El cielo grisáceo cubierto de nubes
ocultaba ya las pocas vetas que podían verse de luz solar a lo largo
del día en aquella zona de Draenor. Los gélidos vientos arrasaban
el paisaje destruyendo o enterrando en nieve las colinas que
conformaban las tierras donde algunos clanes orcos habían coexistido
durante décadas o quien sabe si siglos. El baldío horizonte azotaba
desolado allá hacia donde cualquier ser vivo dirigiera la vista,
mientras que unos pocos osados depredadores aguardaban ocultos a que
algún descuidado aventurero muriera en aquel manto blanco y frío.
Una ráfaga de viento tiró de la
capucha del joven elfo dejando ver su larga cabellera rubia que ondeo
en el aire esperando ser ocultada de nuevo. Sus ojos verdes
escudriñaron cada atisbo de nieve frente a sí, sin encontrar nada
fuera de lo común. Su rostro devolvió la mirada al camino por el
que había avanzado durante horas, sin duda era tarde para dar marcha
atrás, pero aún así en la mente del Sin'dorei no cabía tal
opción. Paso a paso continuó el sendero, empujado por los grandes
vendavales y desacelerado por cada copo de nieve que yacía en el
suelo cual pradera albina.
El joven monje caminó durante horas,
sin descanso, sin distracción. La piel de su rostro al igual que sus
rosados labios hacían ya meses que se habían agrietado por el frío,
incluso sus manos callosas parecían la de un anciano. Una repentina
sensación de éxtasis recorrió su pecho, ese lugar ya no mancillaría
su figura nunca más...
Había caído la noche cuando Kaltherian
llegó al lugar indicado. Tomó un trago de un brebaje bastante suave que conservaba
sujeto a su bastón y se sentó a descansar el tiempo que su contacto
creyera conveniente hasta su llegada. No tardó mucho, quizás una o
dos horas cuando el no muerto se acercó lentamente con un candelabro
en una de sus manos y el bastón en el que se apoyaba en la otra. El
elfo miró incrédulo al renegado, preguntándose como había sido capaz de
sobrevivir en un lugar tan peligroso como aquel. Sin embargo, el
siniestro desconocido no temía a la muerte, sabía bien como
repelerla lo suficiente para ejecutar sus actos con total plenitud.
-Has venido...-susurró el elfo al ver
descubierta la figura de su acompañante
-Así es.-el no muerto examinó al
monje detenidamente- no pensaba que fueras tan joven... pero supongo
que eso no importa...
Las palabras del no muerto brotaban
como un murmullo que podría llevar el mismo aire de aquel lugar. Un
místico susurro casi inaudible por cualquiera que no estuviese
realmente atento a sus palabras.
-¿Tienes lo acordado?-El elfo
respondió al renegado entregándole una sustentosa bolsa de
oro.-Prefiero no saber de dónde has sacado tanto oro...-susurró el
renegado mientras guardaba su recompensa entre sus cosas.
-¿Has viajado mucho para llegar hasta
aquí renegado?
-Varios días... desde Talador. Supongo
que tras esto no tendré que volver... todo este oro será más que
suficiente para desaparecer durante un tiempo.
Kaltherian sonrió levemente mientras
su interlocutor se concentraba.
-Esto no va a ser nada fácil chico...
-Lo sé, por eso has recibido un buen
pago.
Las huesudas manos del renegado
comenzaron a agitarse en el aire mientras recitaba para sus adentros
un complejo hechizo, hasta que segundos después pequeñas partículas
luminosas empezaron a generarse alrededor de estas. Bastaron tan solo
unos segundos para que frente a ellos apareciese un gran círculo
traslucido que contrastaba con el resto de tonalidades del lugar. El
elfo fijó sus ojos en el traslúcido círculo que comenzaba a
ensancharse paulatinamente.
-No tendrás mucho tiempo chico... no
podré mantener el portal mucho más. Date prisa y crúzalo.
Kaltherian desvió la mirada hacia el
renegado y seguidamente clavó sus ojos en aquello que podía
vislumbrarse alrededor del círculo...Lunargenta. La sonrisa plasmada
en el rostro del elfo cambió de repente cuando una flecha atravesó
el cráneo del renegado, provocando que su cuerpo sin vida quedara
suspendido en la nieve. Giró rápidamente intentando descubrir a su
atacante pero fue entonces cuando sintió una punzada en el abdomen.
Sus manos toparon con una flecha que había perforado su piel
rasgando aquello que cruzara en su camino y cubriendo de rojo sus ropajes. El ceño del elfo se
frunció lleno de ira y dolor cuando observó los cuernos del trol aparecer
de entre las sombras.
-Llegas tarde trol...
Kaltherian se dejó caer hacia atrás
adentrándose en el portal instantes antes de que se cerrara por
completo.
El trol se abalanzó hasta el lugar
donde había estado el portal, pero ya era tarde. Se puso de
cuclillas en el suelo mientras cogía un puñado de nieve entre sus
gruesos dedos y la dejaba caer lentamente.
-¿Qué ha pasado? ¿Lo has
encontrado?-preguntó Cirash mientras se acercaba junto al resto del
grupo.
-Ha eh'capado...
-¿Cómo que ha escapado?-preguntó el
silencioso caballero de sangre confuso por la respuesta del trol.
-Ha logrado ir a Azeroth...ma'dito
elfo...-respondió el trol mientras golpeaba furioso la nieve con su
puño.
-Y como siempre lo más lógico que se
te ha ocurrido es matar al que podía hacer el portal...-dijo Nee
mientras se arrodillaba para examinar el cadáver del mago renegado.-
Ahora si que no podemos hacer nada para encontrarlo.
-Perdonad un momento... esto... creo
que me he perdido.- interrumpió el goblin mientras veía el rostro
cubierto de preocupación del trol.- ¿Qué importa que haya ido a
Azeroth? Le entregará el talismán al jefe y ya está... ¿Verdad?
¿Verdad? ¿Verdad?...o... ¿Acaso piensa cobrar toda la recompensa
él solo?-preguntó nervioso mientras agarraba la bolsa de oro del
renegado y la guardaba en la suya.
-La reco'pesa no i'porta..., el jefe me
habló de su ve'daderah i'tenciones. Su sed de venganza acabará con
todo...
-¿Qué quieres decir con esas palabras
trol?
-Debei' saber algo...
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Kaltherian hizo un gesto compungido por
el dolor que sentía en el abdomen. La herida del flechazo ya había
cicatrizado en los últimos días, pero aún así no podía evitar
sentir una descarga cada vez que realizaba algún esfuerzo. Aquel
trol podría haberle matado si hubiese querido perforando su cabeza
como había hecho con el no muerto, pero no, lo que había hecho era
aún peor... de esta manera, el dolor permanecía día tras día
atormentándolo. Para un monje ágil como él, había sido el peor de
los castigos.
El elfo se arrodilló en la nieve para
acoger entre sus manos aquella singular espada. Extrajo con sumo
cuidado el cristal púrpura engarzado a la altura de la empuñadura.
Forzó aquel mecanismo hasta que logró separarlo totalmente de aquel
arma. Elevó entre sus manos el cristal para examinarlo al trasluz y
aunque no vio nada fuera de lo común sintió una extraña sensación
por su cuerpo que le indicó que había conseguido aquello que
ansiaba.
Kaltherian agarró la pesada espada
entre sus dos manos y atravesó el cuerpo aún inconsciente del
enemigo, el huargen que guardaba la espada. Tras acabar con la vida
del mismo se centró en sanar los numerosos rasguños que tanto la
espada como las garras del mismo habían logrado asestar.
El monje guardó el cristal a buen
recaudo mientras se alejaba del lugar de la batalla.
-Ahora no habrá nadie que impida
revivir al peor enemigo que la orden ha tenido...
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-¿Estás diciendo que el jefe y tu
sabíais esto y... no hicisteis nada?-preguntó la orca chamán.
-El jefe sabía lo que se hacía... me
encargó mata'lo cuando creyera conveniente...
-Pues ahora eso va a ser
complicado...-murmuró la Sin'dorei mientras suspiraba.
-Lo que no entiendo...-comenzó el
goblin mientras seguía guardando las pertenencias del renegado.-
Es... ¿Qué más da que... liberen a esa bruja? ¿Acaso no es eso lo
que queríamos? O bueno.. ¿Lo que quería el jefe?...
-Entrar en una guerra que está perdida
es de estúpidos.-respondió el Sin'dorei caballero de sangre.- Ya se
retiró a tiempo años atrás, y es el único que ha sobrevivido.
Jugarse el futuro de toda la organización por una bruja demente y su sed de venganza no
es una buena opción.
-De cualquier manera no podemos hacer
nada para detenerlo. Kaltherian logrará cumplir sus intenciones y
todo se habrá acabado. El talismán volverá a ellos de nuevo y
tendremos suerte de no terminar muertos para entonces.-dijo
rotundamente Cirash.
-Es cierto, nosotros no tenemos medios
ni fuerzas para regresar, no para pararle los pies a tiempo al
menos.- confirmó Nee.
-Eso no es todo. Si logran saber de nuestra existencia se acabó.- dijo la chamán
El trol se incorporó estirando su
alargado torso mientras miraba hacia el cielo.
-A no ser....-el trol se tomó unos segundos para elegir las palabras exactas.-Eh cierto... nosotro' no podemo' hacer
nada. No tenemo' medio' para ir a por el... pero si hay alguien que
los tiene. Aquello' que ansían conseguih el tali'man... a cualquier
precio. La o'den lo detendrá por nosotro'...
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Tras 18 largos capítulos... el alma de Kashadia volverá a ser liberada, y La Orden deberá enfrentarse al peor enemigo que hayan tenido hasta ahora. Cada uno de los distintos grupos que forman La Orden tendrá su oportunidad de cambiar el destino de la historia, pero cada decisión traerá consigo una peligrosa consecuencia... Cada personaje que se enfrente a Kashadia y caiga, su alma será encerrada en un cristal tal y como hizo la propia Orden tiempo atrás con ella misma, y cada cristal a su vez hará a Kashadia aún más poderosa.
¿Será La Orden capaz de enfrentarse a su peor enemigo y sobrevivir en el intento? Próximamente en Capítulo XVI - El alma de Kashadia.