domingo, 23 de octubre de 2016

La determinación - Ildean Lunazur

Una vez la legión había llegado a Azeroth mi hogar ardió… Mi familia, amigos, hermanos todos murieron a manos de este nuevo enemigo. Solo me quedaba una cosa por la que luchar, mi amada…  Ella era todo lo que me quedaba en la vida.

Nuestra furia y sed de venganza no nos dejaban disfrutar de la paz, pues ella lo había perdido todo junto a mí, unidos decidimos hacer algo al respecto, cobrarnos lo que nos habían arrebatado de nuestras manos sin miramientos aniquilando a la legión, pero no teníamos capacidad para enfrentarlos, ni poder, ni medios… Fue entonces cuando recurrimos a Lord Illidan, con nuestra furia y sed de venganza, dispuestos a hacer lo que hiciese falta para enfrentar y derrocar a los monstruos que nos habían despojado de tanto.

-Hoy es el día eres más fuerte que yo Eyleen, derrocaras al demonio que sea que invoquen y podrás luchar al lado de Lord Illidan y todos los Illidarin en los mundos de la legión -. Dije orgulloso de mi pareja.

-Yo no me siento más fuerte que tu… En los entrenamientos que hemos estado recibiendo siempre me apoyabas y por eso podía completarlos y mejorar… Tu fuerza de voluntad es muy superior a la mía. Deberías ser tu quien… -.  Le puse el dedo índice de su mano derecha sobre los labios haciéndola callar.

-Has demostrado en múltiples ocasiones que eres más diestra que yo en la manipulación de la magia y en todo tipo de artes, puede que yo sea más capaz físicamente, pero tu mente -. Dije mientras palpaba con los dedos índice y corazón de su mano derecha la sien izquierda de la elfa -. Solo necesitas confiar en ti misma y podras hacer lo que te propongas -. A lo que Eyleen respondió con una sonrisa sincera.

Horas después ambos fueron directos a  la sala del ritual, el lugar en el que la futura cazadora de demonios se enfrentaría al rival que se fusionaría con su mente y alma, gran cantidad de iniciados como ella estaban expectantes observando  a la mujer que enfrentaría al demonio en cuestión de minutos. El círculo mágico aguardaba por ella y yo estaba en la sala a su lado. El maestro de ambos nos asintió y le indicó a ella que se adentrase en el círculo del ritual a lo cual ella obedeció.

Tras unas palabras pronunciadas por el maestro apareció un enorme demonio gordo y deforme, con una papada gigantesca, unas alas pequeñas que no se entendía cómo podían sostenerla en el aire. Una vez vio donde se encontró se lanzó a por la elfa con todas sus fuerzas lanzándole potentes descargas viles, las cuales esta esquivaba con gracia y habilidad.

A medida que transcurría la batalla podía verse su superioridad en combate, ese horrible demonio no podía acertarle ni un solo golpe, tenía un talento natural para el combate, era fría, calculadora, estratégica… Podía casi llegar a predecir lo que iba a hacer el monstruo frente a ella, llegó el punto en el que ese demonio cambió la naturaleza de sus ataques, un aura vil la recubrió y de ella comenzaban a salir diablillos de su interior, lo que acompañó con una sonora carcajada gutural.

-Eyleen… -. Pensé para mi mismo mientras veía la jugarreta de la demonesa aberrante.

La elfa respondió a eso aniquilando a los diablillos unos por uno, no dejaba ninguno con cabeza, era demasiado rápida para los pequeños demonios, los demás iniciados observaban expentantes la habilidad de la elfa que parecía más que una masacre un baile… Un increíble y único baile con sus gujas de guerra que convertirá el suelo sobre el que bailaba en un reguero de sangre vil. Hasta que finalmente aplicó el golpe final a la madre de los diablillos haciéndola morir en el instante. Eyleen apenas tenía un rasguño después de todo a lo que se enfrentó.

Una vez recuperó el aliento se dispuso a seguir con el ritual, devoró el corazón de la madre de los diablillos y bebió su sangre siempre observándome orgullosa de sí misma, a la cual le respondí con una mirada de orgullo similar, acto seguido el maestro y los alumnos comenzaron a canalizar rayos de energía vil hacia ella, la fase final de fusión de almas que soportó entre gritos de dolor y sufrimiento por el hechizo aplicado sobre ella. Pero nada que ver con lo que seguiría despues…

De repente la elfa se paró en seco y calló de rodilla colocándose ambas manos sobre la cabeza, los ojos se volvían verdes, su carne se escamaba, sus labios se cortaban y la propia piel se desgarraba, fuertes gritos emanaban de la Eyleen, estaba sufriendo fuertemente, la madre de los diablillos la estaba superando, perdía el control de su propio cuerpo, hasta su mismísima razón se desvanecía conforme pasaba el tiempo. No sabía que le pasaba  y tenía miedo por ella, siempre fue fuerte y determinada, verla sufrir así me hizo entrar en pánico.

-¿¡Maestro, que sucede, que le ocurre a Eyleen?! -. Pregunté aterrorizado.

- La estamos perdiendo… No es suficientemente fuerte para contener la voluntad de ese demonio -. Dijo nuestro maestro chasqueando la lengua mientras veía a su alumna sufrir.

- No… No puedo permitirlo -. Dije fríamente y miré de nuevo hacia ella.
El rostro de Eyleen se estaba desfigurando y desgarrando, lloraba de dolor, algo estaba viendo, algo que la aterraba, pero no podía ni imaginarme que podría ser, ¿Que podría hacerla renunciar a su cordura?… Podía ver en ella además del dolor que sufría una expresión de terror… ¿Algo terrorífico la hacía perderse? Antes de sacar una conclusión y sin razonarlo avancé hacia el círculo del ritual.

-¡¿Se puede saber que estás haciendo insensato?! -. Dijo el maestro preocupado por mis acciones.

- Eyleen está sufriendo, va a morir y tiene miedo… Juré que todo lo que ella sufriese lo pasaría yo con ella y que la protegería con mi vida, no voy a romper mi juramento para con ella -. Afirmé adentrándome en el círculo del ritual.

- ¡Ildean! -. Gritó el maestro una vez me adentré en el circulo junto a mi amada, a partir de entonces, no escuché lo que él me decía. Estaba ante lo último que me quedaba en la vida… Y pude observar claramente que lo estaba perdiendo.

-¡Eyleen! -. Grité desconsolado al ver de cerca la situación de su cuerpo y rostro, ya apenas quedaba nada de su belleza, su piel estaba desgarrada por todo su cuerpo, los labios estaban cubiertos de llagas, su hermoso cabello verde ahora se tornaba oscuro como una noche sin estrellas, unas enorme alas negras salían de su espalda deformando su cuerpo rompiéndole los huesos y creando unos nuevos en su lugar.

-¡Ildean! -. Gritó ella entre lágrimas y gritos de dolor-. ¡Mátame! -. Dijo sin siquiera mirarme a los ojos cuando lo hizo-. Si no lo haces moriremos los dos, estoy perdiendo el control. Tanto dolor, tanta muerte… -. Gritó de nuevo de dolor una vez mencionó esas palabras.

-¿Pero qué dices? No puedo matarte, somos uno, nos vengaremos juntos de la legión, nuestra fuerza aumentará, acabaremos con todos y cada uno de los demonios que existen en el universo -. Dije mientras se me cubrían los ojos de lágrimas al comprender que era la única salida -. Así que venga, sopórtalo y hazte más fuerte. ¡¿Es lo que prometimos no?! -. Dije con mi rostro cubierto de lágrimas.

Fue entonces cuando ella sujetó una de sus gujas en un brote de lucidez que vio en ese profundo universo de locura, caos, muerte y devastación.

-Antes de perderme a mí misma y entregar mi cuerpo, alma y voluntad a un demonio inmundo, prefiero que lo hagas tu. Acaba conmigo y completa el ritual en mi lugar-. Tras eso colocó su guja de guerra en mi mano y sujetando la misma se atravesó con su propia gruja dejando caer su cuerpo sin vida contra el suelo.

Miré desconsolado el cuerpo inerte de mi amada, derramando su sangre ya mezclada con la sangre vil que ya recorría su organismo, a pesar de solo haber pasado escasos minutos desde su ingestión, vi su cuerpo con una mirada de infinita melancolía y tristeza, el dolor que me recorría por dentro era más fuerte que el que jamás había sentido, ahora sí que había perdido todo… Y de nuevo, la culpa había sido de la legión. En sus resistencia por evitar su extinción. Lord Illidan llegó en ese momento debido al escándalo que había recorrido todo el templo oscuro.

-¿Veo que no ha funcionado no? ¿Es él? -. Preguntó el amo de los Illidari.

- No señor… Era ella… Él parece ser su pareja, no puedo ni imaginar lo que debe estar sufriendo el pobre. Sacaremos el cuerpo de ahí, no debe verlo en ese estado -. En ese momento Illidan extendió una de sus alas cortándole el paso al maestro que avanzaba hacia la pareja -.¿ Lord Illidan? -. Preguntó extrañado.

-Prepárate para continuar con el ritual -. Dijo sentenciante el cazador de demonios, a lo que el maestro de ambos respondió asintiendo y dirigiendo su mirada hacia ellos.

En ese mismo instante, entre lágrimas y con una mueca deformada por el odio y la rabia contra la legión atravesé el pecho de Eyleen con su propia gruja para alcanzar su corazón, el cual extirpé de su inerte cuerpo y comencé a devorar con esa misma mueca de dolor, odio y sufrimiento, continué bebiendo su sangre, ignoré por completo el sabor, ya no saboreaban, ya no escuchaba, ya no sentía nada. Solo veía el cuerpo de mi amada inerte en el suelo y  tan solo pensaba en destruir a la legión.

-Es el momento -. Dijo Lord Illidan una vez vio mi mirada y que terminé de devorar el corazón de la elfa y beber su sangre.

Tanto el maestro como los alumnos y el mismísimo Lord Illidan comenzaron a canalizar rayos de energía vil hacia mi cuerpo en tensión, sentí dolor, un dolor mostruoso que parecía que iba a desgarrar mi cuerpo y mi alma en pedazos, mi mente empezaba a desvanecerse, solo pensaba en una cosa, destruir a la legión, destruir a todos y cada uno de los demonios que existían en el universo. Ese dolor era insoportable, pero no más grande que el que sentía por mis pérdidas, recordé la muerte de mis padres a los que no pude proteger, a mis amigos los cuales no llegué a tiempo para salvar y finalmente a Eyleen, la cual era lo único que me quedaba. Acto seguido me invadieron las visiones. Mi alma se estaba haciendo uno con el demonio, en mi cabeza apareció la madre de los diablillos que la había hecho sufrir… Imperdonable, la ataqué con fuerza y sin piedad. En cuestión de minutos estaba sometida a mi voluntad, me costó mucho no aniquilarla y me pregunté como esa escoria podía haber hecho  sufrir tanto a mi querida.

Las luces cambiaron, todo daba vueltas pude ver como la legión ardiende destruía mundos, sometia razas, torturaba, atormentaba y mataba otras tantas. Pude sentir por mi cuerpo todo lo que habían hecho pasar a esos mundos y gentes, pude ver los innumerables ejércitos que conformaban la legión ardiente, las bestias que los conformaban, los brutales deseos de cada uno de ellos, los que se oponen a los mismo cada vez son menos, el tiempo y espacio se deformaban y amoldaba, podía ver todo lo que había hecho la legión y todo lo que iba a hacer en el tiempo, con el desesperante final de la destrucción total.

Fue entonces cuando comprendí… Esto es lo que había hecho perder la cordura y el equilibrio a Eyleen, este vasto ejercito, estas monstruosas intenciones y estos oscuros deseos y ambiciones. Me rasgué el ojo derecho con las garras que ahora poseía en el  lugar de mis uñas, dejándome una cicatriz con la forma de las cuatro garras de esa mano desde la frente hasta el pómulo de ese mismo lado, sus labios se habían hinchado y resquebrajado, sus manos y brazos habían tomado un tono más oscuro así como sus pies, sus ojos brillaban con un resplandor vil, su musculatura se había multiplicado a su espalda se alzaban dos alas con sus propias articulaciones y grupos musculares, otro de los cambios en mi cuerpo por el poder obtenido del demonio pero lo que más cavia destacar era el increíble poder que corría ahora por mis venas, me sentí invencible y desee mas, comprendí al instante que ese poder no era suficiente para derrotar a la legión, miré a Lord Illidan y el comprendió al instante cual era mi deseo, asintió y a partir de entonces comenzaría mi existencia como cazador de demonios bajo las ordenes del amo Tempestira, me convertí en un illidari.



Escrito por: Akuo