Su rodilla izquierda se apoyó en el
suelo, obligándole a mostrar el único atisbo de debilidad que había
supuesto en toda la batalla. Se arrepintió al momento, se maldijo
por ello y supo que sus enemigos ahogarían sus últimas energías en
acabar con él. Giordano estaba perdido, pero sabía que la realidad
era distinta. Su maestro, el verdadero supremo, le había otorgado
poder absoluto, le había enseñado que su destino era más grande
que la derrota de la Orden. Dominio absoluto, recordó. El poder de
controlar y aniquilar aquello cuanto cruzara en su camino, esa había
sido su promesa, promesa por la que debía enfrentar a sus enemigos
hasta acabar el trabajo que antaño pudo haber realizado.
Los ojos de Giordano se abrieron de par
en par. Perplejo, sin poder articular palabra alguna, una espada se
abría paso a través de su pecho, hundiendo el filo y desgarrando
aquello cuanto rozara para dejar tan solo un reguero de sangre. El
brujo miró a la joven paladina, que sostenía con fuerza y firmeza
la empuñadura de la misma. Irelí ya no era un cría, pero sus
piernas temblaban aún cuando debía quitar la vida a alguien, por
muy villano que aún así fuera. Giordano sonrió mientras agarraba
parte de la espada que permanecía clavada en su pecho. Limpió con
sus dedos el hilo de sangre que descendía por la comisura de sus
labios, y colmando sus esfuerzos se puso en pie. Ireli temió que el
ataque no fuera suficiente para haberlo matado, bastaron solo
segundos para percatarse de que sus temores eran ciertos.
La mano de Giordano adquirió un aura
cárdeno que giraba a su alrededor, tornando oscuro el metal del que
estaba compuesta la espada que aún le ensartaba. Ireli la soltó al
instante mientras retrocedía lentamente sobre sus pasos. El brujo
simplemente sonrió mientras extraía el arma de su pecho, sin
siquiera mostrar un gesto de dolor. Esta vez no sangró, su torso se
volvió oscuro, creando un agujero donde había tenido lugar la
perforación. Su piel se oscureció tomando un color grisáceo a la
vez que sus venas comenzaban a dibujar un sinfín de líneas
ennegrecidas que ascendieron por su rostro hasta contaminar sus ojos
claros. Sus pupilas aumentaron hasta abarcar toda su mirada, y una
vez más volvió a sonreír. El poder que ahora poseía era pleno,
intenso e incluso imponente. Lo sabía él mismo, pero los rostros de
sus enemigos delataron que también se habían percatado de aquel
gran poder. El maestro tuvo razón desde el principio, pensó, si
antes no podían derrotarlo... ahora jamás podrían hacerlo. La
eternidad era una nueva vida, una vida para acabar con aquello cuanto
quisiera, y esa vida comenzaría esa misma noche.
Ireli cerró los ojos sobresaltada
mientras la sangre azabache del brujo regó su indumentaria de
batalla. La cabeza de Giordano rodó por el suelo segundos antes de
que su cuerpo cayera desplomado y consumido por su propia magia.
Azrhael sacudió su espada cubierta de sangre, salpicando en línea
recta el suelo bajo sus pies.
-¿Es que nadie iba a hacer nada por
detenerlo?- presumió el brujo mientras soltaba la espada para volver
a taponar con su mano el profundo corte que yacía sangrante en su
hombro.
-Ya no volverá a darnos problemas.-
afirmó Monlee mientras observaba como el cuerpo de Giordano se
deshacía en una amasijo putrefacto.
-Hay que rescatar a los prisioneros.-
dijo Khaden dejando escapar un suspiro de alivio- Aliden, Koori,
Butters encargaos.-ordenó.
El mago se acercó hacia la joven
Strang, que permanecía paralizada aún rodeada por los brazos de
Brianne. Sabía que Ireli era fuerte, pero lo sucedido en los últimos
meses podrían haber causado serios estragos dentro de si misma.
Khaden extendió su mano para posarla en el hombro de la caminante,
pero la voz de Koori lo alertó antes de que pudiera realizarlo.
-¡Khaden, maestro, venid!
Sus pasos recorrieron rápidamente la
distancia hasta la mazmorra donde se encontraba Koori. El contraste
de oscuridad le obligó a esperar unos segundos hasta que su vista se
acostumbrase. Aliden y el maestro Monlee se unieron atraídos por la
llamada de la pandaren. El hedor a descomposición golpeó a los allí
presentes, que recorrieron con su vista rápidamente la sucia
estancia para encontrar el cuerpo podrido de numerosos roedores
dispersados por el suelo. En un rincón de la misma, una silueta se
agitaba temblorosa. Khaden hizo un gesto al grupo para que
mantuvieran la calma, mientras que avanzaba lentamente para descubrir
que la figura era de un humano. El mago se agachó hincando una
rodilla junto al desconocido, apoyando su mano sobre el hombro de
éste. El humano intentó alejarse asustado, retrocediendo y
temblando, creyendo quizás que aquellos desconocidos intentarían
dañarlo, sin embargo, ni las paredes ni sus escasas fuerzas le
permitirían ir muy lejos. Tembló nuevamente mientras levantaba el
rostro que había ocultado entre sus rodillas.
-¿Qué te han hecho?... murmuró
Khaden analizando el esquelético cuerpo del humano mientras apartaba
los largos cabellos dorados de su rostro.-No tienes de que
preocuparte... vamos a sacarte de aquí.
-Debe llevar aquí encerrado
meses.-dijo Aliden.- Por el estado en que está, no hubiese
sobrevivido mucho más en estas condiciones.
Koori se acercó hacia el desconocido
hincando sus rodillas en el suelo junto a él y a Khaden, acto
seguido extrajo un pequeño dulce de su talega y se lo entregó para
apaciguar su aterrado rostro.
Sus ojos claros brillaron al ver el
gesto de la pandaren, siendo entonces cuando unas lágrimas brotaron
de entre sus ojos. Sus agrietados labios que contrastaban con su
pálida tez intentaron articular palabra pero le fue imposible,
obligándole a bajar su rostro nuevamente, apenado e impotente.
-No pasa nada.-susurró la pandaren
mientras acariciaba la desaliñada melena rubia del humano.-Ahora
estás a salvo.
-No dejaremos que nadie vuelva a
hacerte daño.-prometió Khaden.
Sus ojos completamente blancos
comenzaron a menguar, disminuyendo la especie de neblina que los
cubría hasta dar lugar a los verdes iris de la joven. La guerrera se
tambaleó, intentando reincorporarse, pero fue entonces cuando sus
piernas flaquearon obligándola a caer al suelo de rodillas. Sus ojos
se empañaron bastando solo un instante para que surgieran las
numerosas lágrimas de dolor que había resguardado mientras tenía
lugar la visión. Un grito de impotencia alertó al resto de los
suyos, que hasta entonces se habían abstraído de lo que estaba
teniendo lugar a escasos metros de ellos. Zephiel corrió hacia
Lorraine, que yacía en el suelo desahogando el pesar de haber
presenciado una vez mas la muerte de su padre.
-Lorraine...-dijo el robusto guerrero
mientras rodeaba a la joven con sus brazos.-Tranquila, ya ha
pasado... estás aquí, a salvo.
Thomas y Khairos observaron desde el
umbral de la puerta la situación mientras Alice y James se acercaban
hacia la joven.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó la bruja
mientras se percataba de que entre los dedos de la humana se hallaba
el talismán de la Orden.-¿Te ha mostrado algo?
-Lo he visto...-tartamudeó
Lorraine.-Lo he... encontrado...
-¿Se trata de Jace?-añadió James
mientras acercaba una de las sillas y apoyaba su pierna en ella.
El rostro de la joven cambió
tornándose serio de repente.
-¡Lo he visto a él!-gritó.
-Raymond...-murmuró Alice mientras su
ceño se arrugaba y apretaba la mandíbula con tenacidad.
-¿Dónde está?-preguntó James
impaciente.-Hay que acabar con ese bastardo cuanto antes.
-Déjala recomponerse.-dijo Zephiel
dirigiéndose al cazador mientras abrazaba a la humana.-No sabemos
aún lo que ha visto.
-¡No voy a perder ni un segundo, no
dejaré que escape otra vez!
-¡He dicho que te calles!-dijo el
guerrero levantando la voz.
-¡¿Es que ya no recuerdas lo que me
hizo?!-dijo James cargado de ira.
-¡Te recuerdo que nos hizo daño a
todos!
-¡Basta!.-gritó Alice.- Vuestras
peleas no van a solucionar nada.
La bruja se arrodilló junto a Lorraine
y acarició sus cabellos rojizos.
-¿Estás segura de que era
él?-preguntó, que fue rápidamente contestada por un gesto de la
joven.
-Estaba... en otro lugar...-respondió.-
Vi a Khaden, Ireli... incluso Azrhael.-añadió-Pero no eran ellos...
eran diferentes... Vi a mi padre.
Zephiel miró a Alice seriamente.
-Quizás era otra línea temporal...
quizás fuese el Raymond de ese mundo...-dijo Alice.
-Sé que era él... lo sé... lo vi en
sus ojos..., el talismán me lo ha mostrado... solo puede ser él...
-Alice, ¿Recuerdas la visión que nos
mostró Kariadormi?-preguntó Zephiel.
-Si, la Orden lo derrotaba.-la bruja
acarició su mentón mientras volvía a ponerse en pie.
-Era la Orden, pero no lo era... tal y
como ha dicho Lorraine.
-¿Es la Orden de otra línea la que
logrará derrotarlo?-preguntó James.
-Eso es lo que vimos... y al parecer se
ha cumplido.-afirmó Alice.
-No...-respondió la joven.- No van a
derrotarlo... van a... protegerlo.
El rostro de los presentes se llenó de
incredulidad y asombro.
-¿Protegerlo?- preguntó Zephiel.-
¿Por qué demonios iban a protegerlo?
-Porque ahora es uno de ellos...