sirve. 
-¿Por qué Kheilam? - dijo Iruam
-Conoces la respuesta – dijo Kheilam seria.
-Te equivocas, siempre te has equivocado. La orden de Dalaran no tuvo nada que ver con el incidente. 
-¿Crees que es por los patéticos intentos que el Kirin Tor intentó por encontrarme? No Kvothe, esto va por lo que me arrebataron. 
-¿De que estas hablando? El Kirin Tor te ascendió mucho antes que a mi, te concedieron un honor que no conceden a muchos, te dio el mando de uno de los mejores batallones a su servicio.
-Es algo más complicado que eso querido. Cuando me enviaron en contra de mis deseos a esa asquerosa misión, yo esperaba a una hija. Y desoyendo mis súplicas en quedarme en Dalaran contigo, insistieron en que fuera, que los magos más competentes me cuidarían y no dejarían que me pasara nada malo. Cuando desperté del hielo, perdí a nuestra pequeña. Y ahora dime ¿Aún estás dispuesto a servir a aquellos que te mintieron durante tiempo?
-Entonces no deseas gobernar la orden de magos. Esto lo haces por simple rabia. Comprendo tu dolor, pero esta no es la forma y lo sabes.
-Creía que te convencería, pero veo que me he equivocado. Ahora quiero que vayas y te dirijas a la emperatriz con las palabras que quiero que le digas.

Iruam se adelantó del resto del grupo que le acompañaba y se acercó al insecto más grande de toda la colmena.

-¿Quiénes sois y por qué invadís mis dominios? - dijo la emperatriz mántide.
-Venimos desde tierras lejanas oh vuestra majestad – dijo Iruam – Para haceros un presente.
-¿Y qué presente es ese si puede saberse?
-Traedlo – dijo Kheilam a dos lacayos que llevaban una voluminosa caja.- Observad, emperatriz, os traemos.... vuestro futuro.

Cuando la tapa fue abierta, rayos de luz inundaron la sala y la voz de Kheilam resonó en toda la estancia: “Ahora escuchad todos, escuchad lo que vuestra señora tiene que deciros, escuchad con atención. Pues es vuestra dueña y señora”. Todo volvió a la normalidad, y el tiempo volvió a su cauce.

-Y supongo que querréis algo a cambio – dijo la emperatriz.
-Desde luego – dijo Kheilam – Mi deseo es que me acompañeis en un viaje bastante largo y que me ayudeis en un espinoso problema. Por supuesto la recompensa por tal esfuerzo, será debidamente recompensada y más.
-Supongo que podríamos llegar a un acuerdo humana.
-Bien entonces, dejaremos que preparéis vuestro ejército. En tres días emprenderemos la marcha – dijo Kheilam inclinándose.

Cuando se marcharon, Kheilam fingió tropezarse y llevarse sin que nadie la viera, excepto los que la acompañaban, una pequeña varita, que sobresalía de las demás cosas. Todos volvieron al zeppelin, dispuestos a emprender el vuelo y abandonar ese lugar, cuando de pronto el cielo se pobló de gris un instante y algo cayó de él en picado.

-¡Rebeldes! - gritó un centinela del palacio – ¡A vuestros puestos!

Con la confusión, Iruam aprovechó para empujar fuera de la parasela que se elevaba del zeppelin, cayendo con Kheilam a la dura tierra. Con el impacto, los cristales que contenían los poderes del mago se rompieron, y este congelando el metal, se liberó por completo.

-No voy a permitir lo que vas a hacer bruja – dijo Iruam
-Sabes que ocurrirá si lo haces ¿verdad? - dijo Kheilam
-No me importa si me convierto en pasto de estas criatura, si al menos puedo salvar a los que me importan.

Lanzó una descarga helada, que Kheilam detuvo con una barrera de fuego y haciendo que los restos deflagaran el aire dirigiéndose a Iruam. Este proyectó una sombra y desapareció atacando a la chica por el costado, mientras esta gritó y de su boca surgió una llamarada de fuego de dragón.

-Sabes que no puedes conmigo Kvothe. Soy mucho más poderosa que tú.
-He aprendido más de lo que te imaginas en estos años.

La lucha se reanudó. Alrededor de los dos hechiceros una pequeña tempestad había estallado. Las chispas y el hielo, así como las partículas arcanas hacían que hasta el aire se cargara con algo más que electricidad. Parecía que al principio Kheilam tendría las de ganar. Pero algo alentaba a Iruam a concetrar cada partícula de su cuerpo en no perder ese combate. A punto estuvo de dar el golpe de gracia para incapacitar a Kheilam cuando Valkyas, cayendo del cielo, apuñaló a Iruam por la espalda. Iruam se volvió y concentrando todo su poder en uno de sus brazos lo hundió en la masa oscura, liberando una mina de fuego dentro de Valkyas y de una patada se lo quitó de encima. El antiguo maestro explotó envuelto en llamas. Iruam se desplomó entonces por la herida causada. Enfrente suya Kheilam también estaba malherida mirándolo.

-Yo solo... quería – comenzó

Iruam no dijo nada, solo coger pequeño cetro que sostenía Kheilam como aferrando su última esperanza.

-¡No! - dijo ella envolviéndose en llamas – No me arrebataras mi venganza.
-Has perdido Kheilam – dijo Iruam levantándose trabajosamente – Abandona y aún podrías estar a tiempo de rehacer tu vida. Jamás diré lo que hiciste si lo haces, lo prometo.
-Mis hombres están al llegar, así que no me digas que he perdido.
-¿De veras? - dijo Iruam mirando al cielo – Creo que están teniendo problemas mucho mayores.

La aeronave era atacada incesantemente por una legión de esas criaturas y los ocupantes hacían lo imposible por mantenerla en vuelo y salir de ese infierno.

-Aún puedo manejarlos, aún puedo decirles que acaben contigo. Ahora eres tú quien podría huir, y las tornas parecen haberse girado – dijo riendose a mandíbula batiente – Casi logras convencerme Kvothe, pero ambos sabemos porque hoy yo triunfaré, y tú no vivirás para ver un nuevo día. Eres deb...

No pudo terminar la frase. Cuatro virotes de hielo le sobresalían por delante y tres sombras de Iruam habían ejecutado a la mujer.

-No....- dijo escupiendo sangre.
-Yo nunca fallo – dijo Iruam conjurando el último virote y dirigiéndolo a la cabeza de Kheilam miró hacia otro lado y la estalactita se alojó atravesando la frente de lo que en otro tiempo fue su esposa.

La batalla había acabado, pero los vencedores; la legión de la emperatriz, se preparaba para la última orden de Kheilam. Por el enfrentamiento, sus efectivos estaban listos y preparados para partir. Iruam sabía que no tendría mucho tiempo así que pensó en la forma más impensable de todas. Debía destruir el bastón de mando. Los objetos con gran poder no se pueden destruir tan solo arrojándolos o rompiéndolos, su carga mágica es tal que los hacen más resistente que la propia roca madre de los cimientos de la tierra. Solo hay algo que puede acabar con ellos, una gran fuente mágica. Antes de que el hechizo de las sombras se rompiera, Iruam le dijo a sus clones: “Reuníos”

Pronunció complicados ensalmos que antaño leyó en las tablillas que le pusieron delante, obligándolo a descifrarlas. Lo que le quedaba de magia se empezó a manifestar y a rodear el lugar donde tenía lugar el ritual. Lo sentía en cada célula de su cuerpo, su intención era quebrar y romper el dichoso artefacto, y la del artefacto romperlo a él. Podía sentir el dolor de intentar ser partido, incinerado, machacado, lacerado y hasta enloquecido de recordar lo peor de su vida. Cada grieta en el cetro, era una herida abierta en el mago. Cada crepitar, un hueso roto. Pero solo tenía una cosa en mente que le daba fuerzas para no parar. Al final la vara se hizo añicos, soltando algo parecido al polvo y con un gran grito, se desvaneció. 

Ensangrentado y roto, sabía que su vida acababa en ese lugar. Notaba como su esencia se apagaba. De sus ojos lagrimas y sangre se entremezclaban y de su boca solo surgió una palabra: “Thilane”. Sus ojos se cerraron sabiendo que jamás volvería a abrirlos.

Una sombra alada que lo observó todo voló hasta el cuerpo del maltrecho hombre y lo levantó a los cielos, llevándolo lejos del desierto.

Escrito por Iruam Sheram

jueves, 11 de julio de 2013

Rangos y grupos


*Para leer la organización de personajes offrol, visitad el siguiente enlace:
http://laordeneterna.blogspot.com.es/2014/08/reorganizacion-de-personajes-propuesta.html


La Orden Eterna actualmente está compuesta por varios grupos u organizaciones que cooperan tanto por el bien común como por la seguridad de los miembros que componen los diferentes grupos.

Los rangos han sido eliminados a excepción de los Lideres esenciales de los mismos, sin embargo ahora la importancia recae en cada uno de los personajes, que de manera independiente obtendrán respeto e importancia conforme se desarrolle la trama. 
Los distintos grupos se sitúan al mismo nivel de importancia.

Actualmente los rangos o grupos son :


La Orden


Los miembros de La Orden son los encargados de realizar las peligrosas misiones y cometidos que van apareciendo con el paso del tiempo, este grupo se guía por un poderoso artefacto llamado ''El Talismán del destino''. 
El grupo de La Orden está dirigido por Garrett, el actual Guardián de La Orden Eterna, y formado por los siguientes miembros:
- La Orden en Draenor: Garrett, Ephdel, Alice, Azhim, Monlee, Marther, Azurin, Akuo, James y Cireni
- La Orden en Azeroth: Chantalle Leproux, Zephiel Daroudji, Julius Heide, Beatrice Strang, Iridi, Azrhael Darkhollow, Aomme Higurashi y Licaia.




El Guardián 
El Guardián o Guardiana es quizás la pieza más importante de La Orden Eterna. Su labor es dirigir al grupo en cada una de las misiones, y portar el valioso talismán que da sentido a la hermandad. Desde la fundación de La Orden Eterna hace ya algunos años, el puesto de Guardián ha ido variando entre distintos personajes.
Los Guardianes que han liderado La Orden Eterna hasta ahora han sido:

Karshten Leone (Guardiana del capítulo I y II)
Thilane Strange (Guardiana del capítulo III y IV)
Thedya Hurley (Guardiana del capítulo V y VI)
Marther Strang (Guardián del capítulo VII y VIII)
Iridi (Guardiana del capítulo IX y X)
Frederic Kheerne (Guardián del capítulo XI y XII)
Iridi (Guardiana del capítulo XIII y Extra)
Garrett Wodd (Guardián actual)


Aunque la organización actual queda muy bien reflejada sobre papel, la realidad es bien distinta. Los miembros de La Orden Eterna actúan y se ven más como una familia que como una organización. Durante años mucho de los miembros han compartido sus mas profundos sentimientos y han luchado juntos en infinidad de batallas, haciendo de ellos un grupo fuerte y unido.



Los Caminantes del tiempo


El grupo de Los Caminantes del tiempo mantiene una estrecha relación con La Orden Eterna, sin embargo no hacemos referencia a la facción oficial, sino a un grupo formado por los aprendices directos de Nizdorni, además de aquellos caminantes que actúan junto a ellos en favor de la misma.
Este grupo está dirigido por la misma Nizdorni, y su labor consiste en resolver problemas situados en nuestra linea temporal guiándose por ''El diario de Caleb''. El grupo está compuesto por: Nizdorni, Caleb Vercetti, Faby Higurashi, Isnalar Moonstalker, Jace Doe, Ireli Strang y Khaden Green




La Casa Doe

La Casa Doe compuesta por la débil alianza entre los tres hermanos Doe, intentará proporcionar un punto logístico, militar y comercia a las fuerzas de La Alianza.
Sin embargo, los líderes de la familia Doe se hallan cada vez más distantes y la tensión aumenta entre ambos.
El actual señor de la Casa Doe, Cross Nesai Doe de Brakor, intentará afianzar la unión entre ellos con el fin de revivir la antigua gloria de la que disfrutaron antaño. 
La Casa Doe está compuesta por: Cross Nesai Doe, Katherina Von Krone, Keltha Rowling, Icharus Redgrave, Nieery.